Sirius Black y su hermana, Anna se encontraban caminando juntos rumbo a la sala común de la chica.
Un chico había estado molestando a Anna y Sirius fue en su auxilio. Afortunadamente, el joven Black no resultó castigado pues huyeron antes de que un profesor lo viera.
Al llegar a la sala, Anna agradeció a su hermano y se adentró a la torre de Ravenclaw.
Anna sabía que debía defenderse por su cuenta y no depender toda la vida de Sirius o Regulus. Pero no era tan simple como eso.
Al día siguiente salió muy temprano de su sala común para dirigirse al comedor. Sin embargo, el chico del día anterior que la estaba molestando estaba allí, esperando a que llegara.
—Veamos qué ocurre ahora que no están tus estúpidos hermanitos— dijo aquel niño.
Anna se sintió aterrada. Aquel sujeto comenzó a acorralarla contra la pared.
—Déjame en paz— pidió la chica con los ojos apretados, tratando de no mirar al sujeto.
—¿O qué?
—¿Que no escuchas? Dijo que la dejaras en paz.
Una tercera persona se hizo presente. Anna abrió los ojos y fijó su vista en Remus.
Aquel sujeto que molestaba a Anna se alejó de la chica y se acercó a Remus.
Lo empujó de los hombros y el chico terminó en el suelo.
Lupin se puso de pie y también empujó a su contrario.
Comenzó una pelea a puño limpio, pero para su mala suerte, Remus no era muy fuerte y había sangre escurriendo de su cara.
Anna estaba muy asustada, pero trató de calmarse y sacó su varita para separarlos.
Antes de que pudiera pronunciar palabra alguna, su hermano y el resto de sus amigos ya estaban allí.
Se encargaron del sujeto que molestaba a Anna y Anna corrió con Remus.
—Te encuentras bien?— preguntó un muy adolorido Remus.
La chica intentó sonreír.
—Yo debería preguntar eso. Ven, te llevaré a la enfermería.
Anna ayudó al chico a ponerse de pie y lo llevó a la enfermería.
—Perdón— se disculpó la chica— es mi culpa que estés así.
—No es tu culpa. Fue ese idiota...—
Anna abrazó al chico antes de que siguiera hablando.
—Gracias.
El chico se sonrojo y una sonrisa comenzó a adornar su rostro.
Se separaron y justo en ese momento el resto de sus amigos aparecieron.
—Gracias por defender a mi hermanita— Sirius le dio un golpe amistoso en el hombro.
—Ni lo menciones.
—De nuevo, gracias Remus— le sonrió— será mejor que me marche.
Los cuatro chicos vieron a Anna marcharse y fue cuando la palpitación de Remus regresó a la normalidad.
Él haría lo que fuera por ella, de eso no había duda alguna.