Little Bird

Epílogo

Seis años después

Punto de vista de Evelyn Hawkings

El día en que mi nombre cambió de Hawkings a Malfoy, llovió durante horas.

Estábamos debajo del pabellón largo y transluciente para protegernos de las gotas de lluvia, agua golpeando contra el claro plástico por encima de nuestras cabezas mientras Draco deslizaba el anillo a través del bulto del nudillo de mi mano izquierda. La parte baja de mi vestido estaba empapada a causa del césped húmedo y la mitad de la multitud habían necesitado abandonar sus zapatos llenos de barro mientras se sentaban en las sillas plegables a nuestro alrededor, pero a nadie parecía importarle. Mientras Draco inclinaba la cabeza para besarme por primera vez como marido y mujer, hubo unos ruidosos aplausos alzándose a nuestro alrededor.

Me giré hacia la multitud de gente, mis mejillas sonrojadas y una sonrisa tan grande que dolía, mi corazón palpitando contra el interior de mi pecho a la misma vez que la lluvia golpeaba por encima de nuestras cabezas. Mi tía estaba empezando a tener los ojos llorosos en la primera fila, sus ojos brillando mientras nos sonreía y aplaudía felizmente. Lucius y Narcissa estaban cerca de los asientos traseros, el padre de Draco parado rígidamente pero aun así aplaudiendo silenciosamente; sabía que estaba incómodo porque Harry y Ginny Potter estaban solo al otro lado de la tienda, aunque su expresión lo disfrazaba bien.

Un trueno retumbó e hizo eco a través del aire mientras Draco tomaba mi mano en la suya, su palma cálida y suave contra la mía. Le eché un vistazo por la esquina de mi ojo, intentando no reírme mientras una pequeña fuga en el techo de la tienda hacía caer unas pocas gotitas de agua en su traje. Dándole un apretón a su mano y cabeceando hacia la lluvia que caía sobre nosotros, le susurré con una sonrisa: ─¿Mala suerte?

─De ninguna manera ─Draco sonrió picaronamente, tomando un paso hacia el pasillo delante de nosotros─ tú y yo, no necesitamos suerte. Señora Malfoy.

Los dos empezamos a caminar por el pasillo entre las hileras de sillas, sonriendo incontrolablemente y apretando manos fuertemente; los sonidos de aplausos y de lluvia aumentando a nuestro alrededor como música.

*

Dos años después

La luz del sol se filtró a través de las claras ventanas, moteando a través de las sábanas blancas arrugadas donde apenas se había dormido. El olor a pintura fresca hacía cosquillas en mi nariz, y cajas de cartón cerradas con cintas adhesivas todavía se alineaban en la pared de la habitación que nos rodeaba; pero desembalar era la última cosa en nuestras mentes.

Draco me besó con una sonrisa en la cara, su mano derecha se extendió a través de mi estómago aún plano con las sábanas enredadas a mi alrededor. Las hojas de otoño revoloteaban a través de la ventana a nuestro lado mientras él susurraba contra mi piel: ─Soy tan feliz, Eve, soy tan feliz...

Yo estaba riendo, sus labios haciendo cosquillas en mis mejillas y su mano todavía cálida contra mi estómago, como si él ya estuviera buscando sentir el palpitar de un segundo y pequeño latido de corazón. Draco estaba besando mi cuello, sonriendo mientras chillaba e intentaba alejarme a través de las almohadas. Todavía sonriendo ampliamente, él me dijo suavemente: ─Voy a cuidaros. A los dos.

Y en menos de nueve meses, estábamos sosteniendo a nuestro hijo recién nacido en la habitación de hospital por primera vez, llorando juntos mientras lo mirábamos.

La cálida lana de la manta estaba rascando contra la piel de mi antebrazo mientras Scorpius se desplazaba en mis brazos; sus párpados eran suaves y su pequeña boca se partió levemente mientras dormía. Draco se había colocado en la cama del hospital conmigo, un brazo fuerte alrededor de mis hombros como si no pudiera estar lo suficientemente cerca de mí. Había lágrimas en ambos de sus ojos mientras la mano pequeña de Scorpius, en sus sueños, se agarraba alrededor del pulgar de Draco; el aliento atrapado en mi garganta mientras él se sostenía fuertemente en la mano gastada y endurecida de Draco por primera vez.