Capítulo 32

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Punto de vista de Evelyn Hawkings

Cuando me levanté la mañana siguiente, estaba enredada en los brazos de Draco, con mi cabeza descansando contra su pecho. Incliné mi cabeza hacia arriba soñolientamente para mirarlo, y vi que no se había dado cuenta de que estaba despierta; Draco estaba sentado con su cabeza inclinada contra la cabecera, su mano derecha deslizada contra mi hombro distraídamente mientras miraba por la ventana a nuestro lado con leves ojos hinchados. En aquel momento, no recordaba lo que había pasado, y así, mis labios se alzaron en una pequeña sonrisa.

Pero entonces recordé.

La sonrisa desapareció en un instante y cerré mis ojos por medio segundo, las imágenes del Señor Oscuro de pie delante de mí quemaban en el fondo de mis parpados, como si nunca fuera a olvidarlos. Podía aún escuchar cómo me hablaba, como su fría voz estaba atascada en mis orejas hasta después de haber dormido.

─Evelyn Hawkings... Debo decir, que estoy decepcionado...

Abrí mis ojos de nuevo y me desplacé contra Draco, metiendo mis manos debajo de mi barbilla para así seguir tumbada sobre su pecho. Finalmente, parpadeó y apartó la mirada de la ventana, inclinando su cabeza levemente para poder mirarme. Draco exhaló silenciosamente y, con su cara a unos centímetros de la mía, susurró: ─Hola.

─Buenos días ─respondí suavemente, mi voz crujiendo y sonando tan forzada que era apenas detectable.

Y entonces durante un largo rato, solamente nos miramos el uno al otro. Miraba en sus pálidos ojos grises sin decir nada, viendo la llama roja alrededor de su iris y sus parpados hinchados. Mis ojos viajaron por la longitud de su nariz, fijando mi mirada en sus labios, viendo cómo se partían levemente, su respiración escapando sin hacer ruido alguno. Incliné entonces mi cabeza y presioné mis labios contra los suyos, besándolo por unos pocos segundos. Cuando me alejé de nuevo y abrí los ojos, Draco se había inclinado hacia delante levemente como si no hubiera querido que parara.

En vez de decir algo justo entonces, él levantó una mano y apartó unos pocos mechones de pelo que habían caído delante de mis ojos, las yemas de sus dedos deslizándose sobre mi frente y provocando que mis mejillas se volvieran rosas levemente. Su palma era cálida contra mi mejilla mientras decía silenciosamente: ─Te quiero.

Sostuve su mano contra mi mejilla y dije sin ni siquiera tener que pensar: ─Yo también te quiero.

Y diciéndolo en aquel momento, pude ver que significaba mucho más para Draco de lo que creía.

Probablemente hubiéramos estado de aquella manera durante mucho más, solamente mirándonos el uno al otro, si mi estómago no hubiera gruñido fuertemente.

Eso hizo que finalmente ambos sonriéramos por la primera vez en lo que se sintió años, y Draco sonrió hacia mí preguntándome: ─¿Tienes hambre?

─Aparentemente ─le dije, rodando mis ojos y levantándome─ Lo siento. No cené.

─Oh ─Draco contestó un poco culpablemente, también levantándose y balanceando sus piernas hacia fuera de la cama. Se paró y se dirigió hacia el armario para encontrar una camisa limpia, mientras yo colocaba mi pelo en una coleta para poder apartarlo de mi cara. Draco estaba hurgando en el interior de su armario con su espalda hacia mí mientras decía sobre sus hombros─ Podemos ir abajo y comer. Mis padres probablemente no estén en casa.

─Vale ─dije, sin saber que más decir. Decidí no preguntar dónde más podrían estar sus padres; no estaba completamente segura de si quería saberlo. En cambio, me senté en su cama con mis piernas cruzadas, frotando mis brazos desnudos ante el frío aire de la mañana.

Little BirdWhere stories live. Discover now