Mi romance real

By bonnell99

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Bethany tiene la fortuna de ser una de los periodistas seleccionados para entrevistar al príncipe de Suecia... More

Sinopsis + aviso importante
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Epílogo
Agradecimientos
Capítulo extra - 1
Capítulo extra - 2

Capítulo 31

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By bonnell99

Regresar al trabajo había quitado la tensión de mis hombros debido al fin de semana, Frederick y yo habíamos mantenido conversaciones causales esta mañana, me había traído hasta la empresa y aseguró venir a buscarme después del trabajo. Los artículos nuevos en los que estaba trabajando eran cortos por lo que los terminé ese mismo día y Fabrizio se apareció en mi puerta con una sonrisa de oreja a oreja.

—No vas a creer la nueva noticia que acabamos de recibir.

Dejé de escribir en el computador y volteé a verlo, él agitó en el aire los papeles que tenía en sus manos.

—¿Qué noticia?

Pregunté y si fue posible, eso ensanchó más su sonrisa.

—La princesa de España y el príncipe de Suecia.

Mencionó. Tan pronto como lo dijo, la sorpresa me golpeó y pensé de inmediato en Frederick.

—¿Qué hay con ellos?

Cuestioné tratando de disimular mi sorpresa, eso animó a Fabrizio a tomar asiento en la silla frente a mi escritorio.

—Al parecer su alteza real fue visto este fin de semana con ella, una fuente cercana llamó para darnos la noticia.

A no ser que Fabrizio hablara de otro príncipe, no podía ser Frederick, él y yo habíamos estado juntos el fin de semana.

—¿Te refieres a Freddy? —tan rápido como su apodo salió de mí lo corregí—. Quiero decir, el príncipe Frederick, ¿estás hablando de él?

—¿De quién más voy a hablar? —cuestionó—. Esté príncipe siempre nos deja con curiosidad, ya sabes, siempre tan reservado con su vida que es difícil conseguir información sobre él.

Me aclaré la garganta conteniendo mis palabras, quería confirmarle que era demasiado reservado incluso con su misma familia, eso lo había aprendido durante todo este mes viviendo con él.

—¿Y cómo es que lo vieron con la princesa de España el fin de semana?

En mi cabeza, no existía una manera de creer que Frederick y la princesa estuvieron juntos el fin de semana, Fabrizio se inclinó hacia el frente colocando los codos sobre el escritorio.

—Según mi fuente, estuvieron en el palacio de Ulriksdal el fin de semana.

Habló, mi rostro palideció. No había forma en que Fabrizio tuviera esa información de primera mano, los únicos que estábamos en el palacio esa noche fue Frederick, los guardias reales y el rey.

Un nudo se formó en mi garganta mientras pensaba en cómo pudo haber obtenido esa información, solo podía pensar en que esa información la pudo conseguir de un guardia real y nadie más.

—¿Puedo saber cómo obtuviste esa información?

Me atreví a preguntar, Fabrizio sonrió al tiempo en que negó.

—Lo siento, pero es confidencial, no suelo revelar el nombre de quienes me ofrecen información preciada —aclaró—, lastimosamente, no hay mucha información al respecto y tendremos que inventar la noticia.

—¿Perdón?

—Preciosa, si queremos llamar la atención con una noticia como esa, debemos agregarle más. Lo único que sabemos es que estuvo con alguien en el palacio, la princesa Aitana.

No me gustó que me llamara preciosa, se sintió ajeno.

—¿Estás seguro de que era la princesa Aitana?

Se encogió de hombros.

—En realidad no me interesa, solo quiero que menciones que estuvo con la princesa Aitana y listo.

No debería sorprenderme la petición de Fabrizio, dentro del periodismo era normal exagerar las noticias para despertar interés en el lector, pero de cierta manera, no me agradaba su petición, al menos no cuando yo sabía la situación.

—¿Y cómo de qué viene la noticia?

Quería más información al respecto, quería saber lo que Fabrizio sabía.

Tomó una respiración profunda y la dejó caer pesadamente.

—Según mi fuente, el príncipe salió por la noche con alguien, me dijeron que era la princesa Aitana, dijo que se les vio muy acaramelados en el palacio, quizás estaban en una cita. —respondió con seguridad—. Honestamente, no estoy sorprendido de ello, la realeza sueca y española son unidas, siempre hay una buena relación entre ellos y no es de extrañarse que el príncipe heredero y la princesa estén en una relación, es lo que se espera de ellos, ¿no?

No podía responder a su pequeña pregunta, ¿Qué se esperaba de ellos? ¿Una relación? ¿Qué le habían dicho sobre Frederick y Aitana?

—Mira, hace un año, escuchamos que entre ellos dos había posibilidad de una relación, incluso hay rumores donde se dice que ambos están actualmente saliendo, sin embargo, el príncipe es demasiado reservado con su vida que prefiere mantenerlo lejos del ojo público y mantenerlo en silencio, pero, si prestamos más atención tiene lógica.

—¿Lógica?

Enarqué una ceja.

—Sí. En cada evento, la familia real española asiste, incluyendo la inglesa, alemana y otras, claro, pero la princesa Aitana siempre sale en fotografías con el príncipe, se les ve en convivios familiares, fiestas y reuniones importantes del país, nunca hay una fotografía donde ambos no estén juntos sin embargo, nunca es a solas, estoy casi seguro de que esto es por discreción, ninguno quiere a los medios en su relación, incluso si la princesa es mucho más abierta, quizás esto es obra del queridísimo Frederick Kallenberg.

Era consciente de ello, en la mayoría de las fotos, la princesa Aitana aparecía con frecuencia con la familia real de Suecia, estaba al tanto de que llevaran una buena relación, pero podía asegurar que ella y Frederick no estaban saliendo, lamentablemente, no podía decírselo.

—Bueno, el príncipe es sumamente reservado consigo mismo.

Decirlo en voz alta se sentía personal.

—Lo sé, es por eso por lo que quiero que saquemos una noticia como esta, generar cierto drama en la vida de él será interesante —aseguró—. Quizás y hasta podamos hacer que de una noticia al respecto y nos revele algo importante.

Una mueca se dibujó en mi boca.

—No creo que eso sea sencillo.

No podía sacarle ningún dato personal en casa, que la prensa obtuviera algo sería complicado.

—Por eso mismo. —Me señaló con su dedo índice—. Hagamos que se vuelva complicado al grado que el príncipe tenga que hablar. Necesitamos drama real.

Escribir un artículo sobre Frederick no sería sencillo y tampoco me sentiría cómoda escribiéndolo por lo que me atreví a protestar.

—Lo siento, pero no creo que sea la persona indicada para hacer esto.

Fabrizio enarcó una ceja con asombro.

—¿A qué te refieres con eso? ¿Cómo que no eres la persona indicada? —cuestionó—, sé que has hecho noticias mucho mejores que esta para Nicholas.

Me mordí el labio inferior, él estaba en lo cierto, ya había hecho esto antes, pero puedo decir que era distinto, jamás había convivido de primera mano con un miembro de la familia real, mucho menos con alguien como Frederick, quien claramente detestaba a todos los medios públicos, escribir sobre él no se sentía correcto. Antes de que pudiera darle una respuesta, su celular sonó y se levantó de inmediato, dejó los papeles en mi escritorio y cubrió la bocina de su celular con la mano para susurrar.

—Quiero el informe en mi escritorio antes de irte.

Aclaró antes de salir del lugar.

Dejé caer un suspiró pesado, no había mucho que hacer y tampoco era como que me pudiera negar.

***

Traición fue lo que sentí cuando Frederick vino a buscarme, me sentí como una traidora por escribir ese artículo que Fabrizio me había pedido, además de que me sentí como una completa mentirosa cuando conocía los hechos de primera mano.

—¿Qué tal tu día en el trabajo?

Preguntó con una tierna sonrisa en los labios, lamentablemente, no pude responder a su sonrisa.

—Estuvo bien —mentí, por ninguna razón iba a contarle sobre el artículo. Fruncí los labios en una pequeña mueca y me debatí por unos segundos si soltar mi pregunta, quería preguntar sobre nuestro incidente en el palacio, pues sé que estuvo en el palacio con su padre. Como si hubiese leído mi mente, se adelantó con una respuesta.

—Hablé con mi padre sobre lo que sucedió en el palacio —dijo en un tono bajo, estaba cuidando sus palabras, le presté mejor atención a su rostro, su mirada estaba fija al frente, noté que estaba afligido—. Por suerte, no pondrá represalias en tu contra.

Su expresión me daba a entender que esto no lo ponía contento del todo, había algo más.

—¿Qué hay de ti? —cuestioné.

A juzgar por la actitud del rey, Frederick estaba igual de perjudicado que yo. Suspiró con cansancio.

—No importa que sucede conmigo, preciosa —murmuró sin ganas—. Lo importante aquí es que nadie actuara en tu contra.

Sin más, condujo hasta casa. Por mi parte, me quedé debatiéndome a mí misma por unos minutos más, mi instinto me decía que las cosas no habían ido bien con el rey y Frederick, pues, aunque intentará de ocultarlo, podía percibirlo en su actitud seria y distante.

Por más que tuviera preguntas que deseara hacerle, decidí que no preguntar era lo más adecuado, una parte interna de mí continuaba llamándome traicionera y me sentí aún peor cuando Frederick decidió ir a correr y dejarme sola en casa, la culpa por haber escrito el artículo me estaba consumiendo, así que opté por darle una visita al señor Blomberg, si quería hablar con alguien al respecto, él era la persona indicada para comprenderme. Toqué a su puerta y me atendió de inmediato, fui paciente en esperar a que me invitara a entrar a casa y cuando lo hizo, no pude contenerme ni un segundo más y contarle lo que había hecho en el trabajo, Blomberg era perfecto escuchando, ni siquiera me juzgó o interrumpió mientras le expliqué y dejé salir mis emociones con ello.

—Creo que no deberías de culparte de ello, pequeña.

Aseguró con tranquilidad. Dejé caer un suspiro pesado mientras me desplomaba en el sofá frente a él.

—¿Tú crees? —dudé—. Porque te juro que en lo único que pienso es en la clase de mala persona que soy, siento que he cometido un delito.

Incluso me siento peor por haber escrito el artículo que cuando el rey nos encontró en el palacio.

Blomberg suspiró antes de hablar.

—Beth, eres joven y también inteligente, debes de comprender que habrá tiempo suficiente para que cometas más errores y te sientas culpable por cada uno de ellos, sobre todo cuando te dedicas en esto —habló refiriéndose al trabajo—. Te estoy siendo sincero cuando te digo que yo también pasé por esto, conocía gente maravillosa de la cual nunca quise hablar mal, mucho menos escribir algo donde era consciente de que generaría una reputación comprometedora a su persona, pero lamentablemente, así es esto. Vivimos a costa de los chismes de los demás.

—Sí, pero esto se siente diferente. —Comprendía la parte en que era demasiado joven y continuaría cometiendo errores, lo sabía bien, pero no podía deshacerme de la horrible sensación que tenía—. Me siento culpable y siento que estoy traicionando de alguna forma a Freddy, sabes, él detesta tanto a los medios.

Rio.

—Lo sé, soy muy consciente de ello.

Hubo un pequeño silencio.

—¿Opinas que debería decírselo?

Una mueca se dibujó en su boca.

—Honestamente, no. Tiene bastante sobre sus hombros que deberías de dejar pasar el tema, además, no es tan grave, sé que sientes como si lo fuera, pero si planeas dedicarte a esto por el resto de tu vida, tendrás que aprender a lidiar con ello, esto es el primero de muchos.

Conversar con Blomberg había servido de algo, conseguí dejar el tema por unos minutos, sin embargo, cuando Fabrizio envió un correo diciendo que le había encantado mi redacción en el artículo, me sentí más enfadada con él que conmigo.

Al regresar a casa, el sonido de la regadera encendida me indicó que Frederick estaba duchándose y había regresado de correr, quince minutos más tarde, entró a la cocina con el cabello húmedo y ropa cómoda.

—Hola.

Saludo al verme con mi computador en la barra, no estaba haciendo mucho, checaba mi correo electrónico con la nueva información que Fabrizio me había dado después de haber escrito el artículo que involucraba a Frederick.

—Hola.

Saludé de vuelta, una pequeña sonrisa se dibujó en su boca. Lo observé caminar hacia la alacena, tomar un vaso y luego ir hasta el refrigerador para servirse jugo de naranja.

—¿Tienes trabajo? —preguntó antes de beber un sorbo de su jugo, sus ojos estaban posados en mí, me miraba con curiosidad. Negué de inmediato.

—No del todo. No suelo llevarme el trabajo a casa así que solo revisaba mi correo electrónico.

Asintió mientras continuaba bebiendo, noté que se relamió los labios después de eso, continuó observándome y se animó a tomar asiento frente a mí.

—¿Puedo hacerte una pregunta?

Habló, su mirada era curiosa. Asentí.

—¿Siempre supiste que querías estudiar periodismo?

Ahora fui yo quien enarcó una ceja.

—¿A qué se debe tu pregunta?

Cuestioné curiosa. Se encogió de hombros como respuesta y se bebió el resto de su jugo antes de volver a hablar.

—Curiosidad —respondió—, o tal vez sea porque no conocemos mucho del uno al otro.

Enarqué ambas cejas, era curioso que lo mencionara, prácticamente, yo sabía lo que Frederick quería que supiera y eso era casi nada, que él quisiera saber más de mí, provocó una sensación que no sé describir con claridad.

Tomé una bocanada de aire y la dejé caer en un pequeño suspiro.

—Digamos que no siempre —mencioné—. Una parte de mí siempre creyó que sería doctora y otra decía que quería ser bombero.

Una risita profunda salió de él.

—¿Bombero? —cuestionó, enarcando una ceja—, ¿qué edad tenías cuando pensabas en eso?

Me mordí el labio inferior haciendo memoria.

—Si no me equivoco, ocho.

Me miró divertido.

—Me sorprendes, preciosa. Estoy seguro de que todas las niñas a esa edad desean ser princesas más que bomberos.

Y estaba en lo cierto, pero yo no era como la mayoría de las niñas.

—Bueno, tenía otras aspiraciones. Ser princesa probablemente no fue una de ellas.

—Me hubiese gustado conocer esa versión de ti en persona, hubiésemos sido buenos amigos —habló divertido, una sonrisa se dibujó en mis labios y dejé un poco a mi imaginación volar imaginándome a una versión mucho más joven de Frederick y mía, quizás hubiésemos congeniado a la perfección—. ¿Y bien? ¿Cómo terminaste descartando el ser bombero y médico?

Sonreí.

—Si hay algo que siempre supe, es que me gustaba saber sobre los demás, conocer sobre sus vidas y ayudarlos, encontrar una forma de conectar con las personas y creo que eso es algo que puedes hacer en el periodismo, puedes conocer sobre la vida de alguien y conectar a veces con ellos. Es impresionante las historias que todos tenemos para contar y escuchar cada una de esas historias, es magnífico, es por eso por lo que me decidí por el periodismo como mi carrera.

Wow, es una muy sincera respuesta de tu parte.

Y lo era.

Asentí.

—¿Qué me dices de ti? ¿Qué hay sobre tu carrera, tus sueños y aspiraciones?

—Y aquí vamos con tantas preguntas —dijo con un poco de humor, me encogí de hombros, no podía quejarse de ello cuando fue él quien lo inició. No dije nada, esperé a que hablaré y luego de tomarse un buen tiempo, lo hizo—. Como sabes, soy el príncipe de Suecia por más que trate de ignorar ese hecho, mi vida fue siempre planeada, incluso antes de que yo naciera, a diferencia de ti, no se me dio mucha opción de elegir. —Suspiró, su frente se arrugó mientras pensaba—. Digamos que estudié lo que mi padre quería que estudie y lo que generalmente la mayoría de los príncipes estudian, las famosas ciencias políticas.

Enarqué una ceja.

—¿Quieres decir que las ciencias políticas son como algo que caracterizan a los príncipes?

Movió la cabeza de un lado a otro.

—Al menos mis amigos con títulos nobiliarios como el mío lo han hecho, no se nos ha dado mucha opción que digamos, hay excepciones, claro, pero tristemente no entro en esa clase de excepciones.

Esto último lo dijo en un tono decepcionado, fruncí los labios.

—Debe ser difícil llevar tanto peso sobre tus hombros.

Suspiró pesadamente.

—¿Qué se le puede hacer? —Se encogió de hombros—. Al menos yo no tengo mucha opción. Soy el heredero legítimo al trono, se supone que nací para gobernar este país y es lo que todos esperan de mí, ¿no es así?

—En parte, es lo que se espera —admití. Todo Suecia sabía que Frederick era el heredero al trono, nuestro futuro rey, no había forma de dudar de ello—. ¿Puedo hacerte una pregunta?

—¿Acaso no estás haciendo eso ahora mismo? —preguntó, le di una mirada seria y su diminuta sonrisa desapareció—. Adelante, hazla.

—¿Prometes contentarla y no enojarte antes de hacerlo?

—¿Qué te hace creer que sucederá de esa forma? —"Muchas cosas", pensé. Al notar que las cosas se tornaron serias, volvió a asentir incitándome a preguntar.

—Sabes que es lo que esperan todos de ti mismo, lo que esperan tus padres, el país y cada persona que te rodea, pero ¿qué esperas tú de ti?

Si mi pregunta lo tomó por sorpresa, supo disimularlo, se mordió el labio inferior y centró su mirada en el vaso frente a él, claramente no esperaba mi pregunta y no tenía una respuesta inmediata a ella.

—Paz —dijo luego de casi un minuto—. Espero paz, no la clase de paz que uno espera en un país, sino la clase de paz interna que quieres para apaciguar a todos los demonios que llevas dentro, porque aquí entre nos, paz es lo menos que tengo en mi vida, a decir verdad, no sé si alguna vez la he tenido.

No esperaba obtener una respuesta como esa nunca, por un segundo, imaginé que terminaría por ignorar mi pregunta como era de costumbre, estaba sorprendida de que no lo hiciera, en su lugar, se sinceró conmigo por completo y me sentí especial de que así fuera.

Sus ojos continuaban posados en los míos, aunque ya no había palabras, su mirada decía mucho, le ofrecí una sonrisa y estiré mi mano para tomar la suya y darle un pequeño apretón, le tomó por sorpresa, pero lo acepto.

—Algún día encontrarás esa paz que tanto buscas.

Mencioné, lo decía en serio, no sería sencillo, pero tampoco imposible.

Frederick respondió mi apretón de manos.

—Espero que así sea.

Agregó.

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