Little Bird

By overmyheart

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Es más difícil esconderse del Señor Oscuro cuando estás enamorada de un mortífago. Los padres de Evelyn... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Epílogo

Capítulo 58

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By overmyheart

Punto de vista de Evelyn Hawkings

El día en el que mundo cambio, Pansy me despertó sacudiéndome exactamente a las 11:17 de la noche.

─Eve. Vamos, despierta...

Medio dormida abrí mis ojos y la miré a través de la oscuridad de la habitación, mis piernas retorcidas en las sábanas plateadas de mi cama. Soñolienta, intenté sentarme, levemente molesta con Pansy porque había decido despertarme a aquellas horas, había estado teniendo un sueño agradable y un poco divertido donde Draco se había escabullido en Hogwarts a través de un pasillo secreto hasta los lavabos de chicas.

─¿Qué pasa? ─pregunté, mi voz gruesa a causa del sueño─ ¿Algo va mal?

La medio oscuridad ocultaba su expresión bien, pero todavía podía darme cuenta del hecho que los ojos de Pansy estaban imposiblemente abiertos como platos. Ella me dijo rápidamente: ─No lo sé. Snape nos ha dicho a todos que salgamos de la cama, necesitamos irnos...

Rodé de la cama de alguna manera inestable, el sueño todavía tirando de las esquinas de mi mente mientras luchaba para desenredarme a mí misma de las sábanas. Me tropecé hacia el armario al final de mi cama para buscar un par de tejanos limpios, estrechamente evitando golpear mis dedos en el tercer poste de madera que sostenía el colchón. Millicent estaba colocándose sus botas en el otro lado del dormitorio, murmurando en molestia hacia nadie en particular.

─Espero que sea importante. Tengo examen de Pociones a primera hora hoy.

No estaba muy segura de porqué, pero tenía un profundo sentimiento que nuestras clases de mañana serían pronto completamente insignificantes.

A pesar de la casi oscuridad como el carbón, me las arreglé para cambiar mi camiseta de gran tamaño, la había robado de la habitación de Draco el pasado agosto antes de volver a Hogwarts, y los pantalones cortos sin siquiera romper nada. Suavemente, metí mi varita y la última carta que Draco me había enviado en el interior del bolsillo de mi túnica, poniéndome las bambas y apresurándome a abandonar la habitación junto a Pansy.

Los otros Slytherins estaban dirigiéndose hacia la sala común también, sus expresiones cansadas coincidiendo con la mía mientras hacíamos nuestro camino hacia el portón de salida. El aire estaba lleno de suspiros de molestia a causa de haber sido sacados a la fuerza de la cama tan pronto en la mañana, unos pocos chicos de sexto año maldiciendo a Snape y acusándolo de haber perdido la cordura. Pero sus voces murieron gradualmente mientras dejábamos la sala común de Slytherin detrás, porque la entrada estaba llena de estudiantes y nadie quería ser pillado hablando de aquella manera por alguno de los Carrow.

Mi corazón se hundió profundamente dentro de mi pecho cuando seguí al resto de estudiantes hacia el Gran Salón, viendo que las mesas de madera de roble habían sido colocadas a un lado de la habitación y las velas habían sido apagadas para crear una luz penumbrosa. Snape estaba parado en el frente del comedor donde normalmente estaba la mesa de los profesores, sus manos hundidas detrás de su espalda mientras los Carrow ordenaban a todos con esmero en filas. Me encontré a mí misma al lado de Pansy por la mitad del lado derecho de la habitación, los Slytherins a nuestro alrededor compartiendo miradas confusas entre ellos o solamente parados soñolientamente.

Miré a mi alrededor inestablemente y vi a los Gryffindors parados en el otro lado de la habitación, dándome cuenta que Ginny estaba en primera fila junto a Seamus, quien tenía el ojo morado. Rápidamente aparté la mirada para no ser pillada mirando, así que miré hacia arriba para ver que los Carrow se habían movido para encontrarse parados detrás de Snape, y el sonido de las puertas del Gran Salón haciendo un ruido sordo hizo eco ruidosamente sobre nuestras cabezas mientras se cerraban detrás de nosotros. El silencio cayó como una gruesa manta mientras los curiosos susurros y las suaves preguntas se apagaban gradualmente, las cabezas de todos girándose hacia el frente de la habitación con una nerviosa anticipación.

Todo estaba tan silencioso que si algo se hubiera caído, habría sonado demasiado fuerte, y Snape nos barrió a todos con una mirada oscura como el carbón mientras tomaba un suave paso hacia delante, su expresión tan neutra e inelegible como siempre. Cuando finalmente habló, su baja y silenciosa voz aún se las arreglaba para alcanzar cada esquina del Gran Salón.

─Estoy seguro que todos os preguntáis porqué he decidido sacaros de la cama a estas horas ─Tomó otro cuidadoso paso hacia el frente, su túnica oscura barriendo alrededor de sus piernas en una negra nube de tela lisa. Mantuve mi mirada fija en el suelo de piedra mientras Snape se paraba lentamente entre las fileras, no queriendo accidentalmente hacer contacto visual con él; aún no tenía ni idea de que iba todo aquello, pero no había forma alguna de que fuera algo bueno.

─Hay un intruso dentro del castillo ─Snape dijo suavemente─ Y... tenemos buenas razones para creer que es Harry Potter.

Mis ojos se abrieron de par en par mientras un numero de suspiros conmocionados rompieron en las filas, algunos estudiantes girándose y compartiendo entre ellos expresiones de sorpresa. Unos pocos Slytherins a mi alrededor se habían girado entre ellos en placer, y mi corazón se hundió mucho más; aún había un gran precio por la cabeza de Harry, y estaba segura que la mitad de ellos no dudarían en entregarlo al Señor Oscuro. Pero, ¿de verdad Harry no estaba lo suficientemente loco para venir aquí de todos los lugares? De ninguna manera hubiera venido a Hogwarts sabiendo que Snape es el director y que los Carrow tenían tanto control sobre la escuela.

Snape había aclarado su garganta, y por segunda vez el silencio rápidamente consumió el Gran Salón. Se paró lentamente en las filas de nuevo, continuando en un tono suave: ─Des de que el Señor Potter es un fugitivo, es indispensable que sea encontrado y llevado al Ministerio de Magia. Si alguien de aquí está escondiendo información importante de sus andares... están invitados a venir hacia delante ahora.

Se había parado en el centro de las fileras de estudiantes, pero no me atreví a girar mi cabeza para mirarlo. El comedor entero ahora estaba en silencio mortal, nadie ni siquiera haciendo movimiento alguno para decir algo. Estaba empezando a preguntarme si tal vez Harry realmente no estaba aquí cuando una voz des del fondo de la habitación, una voz que honestamente pensé que no iba a escuchar de nuevo, dijo fuertemente: ─Siento decirte esto, profesor, pero parece que tus exhaustos intentos de seguridad aún se las han arreglado para fallar.

Me giré des de mi lugar incrédulamente junto con más de la mitad de los estudiantes de Slytherin, la multitud de estudiantes parados en conmoción mientras Harry Potter se paraba en el pastillo solo a vente pasos de mí. Estaba vestido con la túnica de Gryffindor casi como si hubiera estado allí en la escuela todo el curso, y yo parpadeé mientras me daba cuenta que había estado a dos fileras de mí todo el rato. La mirada de Harry era fría mientras miraba a Snape, y su agarré era fuerte alrededor de la varita de Draco.

─Cómo te atreves a estar donde él estuvo ─espetó fríamente, su tono congelado con odio mientras furiosamente apuntaba a Snape─ Cómo te atreves a tomar su lugar, de un hombre que confiaba en ti... y lo has matado sin pensártelo dos veces.

No pude apartar la mirada de Harry mientras la multitud de estudiantes rompía en susurros, mi corazón latiendo contra el interior de mi pecho porque eso significaba que Harry había estado en la torre de Astronomía la noche en la que Dumbledore había muerto. Así que, ¿Harry había estado mirando, entonces, cuando Draco estaba parando delante del director con su varita hacia arriba, luchando en elegir entre lo que estaba bien y lo que salvaría a su familia?

La gente ahora me miraba a mí también, sus expresiones eran una mezcla de incertidumbre y de cuidadosa desconfianza. Recordé algo que Dean Thomas había dicho cuando me había colado en el sótano de la mansión hacía casi un mes, algo sobre como él había escuchado que yo había ayudado a Draco a matar a Dumbledore; todos deberían haber pensado que Draco y yo habíamos sido los que habíamos matado al director.

Harry no había tenido oportunidad de decir algo más, Snape había sacado su varita imposiblemente rápido y McGonagall estaba lanzándose a sí misma para pararse en el camino, colocando a Harry detrás de ella y alzando su varita furiosamente. Retrocedí hacia atrás precipitadamente junto al resto de estudiantes, el aire entre los dos profesores lleno de enfado y de odio.

McGonagall golpeó su varita hacia arriba y produjo un arco de llamas tan rápidamente que todo lo que vi fue un destello de rojo y naranja, el fuego latente corriendo a través del aire hacia Snape en un infierno cegador. Él rasgó su varita a través de sí mismo para extinguir las llamas antes de que pudieran alcanzarlo, humo silbando a través del aire como si el fuego hubiera lanzado contra una pared llena de agua. Los Carrow estaban parados detrás para darle espacio en el frente del Gran Salón, pero a pesar de que ambos estaban sonriendo como si estuvieran esperando que McGonagall fuera asesinada, los dos sostenían sus varitas fuertemente a sus lados.

McGonagall estaba produciendo maldiciones más rápido de lo que hubiera pensado que fuera posible, su varita siendo casi una mancha mientras la deslizaba a través del aire y mandaba incontables chorros de luz roja hacia el director. Snape apenas se las arreglaba para bloquearlos con un hechizo protector, pero su cara se había arrugado en concentración; yo miraba mientras agarraba el borde de su capa con una mano, y la rompía al alzarse sobre él mismo hasta que se derretía en una forma negra, chocándose con el cristal de la ventana detrás de él y enviando a los Carrow hacia el suelo.

Ni siquiera medio segundo había pasado antes de que los estudiantes rompieran con ruidosas exclamaciones, muchos de los Gryffindors, Ravenclaws y Hufflepuffs rugían en placer mientras Snape escapaba del castillo. Pansy y Marcus estaban intercambiando expresiones de sorpresa mientras yo miraba hacia Harry como si aún no pudiera creerme que realmente estuviera aquí. ¿Por qué había decidido volver aquí en primer lugar?

Estaba mirando a Ginny correr hacia él, y fue solo entonces que me di cuenta que los Carrow seguían en la habitación.

El tiempo se ralentizó mientras Amycus alzaba su varita enfadadamente des del frente del Gran Salón, su mirada furiosa fijada en la espalda de Ginny mientras se apresuraba hacia Harry. Estaba empezando a dirigirme hacia adelante antes de que pudiera siquiera pensar, mi mano alcanzando el interior de mi bolsillo donde estaba mi varita y mis dedos rozando contra el pergamino de la carta de Draco. Los ruidosos aplausos de los otros estudiantes no eran nada más que un silencioso sonido en mis orejas mientras Amycus gruñía la Maldición Asesina, su voz baja y silenciosa a través de todos los chillidos y aplausos.

Avada Kedavra.

Lancé mi varita hacia arriba para bloquearlo, la luz verde rebotando lejos de Ginny y Harry, y en cambio chocando en la pared izquierda en un aerosol de la pared de hormigón. Hubo chillidos a nuestro alrededor mientras ella se agachaba y giraba, pero apenas podía escucharlos mientras pasaba por su lado furiosamente y lanzaba una maldición a Amycus. Su cara era una mezcla de sorpresa y enfado mientras lo bloqueaba fácilmente, pero ni siquiera había parado a pensar que no debería estar atacando a otro mortífago, estaba tan enfadada que no podía pensar.

Envié una bola de fuego hacia él y se apartó de su camino, Alecto rápidamente parándose a su lado y chillando la Maldición Asesina. El chorro de la cegadora luz verde se dirigía hacia mí tan rápidamente que apenas tuve tiempo a reaccionar, sacudiendo mi varita a través de mí misma para bloquearlo. Muerte chocó contra el hechizo protector y rebotó alejándose de mí, mi varita inmediatamente rasgando a través del aire de nuevo para enviar un segundo hechizo. Alecto había estado tan ocupado esquivando por poco su propia maldición que no tuvo tiempo de evitar la mía, la luz roja alcanzando su hombro y enviando su cuerpo girando a través del aire.

Amycus estaba chillando algo furiosamente, y me giré para ver un chorro naranja dirigiéndose hacia mí a través del aire a velocidad de vértigo. Me lancé a mí misma hacia un lado, escuchando chillidos detrás de mí mientras otros estudiantes salían de su camino. Amycus estaba alzando su varita para lanzar otro, su expresión lívida con traición, cuando chillé un impresionante hechizo y envié una segunda maldición de luz roja directamente hacia él. El hechizo nunca llegó más allá de sus labios ya que Amycus fue lanzado hacia atrás alejándolo de mí, su espalda chocándose contra el duro suelo de piedra solo a unos metros de su hermano.

Bajé mi varita con manos temblorosas, mi respiración imposiblemente ruidosa y los latidos de mi corazón ensordando mis orejas mientras los miraba a ambos. Mi mente empezó a aclararse mientras el intenso enfado se desvanecía, solo para ser reemplazado por un mal sentimiento en mi garganta. ¿Qué había hecho?

Fue entonces cuando me di cuenta que el Gran Salón entero estaba en silencio.

Me giré ansiosamente para ver que todas las caras en la habitación estaban fijadas en mí, sus ojos abiertos en incredulidad mientras me miraban. Ginny me miraba con la mirada vacía, la mano de Harry en su brazo como si estuviera empezando a ponerse a sí mismo delante de ella, no me había dado cuenta que menos de un minuto había paso des de que Amycus había enviado la Maldición Asesina en su dirección. Mi respiración salía de forma irregular, pero abrí y cerré mi boca por medio segundo mientras encontraba algo, cualquier cosa que decir.

Los labios de Ginny estaban empezando a curvarse para formar algo que podría haber sido una sonrisa, y su boca estaba formando las palabras que podrían haber sido un "Gracias" cuando un grito desgarrador des de una de las esquinas del Gran Salón rompió a través del aire.

Las cabezas se alejaron de mí para mirar, los estudiantes girándose para ver quién era y que pasaba aquella vez. Busqué entre la multitud y me di cuenta que había una chica de primer año de Ravenclaw al final de la habitación, sus manos apretando sus orejas mientras chillaba fuertemente como si hubiera algo que solo ella podía escuchar. Entonces otra persona empezó a llorar de miedo, y justo estaba girando mi cabeza para ver quién era cuando mi Marca Oscura de repente quemaba tan fieramente que casi tiro mi varita.

Apreté mi antebrazo izquierdo, mi cara arrugándose del dolor y mis rodillas empezando a doblarse. ¿Qué estaba pasando?

Pero entonces pude escucharlo también. La voz del Señor Oscuro haciendo eco y susurrando dentro de mi cabeza, tan fuertemente que tenía que estar retumbando a través del aire del comedor.

Estudiantes y profesores... no creáis que podéis esconderos de mí. No creáis que podéis esconder a Harry Potter de mí y vivo.

La mitad de los estudiantes estaban chillando ahora, la habitación llena de llantos de miedo, pero mi antebrazo izquierdo se sentía como si estuviera ardiendo en llamas y ya apenas podía ver recto. El miedo quemaba calurosamente en mi pecho mientras el Señor Oscuro continuaba, su suave y ruidosa voz en mis oídos.

Si Harry Potter se me es devuelto, no es necesario que otros mueran. Nadie saldrá herido si Harry Potter se me es traído esta noche. Dadme a Harry Potter, y vuestro castillo no será quemado hasta convertirse en ceniza.

El cráneo y la serpiente entintada estaban agudizando contra mi piel, pero ya estaba empezando a levantarme cuando las últimas palabras del Señor Oscuro hicieron eco en el aire, susurrando silenciosamente.

Tenéis hasta media noche.

Hice mi camino a través de Ginny, de McGonagall y de Harry, empujando para hacer mi camino a través de la multitud mientras me tropezaba ciegamente hacia las puertas. Los estudiantes chocaban contra mí mientras me apresuraba a mí misma, empezando a entrar en pánico mientras me daba cuenta que el Señor Oscuro iba a venir a Hogwarts en unas pocas horas para matar a Harry Potter.

Tenía que encontrar a Draco. Tenía que encontrarlo porque si el Señor Oscuro y el resto de los mortífagos venían, no tendría ni idea de a quién pelear.

Alguien me estaba llamando, pero no pude estar segura de quien era, todo en lo que podía pensar era en que necesitaba salir de aquí. Empujé mi camino fuera de la multitud de estudiantes y profesores, abriendo las grandes puertas y saliendo del Gran Salón.

Corrí a través del frío pasillo hacia las puertas delanteras, sabiendo que la única manera en la que podía salir era si desaparecía más allá del portón del castillo. Mi corazón estaba en mi garganta mientras corría a través del pasillo de entrada, sabiendo que, en unas pocas horas, todo se habría ido al infierno.

Después de esta noche, nunca nada sería lo mismo de nuevo.

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