Capítulo 55

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Punto de vista de Draco Malfoy

Presencié como el Señor Oscuro perdía completamente el control aproximadamente dos semanas antes de las vacaciones.

Aún no estaba seguro de porque, porque nos había llamado a mis padres, a Bellatrix, y a mí para ir a la habitación una tarde de sábado para interrogar a los duendes de Gringotts; yo había estado parado silenciosamente en el fondo, manteniéndome fuera de camino, mientras él y Bellatrix pedían respuestas a los duendes sobre la espada de Gryffindor. Había estado mirando el suelo y parpadeando cuando alguno de ellos lloraba de dolor, cuando el Señor Oscuro de repente espetó.

Las paredes brillaban de verde mientras chillaba la Maldición Asesina, seguida por otra, y otra. Los duendes que fueron lo suficientemente desafortunados de estar en su camino, fueron lanzados hacia atrás, su varita acuchillando furiosamente a través del aire mientras la sangre rociaba la madera del suelo y los cojines del sofá. Lucius estaba empujando a mi madre y a mí hacia la puerta cuando el Señor Oscuro finalmente bajó su varita, cada uno de los duendes tendidos muertos en sus pies.

Todo el salón estaba en silencio excepto por la respiración agitada de mi familia, hasta Bellatrix se había agachado en la esquina. Mi corazón estaba bombeando contra mi pecho porque nunca lo había visto perder el control de aquella manera, y estaba horrorizado de que en cualquier momento volviera a alzar su varita de nuevo para matarnos a los demás.

Los pies del Señor Oscuro estaban manchados de rojo mientras caminaba sin problemas a través de los cuerpos, su expresión escondida de mí ya que no lo podía ver bien por los hombros de mi padre. Nagini se deslizaba a través del sangriento suelo hacia él, su cabeza alzándose para encontrarse con la mano del Señor Oscuro extendida.

Sin decir siquiera palabra alguna, el Señor Oscuro desapareció en una nube de humo negro.

Mi madre estaba llorando. Estaba haciendo todo lo que podía por contenerlo, pero estaba llorando. Mis ojos estaban abiertos como platos mientras miraba abajo hacia los duendes muertos, encontrando difícil respirar e intentando sostener la bilis que estaba alzándose por mi garganta. Bellatrix, por una vez, se vía igual de horrorizada que el resto de nosotros, y estaba mirando los cuerpos con una mirada vacía, como si no se creyera lo que acababa de suceder.

Y entonces me di cuenta que no podía soportar estar en el salón por un segundo más, no con un incómodo silencio solo interrumpido por los llantos de Narcissa y el olor a sangre en el aire. Me giré y salí de la habitación, ni siquiera parándome cuando la puerta se cerró de golpe contra la pared negra y Lucius mirara para ver a donde iba.

Esto es malo, pensé mientras trepaba las escaleras en pánico, dejando el salón lejos de mí, pero sin ser capaz de borrar la imagen de los duendes muertos cubiertos de sangre. Esto es muy, muy malo.

Cualquiera de nosotros podría haber sido asesinado. Estaba claro que el Señor Oscuro había estado tan enrabiado que no hubiera dudado en girar su varita hacia mí o a mis padres, hasta Bellatrix casi había sido abatida, y eso quería decir que nadie estaba a salvo. Las cosas habían cambiado más drásticamente que antes; el Señor Oscuro estaba claramente fuera de control, y estaba dejando de saber quién estaba en contra de él y quién era el enemigo. No había duda de que nadie estaría seguro en su presencia ahora.

Por mucho que me matara admitirlo, no había ninguna forma de poder traer a Eve de vuelta aquí para las vacaciones de Navidad. No después de que el Señor Oscuro asesinara a siete duendes sin aviso o razón, no cuando algo como aquello pudiera pasar mientras Eve estuviera allí y salir herida.

La quería demasiado para permitir que se quedara en la Mansión, aunque fuera por una semana. No importaba cuanto necesitara verla, no era lo suficientemente egoísta para ponerla en peligro.

Little BirdWhere stories live. Discover now