Capítulo 39

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Punto de vista de Draco Malfoy

Esperamos unas dos semanas enteras antes de decidir a volver a entrar en la Sala de los Menesteres. Lo alargué lo más que me fue posible, tomando tiempo extra para encontrar una lista de hechizos para arreglar el daño en el interior del armario, y cuando Eve sugería que volviéramos para probarlos, sacaba cualquier tipo de excusa para esperar aún más. Solamente quería tomarme tanto tiempo como fuera posible para arreglar el armario, porque eso significaba alargar la misión tanto como pudiéramos. Después que Eve me hubiera contado sobre sus padres, quería mantenerla fuera de esto mucho más que antes; pero ella no lo estaba haciendo.

Así que finalmente me convenció para dejar de esperar y de hacer escusas, y fuimos de nuevo a la Sala de Menesteres una tarde de sábado. Estaba inclinado en el abierto armario con Eve levemente sentada detrás de mí en un taburete abandonado de piano, el prestado libro de hechizos descansando sobre sus rodillas. El tiempo había cambiado significadamente a frío ya que el invierno se vislumbraba cerca, así que le había dado mi chaqueta para que se tapara alrededor de sus hombros. Sin embargo, se estaba caliente en la puerta del armario mal ventilado, así que tuve que arremangar las mangas de mi camisa mientras me agachaba en el frente de la madera carbonizada con mi varita estirada delante de mí.

─Joder ─maldecía fuertemente mientras el hechizo que había intentado causaba chispas que saltaron cerca de mi cara, provocando que saltara hacia atrás para evitar perder mis cejas. Mientras me giraba, intentando sentir alguna señal de aire, me di cuenta que Eve estaba intentando cubrir su sonrisa con una mano y al mismo tiempo equilibrar el libro con su codo.

─Lo siento ─ella sonrió, intentando, pero fallando el intentar ocultar el hecho que estaba risoteando─ Esa estuvo cerca.

Rodé mis ojos, pero su sonrisa era infecciosa y acabé sonriendo también.

─Sí, ves y ríete. El hechizo era una mierda... creo que lo ha empeorado.

Eve estiró su cuello para observar más allá de mí, viendo la dañada madera en el interior del armario y encogiéndose levemente. Hojeó el libro de hechizos de nuevo, buscando otra página que habíamos marcado después de que lo hubiéramos cogido prestado de la Sección Restringida tarde una noche.

─Déjame buscar otro. Uno de estos tiene que funcionar.

─Es estúpido ─me quejé, pasando una mano a través de mi pelo desordenadamente mientras iba a sentarme a su lado en el banco del piano─ Ya hemos intentado al menos cinco por ahora. Voy a acabar sin cejas.

Lo había dicho seriamente, pero Eve rio de todas formas. Era casi más fácil reír; lo que estábamos haciendo era tan serio que lo hacía levemente menos inaguantable. Encontró otra página que había manoseado la semana pasada, y me incliné más cerca para leerlo por encima de su hombro. Apuntando a la descripción, Eve dijo: ─Este suena bien, ¿sí? Dice que reforma cualquier artefacto mágico dañado.

─Eso es lo que el último decía ─le dije secamente, pero ya estaba levantándome para intentarlo─ Bien, dirígeme.

Así que Eve me explicó letra por letra como realizar el hechizo, un proceso que era mucho más complicado que cualquier cosa que había intentado antes; probablemente porque el hechizo no era estrictamente legal. Me tomó unos cuantos intentos para finalmente pillarlo, y Eve tuvo que levantarse alguna vez para ajustar la posición de mi brazo. Pero cuando la punta de mi varita finalmente sacó chispas azules y brilló contra la madera dañada, supe que lo había hecho al menos parcialmente bien. Mientras la neblina se desvanecía, Eve se levantó del banco y se acercó hacia mí para ver si había funcionado.

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