Capítulo 13

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Punto de vista de Evelyn Hawkings

Me gustaría decir que había dormido bien después de lo que Malfoy me había dicho, pero la verdad era que no había dormido mejor de cómo lo había hecho la noche anterior. Solo cuando había empezado a pensar que era posible que tuviera un lado bueno, cambiaba y me recordaba porque exactamente no era una buena persona. Pensaba que él había parado a Blaise porque se preocupaba por mí, o al menos un poco, pero en realidad solo había querido parar a Blaise para que no tuviera lo que él quería.

Había sido tonto pensar que Draco Malfoy era bueno.

Sobre las dos de la mañana, me senté en la cama y escribí una carta para mi tía preguntándole si podía enviarme de vuelta a casa.

Ya casi la había terminado, sin mencionar nada sobre lo que había pasado con Blaise o con Malfoy, pero era lo justo para que supiera que necesitaba salir de Hogwarts. La escaneé de vuelta y vuelta sobre la luz de la pequeña vela en mi cama, sacudiendo ligeramente la cabeza en algunas partes que sonaban, a mi parecer, que estaba desesperadamente rogándole– aunque, supongo que es lo que estaba haciendo.

Lo siento por contestarte tan tarde... ha surgido algo... necesito salir de aquí... por favor, tía... no puedo quedarme más aquí...

Tenía el sobre en mi mano, la letra plegada entre ella. Me paré, mirando hacia el trozo de pergamino y preguntándome si estaba haciendo lo correcto.

Casi me dolía pensar sobre ello, pero ahora que estaba mirando de nuevo lo que había sucedido, no había pasado actualmente nada con Blaise la noche anterior. No era una completa idiota; sabía que algo estaba a punto de pasar, pero no había llegado a pasar. Borré mis pensamientos y me pregunté de qué verdaderamente estaba huyendo.

Y la siguiente cosa que supe, fue que estaba lagrimeando media carta y lanzándola a la papelera.

Antes de que me pudiera lamentar, suavemente cogí la vela que permanecía en mi cama y la apagué, apartando las cubiertas sobre mi cabeza. Debajo de la oscuridad y el calor de la manta, me permití llorar silenciosamente.

Mañana lo recompondría. Mañana sería capaz de enseñarles a ambos que estaba bien.

Con un poco de suerte, podría engañarme a mí misma.

*

Cuando caminé al interior de la clase de Pociones la mañana siguiente y vi que Blaise y Malfoy ya estaban sentados en la mesa, mis piernas de repente empezaron a convertirse de plomo.

Pero me forcé a mí misma a mantenerme caminando, poniendo mis hombros hacía atrás y sujetando mi cabeza alta. Me había saltado completamente el almuerzo, pero no había ninguna manera de que me fuera a perder otro día de clases.

Giré por la esquina de la mesa y cogí el borde de mi usual asiento, arrastrándola a la derecha ligeramente antes de finalmente sentarme. Por el rabillo del ojo, pude ver como Blaise estaba mirándome como si estuviera sorprendido de verme, pero no le di la satisfacción de mirar hacía su dirección. Sin decir palabra alguna, cogí mi mochila con minuciosidad y empecé a sacar el libro de texto de Pociones.

Nuestra mesa estaba en silencio, y hasta Malfoy no estaba diciendo nada a Goyle a su izquierda. Me rehusé en mirar sobre la mesa, porque hacer contacto visual con Malfoy era la última cosa que quería hacer.

Snape entró a la clase solo unos momentos después de que me sentara, así que no se pudo poner demasiado incómodo en nuestra mesa. Mientras él se colocaba en el frente de la clase y empezaba la lección de hoy, me forcé a mí misma a prestar atención. Prácticamente podía sentir a Blaise a mi lado, y todo mi interior estaba lleno con una frialdad de hielo. No iba a llorar delante de él; no había manera de que fuera a permitir que eso pasara.

Estaba girada hacía la pizarra, pero pude sentir como Blaise variaba su peso incómodamente antes de inclinarse hacia mí. Me tomó todo mi control no alejarme instintivamente de él.

─Eve ─él susurró tan silenciosamente como pudo. Cuando ni siquiera giré mi cabeza, él repitió un poco más fuerte─ Eve.

Seguí sin moverme, y eso causó que Goyle soltara un bufido y sacudiera su cabeza a Blaise. Él rio silenciosamente, y dijo seguidamente: ─Buen intento, tío.

Me pregunté si Goyle sabía sobre lo sucedido.

Blaise exhaló enfadado y finalmente se inclinó lejos de mí, y fui capaz de soltar un suspiro que había estado sosteniendo. Me sentí mareada y enferma en el estómago, pero iba a hacer pasar la clase sin importarme lo que costara.

Porque si me iba pronto, todos sabrían cómo me estaba sintiendo en mi interior.

La clase continuó. El tono, que más parecía un zumbido, de Snape, me hacía querer cerrar los ojos; solo tres horas de sueño en los pasados dos días no estaba ayudando. Pero finalmente el timbre sonó, y Blaise aún no había intentado hablarme por segunda vez.

Guardé todas mis cosas rápidamente pero no tan rápido, queriendo demostrar que no estaba tan ansiosa de irme, pero realmente queriendo salir del infierno que era allí dentro. El resto de Slytherins siempre tomaban su tiempo en recogerlo todo, así que sabía que sería capaz de irme antes de que alguno de ellos al menos se hubiera levantado de sus sillas.

Había lanzado mi mochila sobre mis hombros y estaba empezando a girarme para alejarme de la mesa cuando de repente Blaise se levantó y dijo fuertemente: ─Espera, Eve...

Finalmente me permití a mí misma girarme para mirarlo con una mirada asesina en mi rostro, pausándome por un momento. Y luego le dirigí la mirada más fría que nunca había dirigido a nadie, y vi como él visiblemente se encogió lejos de mí. Sin decir palabra alguna, me giré y abandoné la clase con mi cabeza alta.

Mis rodillas temblaban increíblemente mientras hacía mi camino a Encantamientos. Quería parar un momento para poder finalmente quedarme detrás y enroscarme sobre mí misma, pero por una vez no iba a permitirme hacerlo. Iba a poder pasar todo lo que me quedaba de día, sin importarme las tremendas ganas que tenía de querer correr hacía mi dormitorio y llorar.

No podía permitir que todas esas personas pensaran que soy débil.

Llegué a Encantamientos a tiempo, y miré por encima de la clase para ver que Ginny ya estaba sentada en nuestra usual mesa en el fondo de la clase. Sentí como mi estómago se revolvía de los nervios, me forcé a mí misma a sacar una pequeña sonrisa e hice el camino a mi asiento.

Cuando coloqué mi mochila al lado de la mesa, Ginny me miró por encima y me sonrió. Mientras me sentaba, ella me preguntó: ─¿Dónde estabas ayer? Fue terrible, tuve que trabajar con Seamus.

Me mantuve ocupada a mí misma con el libro de Encantamientos para así no tener que mirarla a los ojos mientras contestaba cuidadosamente: ─Yo... no me sentía bien.

─¡Oh, no! Ya te encuentras mejor, ¿verdad? ─preguntó Ginny, mirándome por encima─ El partido de Quidditch es la semana que viene, tienes que ir. Obviamente, podrás hacer campaña en mi contra porque estás en la casa rival, pero lo que sea.

─Oh sí ─le respondí débilmente. Me había olvidado completamente del próximo partido de Quidditch.

Ginny finalmente pausó para realmente mirarme, hasta poniendo su mano en mi brazo.

─¿Estás segura de que estás bien? Te ves como si estuvieras un poco enferma.

Entonces, vacilé, porque honestamente quería contarle la verdad. Necesitaba hablar de esto con alguien, y, ¿con quién iba hacerlo? ¿con Pansy?

Pero en vez de contarlo todo, forcé una sonrisa y palmeé su brazo. Entonces mentí, diciéndole fácilmente: ─No te preocupes. Solo estoy cansada.

─Yo también, todos estos deberes me han estado matando y sacándome de quicio ─se quejó Ginny, inclinándose de nuevo en su silla─ Sé exactamente cómo te sientes.

Asentí con la cabeza y sonreí, pensando que en todo aquel tiempo no, ella no tenía ni idea de cómo verdaderamente me sentía.

Y nunca nadie lo haría. Porque, como siempre, estaba demasiado asustada de dejar que alguien entrara.

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