Mi romance real

By bonnell99

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Bethany tiene la fortuna de ser una de los periodistas seleccionados para entrevistar al príncipe de Suecia... More

Sinopsis + aviso importante
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Epílogo
Agradecimientos
Capítulo extra - 1
Capítulo extra - 2

Capítulo 8

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By bonnell99

Estaba sorprendida de ver al príncipe Bryson en la residencia, me quité el cinturón del auto, desde mi lugar, podía ver la tensión entre los dos hermanos sobre todo en Frederick quien lucía molesto.

—¿Qué estás haciendo aquí?

Espetó Frederick molesto, una sonrisa burlona apareció en los labios de Bryson.

—Hola, hermanito, supe que ayer estabas en el palacio y no tuve oportunidad de verte y conocer a tu novia, es de lo que todos hablan allá.

Dicho esto, Bryson intentó moverse a un lado para tener una mejor vista de mí, Frederick se giró a verme también.

—Bueno, lárgate de aquí, sabes que detesto las visitas.

—Vaya que hostil, creí que no tenías ningún inconveniente con las visitas, cuando Ryleigh te visita no hay ningún problema con ella.

—Porque es Ryleigh —dijo con enfado, un bufido se escapó de él—. Vamos, ¿Qué es lo que quieres realmente? Sé que no estás aquí por ella.

Inquirió, la sonrisa de su hermano se ensanchó, había dado en el punto.

—Siempre hay que admirar lo inteligente que eres —dijo Bryson en un tono contento—. Pero has fallado por esta ocasión, realmente he venido a conocer a tu queridísima novia en persona, desde aquí puedo ver que es muy bonita.

Bryson tomó una postura mucho más rígida, era similar a la de su hermano mayor, ambos estaban retándose con la mirada, desde mi asiento, podía sentir la tensión entre los dos, estaba más que claro que no tenían una buena relación, esto lo demostraba. Me debatí por un instante si debía salir del auto a pesar de que Frederick dijo que no lo hiciera, pero era como si ambos estuvieran echando humo por los oídos y si las miradas mataran, ambos ya estuvieran muertos, luego de un tiempo, Frederick rompió el silencio.

—Es preciosa —dijo en un tono mucho más relajado y menos brusco que cuando recién comenzó a hablar con su hermano, le había escuchado múltiples veces llamarme preciosa desde el momento en que nos conocimos, sin embargo, escucharlo decírselo a su hermano provocaba una extraña y agradable sensación en mí—. Pero no la conocerás. No se bajará del auto.

Bryson enarcó una ceja.

—¿Y por qué no? ¿Es por qué no se te da la gana? —lo retó con sus palabras—. Ay hermanito, siempre tan controlador en todo, ¿no? ¿Por qué no le preguntamos a ella si quiere salir del auto?

Bryson intentó caminar en dirección al auto y Frederick colocó una mano sobre su pecho impidiéndole el paso.

—No te molestes. No lo hará y punto —dijo esta vez en un tono serio y firme—. Así que lárgate.

La tensión entre los dos había empeorado y a Bryson le causaba gracia, a decir verdad, disfrutaba de la molestia de su hermano mayor. Haciéndose a un lado, volteó a verme y levantó la mano a modo de saludo hacia mí, Frederick no se giró a verme por esta ocasión y no saludé de vuelto a Bryson, no quería generar problemas y algo me decía que, si lo hacía, alguien aquí terminaría enfadado.

La sonrisa de Bryson se borró de inmediato de sus labios y resignado habló.

—Bien, la chica parece no querer hablar —dijo con una mueca—. Es una lástima, tenía ganas de conocerla y conversar con ella, pero presiento que debe ser como tú o, mejor dicho, ya le has dado instrucciones de no hablarme. Ni siquiera ha querido saludarme, deberías de decirle que es importante tener modélales, sobre todo cuando trata con personas de la realeza.

—Los tiene, pero no con tipos como tú.

Aseguró Frederick. De nuevo, ambos se sostuvieron la mirada, continuaban retándose con ella y Bryson fue quien se rindió, sin decir nada, se alejó de su hermano y se dirigió a su auto, Frederick se quedó justo en su lugar observando cómo se marchaba, luego de unos segundos, regresó hacia el auto y soltó un suspiro pesado al encender nuevamente el motor y entrar a la residencia. No dije nada porque era evidente que aún estaba tenso y pude ver que su humor había desaparecido, tenía el semblante duro y lucía tenso, cuando por fin estacionó el auto en la cochera de la casa y apagó el motor, los dos bajamos del auto, esperé a que abriera la puerta y dentro de la casa, se animó a hablar.

—Yo... Estaré en mi habitación por si necesitas algo, bajaré tu maleta más tarde si te parece bien.

Dijo desanimado.

—No hace falta, puedo bajarla yo —sugerí. Frederick se debatió por unos segundos antes de asentir, se acercó a mí y me extendió las llaves de su auto para abrir la cajuela.

—Puedes dejarlas en la barra de la cocina.

Dijo antes de desaparecer en dirección a su habitación. Esperé a que cerrara la puerta para salir por mi maleta, dejé las llaves en la barra de la cocina como me había pedido, fui a mi habitación no sin antes querer tocar la puerta de la suya para comprobar que estaba bien.

Había escuchado que el príncipe Bryson tenía un carácter diferente a sus hermanos, aunque hay que señalar que siempre daba la cara a la prensa y ante cualquier situación en la que se veía involucrado, su comportamiento siempre era correcto, lucia impecable y no se le veía envuelto en ninguna situación problemática o comprometedora, había rumores en que era grosero con los demás, exigente y le gustaba que se hiciera su voluntad a como diera lugar, muchos solían decir que él era el gemelo malo, por así decirlo, el que siempre trataba de dominar a diferencia de Brayden, quien era bastante noble y cariñoso con los demás, siempre deseaba ayudar y se preocupaba por todos, de Ryleigh, la menor de los príncipes no se podía decir mucho, más que era adoptada y una niña sumamente encantadora, no era una novedad su adopción, el país estaba contento que los reyes le hayan dado la oportunidad de tener un hogar y una familia y sobre todo, que le hayan otorgado los mimos derechos y obligaciones que a sus hermanos.

Decidiendo darle espacio, terminé entrando a mi habitación y colocando la maleta sobre la cama, lo mejor que podía hacer era acomodar mis pertenencias antes de tomar un baño.

Una hora después de organizar mi ropa y bañarme, decidí ir a la cocina en busca de agua. Al llegar, Frederick se encontraba sentado en un taburete con las manos sobre la barra y la mirada perdida, lucia pensativo por lo que dude en entrar, no quería molestar, aún me sentía como una desconocida dentro de lo que llamaría hogar de ahora en adelante.

Frederick salió de sus pensamientos para voltear hacia el lugar donde me encontraba, forcé una sonrisa y él hizo lo mismo.

—Lo siento, solo venía por un poco de agua —dije entrando con paso lento probando el terreno. Frederick optó por retirar sus manos de la mesa y poner una postura derecha.

—Descuida, no hay problema.

Se levantó de la mesa y antes de que yo pudiera llegar hacia el refrigerador, él lo hizo, sacó la jarra con agua y tomó un vaso de la alacena para servir agua en él y entregarme el vaso, lo tomé y él volvió a sentarse.

—Gracias. —Lo bebí y coloqué en la mesa. No era la clase de chica seria, a decir verdad, me consideraba algo platicadora de vez en cuando, pero con Frederick las cosas eran diferentes, era como si las palabras no pudieran salir del todo, quizás era el hecho de que él era el príncipe de Suecia y temía por ofenderle con cualquier comentario. Los dos nos quedamos en silencio por unos segundos hasta que me impulsé a preguntar—. ¿Está todo bien?

Me gané toda su atención, sus ojos me miraban con delicadeza, como si estuviera analizándome, sabiendo que el contacto visual era importante para la comunicación entre las personas, me obligue a mantenerlo e intente ignorar el hecho de que mis mejillas estaban rojas por el sonrojo.

—Lo estará.

Dijo con seguridad. A pesar de que era una respuesta corta, me sorprendió, estaba esperando un comentario como 'sí, estoy bien' yo iría por esa simple respuesta y evadiría la situación, sin embargo, Frederick no asumió que las cosas estaban bien, lo que me confirmaba mis sospechas, algo andaba mal y probablemente tenía que ver con la visita de su hermano.

Sentí curiosidad por saber que era lo que le estaba molestando.

—Supongo que no siempre se está bien, ¿no es así?

No sé de dónde ha venido eso, quizás es mi simple intento de conversar y puedo ver que le ha sorprendido lo que hace que me vuelva a ganar su mirada, deseando deshacerme de esa extraña sensación de incomodidad en mí, tomo asiento en uno de los taburetes.

—Por supuesto, todos tenemos buenos y malos momentos.

—Y tú has tenido un mal momento, ¿no?

Recé por no ofenderle y tampoco enfadarle. Me dije a mi misma que estaba tocando terreno peligroso.

—No diría que es eso. Más bien es... —Frunció los labios buscando una respuesta correcta—. Mi hermano.

Bufó.

Recordé la pequeña conversación que tuvieron y la forma burlesca en la que Bryson se dirigía a Frederick.

—Siendo sincera, no fue de mi agrado conocerlo.

Una risita seca se le escapó y dejó una sonrisa en su boca.

—Me alegro de escucharlo porque en cualquier otro caso, te echaría de aquí ahora mismo si me dijeras lo contrario.

Reí.

El ambiente ya no era tan pesado.

—No se llevan tan bien, ¿eh?

—Quisiera mentir y decir que no es eso, pero lo es, Bryson es insoportable.

—Tengo cuatro hermanos, todos mayores y hombres. Sé lo que significa insoportable.

Ser la única hermana mujer no era sencillo, en especial cuando mis hermanos se gastaban bromas pesadas en mí, lo detestaba.

—Tienes hermanos, ¿eh?

Preguntó curioso, su ánimo estaba volviendo poco a poco. Asentí.

—Dage, Darren, Dankert, y Dante.

—Interesante —dijo procesándolo—. ¿A caso tus padres se cansaron de los nombres con D cuando naciste?

Me encogí de hombros, era algo que me pregunté por muchos años.

—Quizás se les acabaron las ideas.

—Bethany... —dijo probando mi nombre entre sus labios, su mirada estaba distante—. Definitivamente es diferente.

—Sí, preferible a tener nombres similares como mis hermanos, el abuelo siempre suele confundirlos en sus cumpleaños, por suerte, siempre sabe cuándo es el mío.

—Por lo menos tienes suerte de ello y de que puedan recordarte en tu cumpleaños.

—Claro, es la ventaja de ser la única chica en la familia.

—Imagino que eres la más consentida.

—Me gustaría decir que sí, pero no. Mi hermano mayor Dage, es diez años mayor que yo por lo que ya tiene una familia e hijos, y te aseguro que esos mocosos me han quitado el puesto de hija favorita.

—Es una lástima.

—Lo es. —Ambos reímos—. ¿Qué hay contigo? ¿Eres el hijo favorito?

Dejó salir un chiflido.

—Estoy muy lejos de serlo. Quizás no soy el favorito de mis padres, pero si fui el favorito de mi abuelo, me consentía en todo.

—Y por eso eres un niño mimado.

Le acusé, su sonrisa se ensanchó a manera que pude ver su dentadura.

—Me conoces bien.

—Claro, con eso de que somos superamigos y nos conocimos gracias a mi amigo Mason y tu amigo Trevor quien no tengo la menor idea de quién es, pero vaya forma de conocernos.

—Trevor es mi mejor amigo —se atrevió a confesar—. Estudiamos juntos por varios años, ¿Qué hay de Mason?

—Trabajamos para la misma empresa de periodismo en Estocolmo. Nos hicimos muy unidos durante el primer año.

—Con que, unidos, ¿eh?

—Solo es una amistad y nada más.

Aclaré, levantó las manos a modo de defensa.

—Yo no he dicho nada, te has adelantado a los hechos por tu cuenta.

Me sonrojé, tenía razón.

—¿Siempre supiste que querías ser periodista?

Su pregunta me tomó por sorpresa, aun así, decidí responderla.

—Me tomó un año en otra carrera saber que quería estudiar periodismo, estaba decidida en que quería ser diseñadora de modas, pero digamos que no tenía ese ojo de diseñador que la mayoría posee.

—Interesante.

—Estudiaste políticas, ¿no es así?

Asintió.

—Aunque fue más por obligación que por gusto.

Lo observé con intriga.


Soltó una carcajada fuerte y clara.

—Me has descubierto —dijo con humor—. Siempre ha sido mi sueño, es una lástima que no haya podido cumplirlo aún.

Reí.

—Bien, ¿cuál era tu sueño?

—Piloto aviador o corredor de autos.

Lo miré sorprendida, vi que no había una pizca de broma en él y sus palabras.

—¿No estaba permitido?

Negó.

—No cuando serás el futuro rey de la nación —dijo con sarcasmo—. Ir a la escuela de aviación o ser corredor de autos no es algo digno de un príncipe y mucho menos de un futuro rey, según mi padre, eran sueños ridículos de un niño pequeño.

—No son ridículos, son atrevidos —dije mordiéndome el labio inferior—. Sobre todo, lo de correr autos, los chicos que se dedican a las carreras son guapísimos.

—Ah... Con que te gustan los corredores de autos...

El tono en su voz mantuvo el rubor en mis mejillas, ¿cómo es que estaba confesándole eso? Siempre había considerado atractivos a los chicos que se dedicaban a las carreras ya sean de motos o autos, de tan solo imaginarme a Frederick como uno de ellos el rubor aumento. Me encogí de hombros restándole importancia.

—Cualquier chica te diría lo mismo.

Y esperaba que así fuera. Rodé los ojos.

—Pero tú no eres cualquier chica, preciosa. —Y aquí íbamos de nuevo con su halago—. En fin, era mi sueño. Ahora es más como un pasatiempo, ¿Qué sucedió en tu trabajo?

Suspiré, no había forma de mentirle, no tenía caso.

—Detesto a las personas que intentan burlarse de otras solo para conseguir algún beneficio, aquellas personas que se aprovechan de los demás y se llevan el crédito como si fuera de ellos. Mi exjefe era un cretino, cada vez que tenía una nota de primera mano y no era de su agrado, solía distorsionarlas a su antojo con la finalidad de vender más y hacerse más rico de lo que ya es y pagaba una miseria.

—Y decidiste renunciar.

—Sí, decidí hacerlo luego de una nota en particular. Me negué a escribirla como él quería y distorsionar la información a su antojo. Solía ser quien se quedaba horas extras después del trabajo para dar un mejor rendimiento, asistía a eventos y siempre intentaba conseguir las mejores noticias que me fueran posible, pero nunca estaba satisfecho, sobre todo con las noticias buenas.

—Era un idiota —interrumpe mirándome a los ojos—. Y tú una chica justa. Renunciar a ese trabajo te ha resultado mejor.

—Eso espero, porque me ha traído hasta aquí contigo y la verdad no sé qué decirte de ello.

Sonrió inclinándose al frente, colocando sus brazos y codos encima de la barra, lo que acortó un poco la distancia entre ambos.

—Entonces créelo, preciosa.

Reí.

—¿Siempre eres tan confiado? —pegunté inclinándome como él sobre la barra, mis manos, que estaban hechas puños chocaron con las suyas, Frederick se inclinó un poco más, nuestras caras quedaron a tan solo centímetros de distancia, desde aquí, podía admirar el hermoso color azul mezclado con verde y marrón, eran los ojos más preciosos que había visto.

—No lo sé preciosa, ¿te parece que siempre soy tan confiado?

Tenerlo en esa cercanía intimidaba, abrí la boca para decir que sí, que la confianza en él mismo era gran parte de su personalidad, pero el movimiento repentino que hizo me dejó paralizada en mi lugar, Frederick levantó su mano derecha hasta la altura de mi boca y con ella rozó su pulgar en mi labio inferior.

—Tienes parte de tu cabello en el labio.

Como si aquel movimiento no fuera de gran importancia, retiró su pulgar de mi boca y como dijo, un mechoncito que juro que apenas pudo ser visible muy cerca de mi boca, fue colocado detrás de mi oreja, su tacto era suave y cálido y el roce de sus dedos contra mi oreja al colocar los mechones de mi cabello detrás de la oreja, me dejó sin habla.

¿En qué estábamos? ¿Qué era lo que había dicho segundos atrás? Era como si todo se había borrado de mi memoria en un instante y solo quedará este momento de él tocando mi labio inferior. Me aclaré la garganta e inmediatamente desvié mi mirada de él, tome distancia entre ambos y me levante de mi asiento. Esto había sido espontáneo y todavía me tenía sin habla, volví a aclararme la garganta.

—Yo... Uh... Iré a mi habitación a terminar de guardar mi ropa.

Mentí. Frederick soltó una risita y agacho la cabeza negando.

—Bien, pediré comida china para la cena.

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