Al día siguiente, El Profeta publicó un artículo en el cual Cornelius Fudge admitía que El-que-no-debe-ser-nombrado había vuelto, y que los dementores que vigilaban Azkaban se habían sublevado y estaban a sus órdenes. En el mismo artículo, se recomendaba a la población mágica que permaneciese alerta, y se informaba acerca de la entrada al Ministerio de los mortíagos. Finalmente, se reconocía que lo que habían dicho Dumbledore y Harry Potter acerca de Voldemort era cierto.
Alice no habló mucho durante los días posteriores. Theodore estuvo a su lado, consciente de que estaba mal anímicamente, y también recibió apoyo de Astoria y Daphne Greengrass, Blaise Zabini y Draco. Hermione le dio el pésame, pero Alice no le respondió. Con su tío muerto, nada la unía a la Orden del Fénix.
Cuando el último día viajaron en el Expreso de Hogwarts, ella ya había tomado una decisión. Entró en el compartimento junto con sus compañeros de Slytherin, y estuvo con ellos durante el viaje. Sin embargo, al bajar del tren, en lugar de ir con Draco, se escabulló hacia otro lado para que no la vieran, y salió sola de la estación.
Una vez en la calle muggle, en Londres, buscó un autobús que se dirigía hacia un pueblo a varios kilómetros de la ciudad donde, gracias a la magia, logró alquilar una casa, donde tenía intención de pasar las vacaciones, sola.
Sacó de su bolsillo la libreta que le había regalado Theodore, y escribió para evitar que su familia y seres queridos se preocupasen por ella.
"Theo, necesito tiempo. Tengo que alejarme de todos durante una temporada. No es por ti. Simplemente necesito tiempo, tiempo para pensar en todo.
Por favor, no me busquéis. Estaré bien, y volveré antes de empezar el curso o cuando considere que esté lista para ello. La pérdida de Sirius me he hecho plantearme varias cosas.
Necesito que les digas a mi padre y hermano que me encuentro bien y que no me busquen. Aunque sé que lo más probable es que lo hagan igualmente... Si hay novedades acerca de mi madre, házmelas saber por este medio.
Gracias por todo."
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Ethan no podía dejar de andar de un lado a otro del salón, completamente desesperado. Se detuvo unos segundos para observar al chico que estaba delante de él, y después siguió andando, pasándose las manos por el pelo.
—¡No puedo creer que se haya marchado así! —dijo casi gritando—. ¡Ni siquiera ha cumplido los dieciséis años!
Theodore le había leído lo que Alice había escrito, y había sido en aquel momento cuando Ethan había comenzado a enfadarse. Su padre, mientras tanto, se encontraba en el despacho, tras haber dado órdenes a sus mortífagos de llevar a la joven de vuelta a casa si lograban dar con ella.
—Ha pasado por mucho este curso, demasiado para su edad —murmuró Theodore.
—Puede que tengas razón... pero se ha marchado sin decir nada, y ni siquiera sabemos dónde se encuentra. Es mi hermana menor, ¡es normal que esté preocupado!
Y tras decir aquello, se sentó en el sofá, cubriéndose la cara con las manos.
Theodore, por su parte, se mantenía en silencio, pero la situación tampoco era sencilla para él. Su novia se había alejado, diciendo que necesitaba tiempo. Aquello no era una ruptura, pero era una pausa en su relación, y no sabía cómo terminaría. No sabía si Alice querría continuar con él o cortar, y temía que ella escogiese la segunda opción
—Estará bien —comentó—. Alice sabe cuidarse sola. Y si tuviese algún problema, se pondría en contacto con nosotros.
Ethan tuvo que reconocer que aquello era cierto. Su hermana era perfectamente capaz de valerse por sí misma, y ya lo había demostrado anteriormente.
Oyeron unos pasos acercándose al salón en el que se encontraban, en la mansión Riddle. Era la casa en la que pensaban pasar las vacaciones, los tres solos, pero la marcha de Alice había arruinado aquellos planes. Voldemort entró en el salón muy serio, y se dirigió hacia su primogénito.
—Ve a la casa de los Weasley —le ordenó—. Puede que los gemelos sepan algo; Alice dijo que eran sus amigos.
—¿Estás enfadado con ella, padre? —preguntó el chico.
—No, no lo estoy. Comprendo que necesite tiempo para pensar... pero estoy enfadado conmigo mismo por lo ocurrido, por permitir que muriese vuestro tío sabiendo que tu hermana le apreciaba.
Con un asentimiento, Ethan salió, seguido por Nott, para dirigirse a la casa de los Weasley. Recogieron a Draco en su casa, dado que el rubio también deseaba que su prima regresase cuanto antes. Con su padre en la cárcel, lo último que necesitaba era perder también a su prima.
Cuando aparecieron ante la casa de los Weasley, Draco compuso una mueca de desprecio. Ethan y Nott, sin embargo, estaban demasiado concentrados en Alice como para pensar en el estado del edificio que estaba frente a ellos. Se limitaron a avanzar en silencio hasta la puerta de entrada, y fue el mayor quien llamó al timbre.
Una mujer de rizos que sin duda era Molly Weasley abrió la puerta, y retrocedió un paso de manera inconsciente al ver a los tres visitantes. Había sido una sorpresa encontrarles allí, y no precisamente una sorpresa grata.
—¿En qué puedo ayudaros? —preguntó tratando de no sonar demasiado brusca.
—Buscamos a Alice Black —respondió Ethan en tono frío—. ¿Sabéis algo?
—¿Alice? No he visto a esa chica desde hace meses. Dicen que quedó confundida tras la muerte de Sirius, tal vez...
—¿Dónde están tus hijos? —interrumpió Ethan, sin paciencia—. Tengo entendido que los gemelos y ella eran amigos.
Molly Weasley se disponía a negarse cuando vio la ira reflejada en los ojos de Riddle. Entonces, dio media vuelta y llamó a sus hijos, quienes acudieron rápidamente. Cuando salieron, quedaron impactados al ver quién había pedido verles.
—Nott —dijo Fred, dirigiéndose al novio de Alice—. ¿Ocurre algo?
—Ocurre que Alice se ha marchado, y nadie logra dar con ella —respondió Theodore—. ¿Sabéis algo?
—No sabíamos que se había ido —aseguró Fred, realmente sorprendido por la noticia, a la par que preocupado.
—Soy su tutor legal —les dijo Ethan—. Si tenéis noticias de ella, deberéis poneros en contacto conmigo.
Dicho aquello, dio media vuelta, pues sabía que los gemelos realmente no sabían nada sobre su hermana y no podrían darle su paradero. Nott le siguió. Draco, sin embargo, se quedó unos segundos más, los suficientes para mirar con odio a los dos Weasley.
—Espero que realmente estéis diciendo la verdad. Si estáis mintiendo, Ethan y su padre os matarán sin dudarlo.
Durante los siguientes segundos, nadie dijo nada. Fred se quedó mirando a los chicos que se marchaban, especialmente al mayor de ellos. Sin pensárselo dos veces, echó a correr hasta alcanzar a Ethan, quien dio media vuelta, sorprendido.
—Riddle, quiero hablar contigo —dijo el pelirrojo, tratando de aparentar seguridad en sí mismo.
Ethan, sin saber qué tendría que hablar un Weasley con él, asintió y les hizo una señal a Theodore y a Draco para que bajasen sus varitas, ya que las habían sacado por si la intención de Fred era atacarles. Ambos chicos las guardaron de inmediato.
—Yo... conozco a Alice bastante bien, porque he pasado mucho tiempo con ella —comenzó a decir el pelirrojo—. Sé que sois muy cercanos, y se notaba que eras importante para ella cada vez que te mencionaba... Además, tú siempre te has preocupado mucho por ella, más que por Draco. La quieres.
Riddle, un tanto impaciente, se cruzó de brazos, por lo que Fred comprendió que debía ir al grano.
—Estoy casi seguro de que sois familiares —soltó de pronto.
Por unos instantes, nadie dijo nada. Draco rio burlonamente, pensando que aquella teoría era imposible, pero se detuvo al percatarse del silencio de los demás.
—¡Vamos, es imposible! —dijo—. Han vivido en mi casa siempre... si fuesen familiares, yo lo sabría.
Ethan miró a su primo. Sabía que, si le decía la verdad, él correría a decírselo a su madre, quien se lo diría a Lucius al salir de Azkaban. Y no estaba dispuesto a que la identidad de Alice se divulgase por el mundo mágico tan pronto.
—Es mi hermana —admitió, mirando a Fred—. Aunque supongo que lo sospechabas.
El pelirrojo asintió.
—No la juzgo, pero me habría gustado que me lo dijese —murmuró—. No te preocupes, Riddle; no se lo contaré a nadie.
Sin nada más que decir, regresó a su casa, donde George le esperaba. En cuanto se marchó, Ethan apuntó a Draco con la varita, murmurando un "oliviate". No podía permitir que el rubio recordase aquello.
—Creo que es hora de volver... Alice volverá cuando se sienta preparada.