Dulce como un durazno.

By AmaterazuHime

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El durazno no fue tan efectivo cuando el Rey de los Goblins quiso hacerle olvidar todo... Ella recordó que de... More

Capítulo 1. After all. (Después de todo.)
Cap 2. Everything I've done I've done for you(Todo lo hecho, lo he hecho por ti)
Capítulo 3: Al rescate de Toby, otra vez.
Capítulo 4. I'm Underground.
Capítulo 5. Divertimento.
Capítulo 6. A land serene. (Una tierra serena)
Capítulo 7. La cena en el Ballroom.
Capítulo 8: See these eyes so green. (Mira estos ojos tan verdes)
Capítulo 9. En la alcoba.
Capítulo 10. Buenos días, Labyrinth.
Capítulo 11. ¿Tregua?
Capítulo 12. Somebody up there likes me. (Alguien de arriba mira por mí.)
Capítulo 13. Cena para dos.
Capítulo 14. Trueque por una vida.
Capítulo 15. Algo sobre el pasado.
Capítulo 16. You're no match for me, Sarah. (No puedes enfrentarme, Sarah)
Capítulo 17. Esta es mi respuesta, Rey Goblin.
Capítulo 18. La fiesta de Toby y un regalo muy especial.
C. 19.Don't tell me 'truth hurts' (No me digas 'la verdad duele')
Capítulo 20. No one can blame you. (Nadie puede culparte)
Capítulo 21. En la oscuridad.
Capítulo 22. ¿Cómo que se van?
Capítulo 23. ¿Reordenar el tiempo?
Capítulo 24. It's doesn't look that far. (Eso no parece tan lejos).
Capítulo 25. Jareth y el Rey Goblin.
Capítulo 26. What a nice surprise! (¡Qué linda sorpresa!)
Capítulo 27. Un pequeño ardid.
Capítulo 28. Reflexiones y remordimientos.
Capítulo 29. Un buen despertar.
Capítulo 30. Conviviendo con Lady Brigitte.
Capítulo 31. Time will crawll. (El tiempo se arrastrará)
Capítulo 32. Guerra fría.
Capítulo 33. Loving the alien. (Amando al extranjero.)
Capítulo 34. Sweet is the night. (Dulce es la noche.)
Cap. 35. Though we're strangers'til now.(Si bien éramos extraños hasta ahora)
Capítulo 36. Un regreso diferente al planeado.
Capítulo 37. Cartas y contiendas.
Capítulo 38. La justicia en buenas manos.
Capítulo 40. Este es el Aboveground.
Capítulo 41. Let's dance. (Bailemos.)
Capítulo 42. The wedding song. (La canción de bodas)
Capítulo 43. Tonight. (Esta noche)
Capítulo. 44. But down, in the Underground, you'll find someone true.

Capítulo 39. Day in day out. (Día tras día).

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By AmaterazuHime


  Sarah dejó la habitación de Lucía luego de que esta alimentara a su niña y ambas se durmieran. En verdad, no sabía si ella podría ser tan fuerte como esa niña. No podía imaginar todo el pesar por el cual la muchacha debió pasar y, aun así, ella encontraba la forma de calmarla. ¿Acaso ese don había estado siempre allí? ¿Serían esos los poderes que el Rey Goblin le había dado? ¿Qué estaría haciendo ahora? ¿Estaría bien? ¿Por qué ella estaba tan preocupada al respecto?

  —Si... Su Majestad viene aquí, avísale que estaré en mi cuarto —susurró y la goblin cabeceó.

  —Pierda cuidado, Milady. —La futura reina cerró la puerta con cuidado tras sonreír a la nana que permanecía en vigilia, por las noches, junto a las dos niñas. Y tras un suspiro, comenzó a avanzar hacia su habitación. Estaba por llegar a su alcoba cuando sintió el ruido tras ella. ¡POP!

  —¿Jareth? —murmuró aún sin darse vuelta.

  —Sí —la sedosa voz respondió y ella giró rápido para verle.

  —Estás bien —habló aliviada tras examinarlo. Él sonrió.

  —Por supuesto. ¿Esperabas lo contrario? —él bromeó y fue atacado por un fuerte e imprevisto abrazo—. ¿Qué pasa, mi nena? —cuestionó con dulzura, a la vez que, sus brazos la rodeaban.

  —Nada. —Se separó levemente, con las mejillas encendidas, pero, él no la soltó—. Sólo... quería asegurarme de que no estabas lastimado o... algo como eso.

  —¿Oh, eso? ¿O... me echabas de menos?

  —¿Por qué iba a echarte de menos? —Frunció el cejo.

  —Tú dime. —Volvió a sonreír con un dedo en su barbilla para que lo enfrentara.

  —Bueno... es que... me prometiste a Merlín y por culpa de esa "amiga" tuya no lo trajiste. —Jareth dejó salir una risita.

  —¿Tanta proximidad por un perro pulguiento?

  —¡Merlin no es un perro pulguiento!

  —Muy bien. ¿Qué apuestas?

  —¡¿Qué?! —espetó ella.

  —¿Qué apuestas? Yo lo traigo, si no tiene pulgas, tú ganas algo que escojas, dentro de algunos límites, claro. Y si tiene pulgas, yo gano algo que elija. ¿Qué dices?

  —¡No! —Él imitó un cloqueo—. ¡Yo no soy una gallina! —Jareth elevó los ojos al techo y siguió cacareando con fingida distracción. Sarah gruñó—. ¡Estúpido Rey Goblin, yo no soy cobarde y acepto! —Repiqueteó su dedo en su hombro—. ¡Mi perro no tiene pulgas! —El rostro del monarca dibujó una amplia sonrisa.

  —¿Entonces, cuál es tu recompensa? No puedes echar atrás lo del matrimonio —"Yo sé eso", pensó ofendida tan sólo porque él lo sugiriera—, no puedes pedir que libere a tus amigos ni que quite mi poder sobre ti. —"¡¿Y qué, entonces?!" Sarah meditó muy bien lo que pediría ya que, las dos últimas opciones habían pasado por su mente y él ya las había descartado como posibles.

  —Mh... —Se llevó un dedo a los labios—. ¿Qué podría pedir? Si yo gano... —Se mordió los labios. ¡Qué frustrante, era como si ya nada le hiciere falta y lo poco que hubiera pedido él se lo había prohibido!—. ¡Oh...! ¡No lo sé! —clamó agotada—. ¡¿Qué más puedo pedir si no me ha hecho falta nada desde que llegué aquí?!

  —¿Una cita a solas con tu atractivo prometido? —la provocó.

  —Eso es lo que a ti te gustaría... —Y de repente, sonrió como si hubiera tenido una gran idea—. ¡No, espera! ¿Jareth, nosotros podemos ir al Aboveground?

  —Bueno, sí... —respondió con cautela—. ¿Por qué?

  —¿Y podemos mezclarnos entre la gente como uno más del resto? —Jareth la miró de reojo con suspicacia, ¿qué tenía en mente esta chica?

  —Quizás —contestó sin querer arriesgarse.

  —¡Entonces, quiero que me lleves a un parque de diversiones! —Sonrió de oreja a oreja. Sí, eso era lo que deseaba, eso era una de las tantas cosas que siempre había soñado, tener una cita en un parque de diversiones como cualquier otra chica.

  —¿Sólo... eso? ¿Una cita en un parque?

  —No cualquier parque, Jareth. Un parque de diversiones.

  —Bueno. Hecho. ¡Mi turno! —Esta vez, ella lo observó preocupada. Él sonrió con picardía—. ¡Oh, sí, hay tanto que podría pedir! —Repiqueteaba su dedo en su barbilla viéndola de reojo y riendo cada tanto como si lo que cruzaba por su mente le resultara gracioso—. Ya sé —le dijo tras tocarle la nariz con su dedo—. Si el dichoso Merlin tiene pulgas, tú, mi mascota, me prometerás que me dejarás gobernarte durante la noche de bodas.

  —¡¿Qué?! —clamó sin comprender qué significaba eso.

  —Lo que oíste. En nuestra primera noche de casados, deberás prometerme que me dejarás gobernarte.

  —¡¿Por qué?! —chilló.

  —Porque es lo que yo quiero. Yo no puse objeciones sobre lo que tú quieres, ¿o sí?

  —¡No, pero...!

  —Sarah, podría haber pedido cosas más... difíciles para ti, como compartir nuestros cuartos antes de la boda o algo como eso. Pero, no lo hice. Y no es mucho lo que pido. ¿Qué tan diferente puede ser que me dejes gobernarte si ya tengo poder sobre ti? —Sarah cabeceó viendo su punto de vista.

  —Tienes razón —suspiró—. Está bien. Acepto. —Él sonrió satisfecho con el arreglo.

  —Entonces, tenemos un trato. —Unió sus labios—. Ahora, aguárdame en tu alcoba, iré por el pulguiento.

  —¡Él no es...! —Quedó sola en el pasillo—. ¡Odio cuando hace eso!



  Traer a un perro era más fácil que traer a un humano y no pudo evitar ir a husmear a su pequeño protegido, aprovechando que la pareja estaba cenando en el comedor, apareció en la alcoba de la misma, donde Toby estaba en su cama-cuna, en la antigua habitación de Sarah.

  —¡Su Majestad! —El goblin se arqueó de inmediato.

  —Hola, Shieldon. ¿Cómo van las cosas? —Se asomó a la cama donde Toby, somnoliento, le sonrió y estiró sus bracitos.

  —Aburridas, como verá. Ayer vino una vieja loca, creo que era la abuela de Sir Tobias. Se atrevió a llamarme "fantasma".

  —¿Te vio? —indagó extrañado, ya, con Toby en brazos.

  —No. Ella dijo que sentía una energía aquí, cerca del niño. —Sonrió el goblin.

  —Bueno, mejor que piense que eres un fantasma y no un goblin. —Suspiró el rey—. Si llegan a poner objetos de hierro en su cuna, te verás incapacitado de protegerlo.

  —Aun así, Sir, haría mi mejor esfuerzo.

  —Lo sé, mi buen goblin. —Le sonrió al niño—. ¿Oye, mi pequeño muchachito, nos extrañas, verdad? —Toby golpeó con sus dos manitos el rostro del monarca y, luego, recostó su rechoncho cuerpecito sobre él—. Yo también, mi muchacho. —Lo acunó y le tarareó una canción a media voz por lo que el pequeño se durmió de inmediato—. Muy bien, Shieldon. Cualquier cosa no dudes en comunicarte y, si llegan a colgar unas tijeras o algo como eso en su cama, y debes alejarte de él, hazlo. Desde el Underground yo puedo hacer algo. —Sonrió pensando que Sarah seguía siendo humana y que a ella no le afectaba el hierro.

  —Sí, Su Majestad. —Cabeceó el soldado, mientras, Jareth acomodó con cuidado a Toby nuevamente en su lecho.

  —Ah, y... se quedarán sin perro.

  —Me hará un favor, Su Majestad. Ese perro puede verme y, a veces, me persigue queriendo jugar. —Jareth sonrió.

  —Un perro juguetón y una bruja. ¡Pobre Shieldon! —rió—. ¿Dónde está él?

  —En la cochera. El pobre ya no tiene quién lo pasee.

  —¿Ahora también rescato perros? —le sonrió con befa.

  —No, Su Majestad —Shieldon le correspondió con algo de sonrojo, no era eso lo que había insinuado.

  —De acuerdo. Recuerda todo lo que te dije. —Se inclinó sobre la cuna para besar a Toby antes de desaparecer.



  —¡Merlin! —exclamó Sarah cuando advirtió la peluda figura delante de su prometido en la puerta de su habitación. El perro ladró y corrió a los brazos de la joven ya en camisón y bata, pues, no deseaba mantener a Twig hasta altas horas aguardando por ella para cambiarse—. ¡Oh, Merlin, mi hermoso Merlin! —Jareth dio unos pasos dentro, cerrando tras él, mirándolos con aprehensión a la par que se sacudía con la mano algunos pelos y unas enormes patas marcadas en su atuendo.

  —Sí, muy hermoso... y sucio. —Sarah lo miró incrédula y por poco se echa a reír.

  —Bueno, no puedes culparlo. Tú me trajiste aquí y él no tenía a nadie más que se hiciera cargo. —Tenía que reconocer que olía a diablos—. Pobre Merlin. —Acarició su cabeza y él le movió la cola.

  —Yo no te traje, tú viniste —le recordó él—. Ahora, si ya se acabaron los saludos... llegó la hora de la inspección. —Sonrió haciendo aparecer una lupa en su mano y yendo hacia ellos.

  —Él no tiene pulgas —afirmó con tozudez.

  —Pues, veamos —Él sonrió. Tras unos minutos de que Merlín estuviera de espaldas, en tanto, Jareth y Sarah sentados junto a él en piso...—. ¡Ja, ja, ja! ¡Y esta es la quinta! —Rió él con una más en la pinza que sostenía e iba metiéndolas en un cristal—. ¡¿Quién no es pulguiento?!

  —¡No es justo! ¡Él ha estado descuidado! ¡Nunca tuvo pulgas! —rezongó ella cruzándose de brazos.

  —¡Qué lástima! —se mofó él—. Ahora, alguien que yo conozco, me debe una promesa que se la haré recordar ese día. —La picó suavemente con su dedo en el hombro.

  —¡Ya sé, fastidioso "Rey Goblin"! —Ella alejó la mano de un revés—. ¡No necesito que me lo recuerdes!

  —Bien, ahora, con respecto al pulguiento... —Sarah lo fulminó—. ¿Qué? Lo es mientras las tenga. —La muchacha elevó los ojos—. Si quieres que se quede aquí contigo, démosle un baño. Apesta. —Llevó un dedo a un lado de su nariz en gesto despectivo.

  —A Karen no le simpatiza y siempre lo deja afuera. ¿Cómo no va a ensuciarse?

  —¡Preparemos la tina en mi baño, es más grande! —Sarah advirtió algo de infantil ansiedad en su voz—. ¡Yo iré a llenarla de agua y tú... trae tus toallones, presumo que con los míos no será suficiente! —Fue hacia la puerta interna. Cuando ya estaban en el cuarto de baño de él, pusieron entre los dos al enorme perro dentro, el cual claro que luchaba por lo contrario. Una vez que lo consiguieron, Merlin se escapó y comenzó a correr por el baño y cuando lo creyó conveniente, se sacudió dejándolos empapados—. ¡Ugh! —exclamó él.

  —¡Merlin! —la respuesta fue un ladrido—. ¿Por qué no mejor usas tu magia para limpiarlo?

  —¿Y perderse toda la diversión? —Le sonrió—. ¡De ninguna manera! —Fue a por él. Sarah lo observó con sagacidad.

  —¿Jareth...?

  —¿Sí? —cuestionó acarreando al mojado perro.

  —¿Alguna vez tuviste un perro?

  —¿Por qué esa cuestión? —se hizo el desentendido metiendo a Merlin en la tina, mas, Sarah consiguió ver su incomodidad y rió.

  —Por nada. —Ella pasó su brazo por sus hombros para besar su mejilla haciendo que él sonriera con encantadora sorpresa y placer—. Bañemos juntos a Merlin. —Se quitó la bata para poder trabajar mejor. Él se había deshecho del chaleco y de los guantes y había enrollado las mangas de su camisa. Cuando terminaron, Merlin estaba listo como para una exposición de belleza canina, en tanto, ellos... eran un desastre, totalmente empapados y agotados de luchar con el animal—. ¿Ahora, quién nos bañará a nosotros? —Ella rió, sentándose en el suelo junto a la bañera con él a su lado. Merlin ya se había acomodado sobre el lecho del rey.

  —Yo puedo. —Él levantó un dedo y ella lo espió con una mirada de advertencia. Él la vio de reojo con picardía—. Yo no dije que usaría mis manos. Estaba hablando de mi poder. ¿Por qué, quieres que te bañe?

  —Buenas noches, Rey Goblin. —Se iba a incorporar cuando él, la tomó de la muñeca y trayéndola hacia sí, la sentó sobre sus piernas—. ¡¿Qué haces?! —protestó sin notar que el baño estaba nuevamente impecable, al igual que ellos.

  —Besarte —explicó antes de hacerlo—. Tres días —murmuró junto a su cuello donde escondió su rostro estrechando el abrazo. Sarah sonrió; una mano permanecía sobre su hombro y la otra a la altura de su cintura. Ninguno de los dos hizo mira por moverse. Tras unos segundos, él volvió a hablar—. ¿Qué tanto tienen esos parques de diversiones? Quiero decir, ¿son tan divertidos?

  —¿Nunca has visto uno? —indagó incrédula.

  —Bueno, sí, pero, no sé... Yo puedo hacer todas esas luces y movimientos con lo que sea. ¿Dónde está la gracia? —La miró con fidedigna curiosidad.

  —Tienes que ir a uno para notarlo, aunque... sí, quizás, a ti no te impresione mucho. —Se mordió el labio inferior.

  —Bueno... quizás, no lo sabré hasta que vaya a uno, ¿no? —La observó haciéndose el incauto. Ella tardó en notarlo.

  —¿Qué fue eso?

  —Bueno... también te prometí que te cortejaría antes de la boda y... con todas las idas y venidas, no tuve mucho tiempo para ello.

  —No si "cortejar" significa "molestar". —Ella elevó una ceja haciéndolo reír.

  —De acuerdo. De todos modos, haremos lo siguiente; antes de casarnos, iremos a un parque de diversiones. —Sarah sonrió contenta.

  —¡¿Lo prometes?! —Sus ojos se agrandaron más.

  —Lo prometo. —Hizo el gesto sobre su pecho para afirmar sus palabras y ella lo abrazó risueña.

  —¡Oh, gracias, gracias! —Lo besó en los labios y él le exigió unos cuantos besos más.

  —Ahora, mi amor, será mejor que vayamos a dormir. Para nuestra desgracia, mañana, tendremos que ocuparnos de esa arpía y ver al "simpático" de Kaden. —Sarah suspiró.

  —¿Jareth, no existe peligro alguno allí, con ese hombre?

  —Siempre lo hay. —Acarició su espalda reconfortándola—. Pero, no te sucederá nada, lo juro por mi vida. —Ella estudió su mirada. ¿Qué era eso que veía en sus ojos una y otra vez? ¿Por qué cuando la miraba así, pasaba por ella la absurda idea de... algo fuerte e imposible de creer? ¿Acaso Twig tenía razón sobre que estaba enamorada de su Rey Goblin? Esta vez fue él quien suspiró sin sacar su mirada de la suya—. Conejita, será mejor que regreses a tu cuarto si no quieres que este "Rey Goblin" se porte mal. —La joven se sonrojó y se puso de pie de inmediato. Él la miró risueño—. Bueno, tampoco es para que te alarmes —rió parándose a su lado.

  —¡Yo no me alarmé! ¡Tonto!— clamó saliendo del baño.

  —¡Oh, ahora, soy tonto! —Sonrió—. ¿Esta es la misma cosita que hace un rato me estaba besando sin parar?

  —¡Cállate! ¡Vamos, Merlin! —ordenó al perro que sólo elevó la cabeza para volver a recostarla.

  —¿Qué pasa, Pulguiento, quieres dormir conmigo cuando tu ama no? —La vio por el rabillo del ojo.

  —¡Él no se llama pulguiento, es Merlin! —clamó enfadada.

  —Bueno, él no ha probado ser un mago, pero, sí lo otro. —Señaló al perro. Sarah entrecerró su mirada, mas, optó ignorarlo.

  —¡Vamos, Merlin, deja a "Su Majestad" con "sus" pulgas!

  —Eso es cierto. Aquí la de "pocas pulgas", eres tú. —Sarah gruñó y dándole vuelta la cara, se marchó a su cuarto. Jareth rió por lo bajo.

  —Vamos, Merlin, ve con ella. —El perro ladró y fue tras la muchacha que estaba tirada boca abajo sobre su lecho. Jareth se asomó con cuidado y sonrió al verla—. Descansa, mi amor —susurró en su oído a la par que la cubría con una manta. Sarah levantó la cabeza para mirarlo con serenidad. Él besó su mejilla—. Duerme.

  —Buenas noches, Jareth. Y... gracias. No por hacerme enojar, pero, por el resto...

  —Sh... Buenas noches, mi mascota. —Volvió a besarla, esta vez, en sus labios antes de desaparecer.



  Temprano en la mañana, Jareth, Sarah y una decena de los mejores guardias, aparecieron frente a las puertas del castillo del rey Kaden, escoltando a la Condesa Lilith. Sarah no podía dar crédito al fuerte viento que corría por aquellas alturas y agradeció el haberle hecho caso a Twig con respecto al vestido de invierno y al espeso abrigo que le había dado. Jareth la sostenía con uno de sus brazos alrededor de su cuerpo para mantenerla resguardada del frío y de la brisa. Ni bien se anunciaron, las puertas se abrieron y, de inmediato, se los condujo a la sala del trono. 

  El cielo raso del castillo era más alto que el del reino goblin y algo más rústico. Escudos y armas como adornos por doquier y tapetes colgados de las paredes relatando distintas hazañas. Los guardias eran todos casi de la misma talla que Gontran. Parecían ser gente ruda y reservada. Dos de estos abrieron los portones de metal e hicieron el anuncio de la presencia del monarca de los goblins y del Underground y de Lady Sarah. Cuando Sarah oyó esto último, miró con sorpresa a su prometido. ¿Rey del Underground? ¿No era sólo de Labyrinth? Él la miró de reojo. Sarah sabía que no era momento de cuestionarle nada y siguió su ejemplo de fría calma.

  —Bienvenido, Su Majestad. —El monarca frente a sí se puso de pie para saludar al rey con una inclinación y, luego, dirigirse a la muchacha que, a su vez, le correspondió con un respetuoso saludo. Ella todavía no era reina y, por lo tanto, era inferior a este rey, como Brigitte le había explicado en cuanto a las normas.

  —Gracias, Rey Kaden —la voz de Jareth no mostraba sentimiento alguno—. Esta es mi futura reina, Lady Sarah, Campeona de Labyrinth. —Kaden extendió una enguantada mano, tal parecía todos los feys usaban guantes, se dijo la joven. Sarah apenas pudo sentir los labios del hombre de imponente figura. Su vestimenta era negra a excepción por su blanca camisa. El cabello era largo hasta los hombros y tan negro como el de la misma Lilith, sus ojos de un color casi dorado, sus facciones eran rústicas, pero, nobles. Algo en él le recordaba a Gontran.

  —Es mi placer, Milady —su voz era cavernosa. Sarah le calculaba unos treinta y cinco años del Aboveground, aunque, su mirada parecía ser aún más sabia e imponente.

  —El honor es mío, Su Majestad. —Los labios del monarca hicieron una leve sonrisa para ver a Jareth.

  —Ahora entiendo perfectamente el porqué de su elección, Su Majestad, y el por qué Lady Lilith intentó destruirles. Tal parece, esa es una maña que no he conseguido quitarle —observó a la fey con ojos implacables. La mujer no parecía amedrentarse, viendo a todos con desprecio—. Guardias, lleven a la Condesa a la nueva celda. Espero que allí encuentre todas las comodidades con las que alguna vez soñó, Milady —le dijo burlón. Sarah no supo por qué le pareció que había viejas cuentas sin saldar entre esos dos. Jareth continuaba como si nada y ella respiró imitándolo—. En verdad, lamento todos los problemas que les haya causado. ¿Les parece un recorrido a mi castillo antes del almuerzo? Usted es la primera mortal que pisa mi castillo, Milady; me gustaría mucho tener su punto de vista.

  —Claro, Su Majestad. ¿Su Gracia? —le cuestionó a Jareth.

  —Por supuesto. —Cabeceó y siguieron al rey Kaden. 

  Sarah observaba todo con atención. Ciertamente que todo allí era en absoluto varonil. Cuando el monarca cuestionó su opinión durante el almuerzo, ella no pudo más que decirle con franqueza que si bien todo era imperioso, no dejaba de ser demasiado frío y masculino y que ese color verde musgo que se repetía constantemente, aburría. Jareth dejó de respirar por unos segundos, hasta que oyó, por primera vez en su vida, la franca risa de Kaden.

  —¡Milady, es usted una bendición para mis oídos! ¡Ya estaba harto de que todos me dijeran lo encantador y magnífico que lucía mi castillo! Mi estimado Jareth, usted no es para nada tonto en esta cuestión de buscarse una compañera. Ella es joven, hermosa, inteligente y sincera.

  —Sí. —Se forzó en sonreír pasado el susto y mordiéndose la lengua por no agregar lo cabezadura, imprudente y caprichosa que podía llegar a ser. Claro que, así la quería él—. Ella es... especial —convino ya más relajado—. Una verdadera joya y es mía. —Le sonrió. Kaden rió por lo bajo.

  —No lo culpo por marcarlo. Y bien, ¿cómo está mi sobrino?

  —Él está muy bien. Mi prima y él son un ejemplo a seguir para nuestras familias. —Kaden suspiró.

  —Si hay algo difícil son las familias, ¿no lo cree? Yo no mantengo contacto con Gontran tan sólo por no llevar la atención hacia él o su esposa. Su familia supongo que debe estar tan... resentida como la mía.

  —Sí; la mayoría. Usted sabe que, ya de por sí, mi tío no es muy querido por ellos.

  —¡Ja! ¡Y luego, dicen que la sangre es lo que cuenta! Yo soy feliz aquí porque no vienen muy seguido. Prefieren mantenerse en mi otro castillo, dentro de las montañas donde los fuertes vientos no llegan, por eso los cité en este, para evitar alguna lengua mal intencionada.

  —¿Entonces, contaremos con su presencia en nuestro enlace?

  —No lo perdería por nada del mundo. ¿Quién dice, quizás, pueda conseguir a una futura reina para mí? —Sonrió con cierta melancolía.

  —¿Por qué no? —Sarah sonrió con candidez. Y Kaden la observó con simpatía.

  —Pues... más allá del verde musgo que aburre —apretó los labios por no reír—, la mayoría no considera que este sea un lugar muy propicio para una dama y que su rey no tiene otra cosa en mente que las guerras y... otras cuestiones similares.

  —¿Quién dice?

  —Sarah, mi querida... —le pidió Jareth con cierta incomodidad.

  —Está bien, Su Majestad. Ella ha sido sincera conmigo, es justo que pretenda saber un poco más de mí, especialmente lo que, alguna vez, ha sido noticia en todo el Underground. Hubo una vez que estuve a punto de casarme, cuando era aún más joven que Sir Jareth. Y... entonces, una mujer a quien frecuentaba en el pasado, me engañó y me tendió una trampa... Mi prometida vio algo que no era y no me lo perdonó.

  —Lo siento —se compadeció del hombre. No le parecía tan... terrible como le habían pintado—. Espero que consiga una esposa que lo merezca.

  —Gracias, Milady.


  Tras el almuerzo, Jareth se dispensó con la excusa de que, a tan pocos días de la boda, aún tenían mucho por hacer. Kaden aceptó sus disculpas y les acompañó hasta la sala del trono donde se marcharían.

  —En verdad ha sido un placer conocerla, Milady. —Besó la mano de Sarah—. Y sinceramente, Su Gracia, lo envidio.

  —Lamento no conocer a alguien adecuado de mi familia para usted, Sir. Sería una gran lección si algo así aconteciera. —Kaden rió.

  —¡Por cierto que no olvidaría de invitar a nadie de nuestros árboles genealógicos si ocurriera dicho evento! ¿Seguro no hay alguna dama rescatable en su familia o sólo mi sobrino tuvo suerte?

  —Bueno, para ser sincero, nunca les presté demasiada atención cuando... vivía con el resto de ellos y no llegué a conocerles bien. Quizás, la noche de nuestra boda, usted mismo pueda ver si, todavía, queda una buena cosecha de los míos.

  —Estaré atento, entonces. Y por favor, no se preocupen por Lady Lilith. Ella no volverá a ver la luz del sol por un muy largo tiempo.



  Jareth se distendió por completo cuando estuvieron en la seguridad de su castillo. Sarah lo miraba incrédula. ¿Estaría cansado por tener que portar a un grupo tan grande de seres al llevar los guardias consigo? Luego de despedir a su guardia, él dio una breve caminata desde el trono hacia ella y la abrazó.

  —¡Por todos los cielos que por poco me haces morir de preocupación allí!

  —¿Por qué? ¿Hice algo mal?

—No, por suerte. Pero, debes evitar ser tan franca. Todo el mundo respeta a Kaden porque es un poderoso guerrero y nadie lo contradice aunque esté equivocado.

  —Bueno, eso no es respeto. Eso es más bien tratarlo como a un estúpido o algo como eso.

  —De acuerdo, eso es cierto, pero, sólo... Sólo quiero que recuerdes que no todo el mundo es como Kaden. ¿Bien? No quiero verte en peligro o problema alguno, mi mascota. —Acarició su cabellera.

  —Bien. Intentaré. ¿Y... cuándo iremos a la guardería? ¿Y al parque? —Jareth sonrió.

  —Sí. Lo sé. Pareciera que el tiempo no nos alcanzará, ¿verdad? —Miró el reloj cerca de su trono. Todavía no eran las tres de la tarde—. ¿Qué te parece ir a la guardería en este momento? Luego, nos reuniremos con Lucía para el té. Tomaré la noche para seguir con mi trabajo y, mañana, por la tarde, ya más descansados, vamos al parque de diversiones.

  —Suena bien. Twig comentó algo con respecto a ensayos de la ceremonia.

  —Sí. Eso será mañana por la mañana. Pero, no te preocupes, no es algo muy difícil de recordar. Y todo lo demás, ya está bajo control. ¿Qué hay sobre tu vestido que no me dejan ver?

  —Ya casi está terminado. Twig y Alin me ayudaron a seleccionarlo. —Sonrió.

  —No veo la hora de verlo en ti —ronroneo él. Ella se mordió el labio.

  —¿Y... tú qué usarás?

  —¿Por qué voy a decirte si lo tuyo es un secreto? —Frunció el ceño con diversión.

  —Porque... al menos, debes imaginar que mi vestuario es blanco.

  —De acuerdo. El mío no. —Sonrió con maldad—. Estamos a mano.

  —¡No seas malvado! ¡Dime!

  —No y, ahora, vamos a cambiarnos estas ropas tan abrigadas y veremos a nuestros pequeños. —Aparecieron en el pasillo, donde Merlín saltó encima de ellos para lamerles la cara haciéndolos reír—. Vamos, Pulguiento, abajo.

  —¡Que no es Pulguiento!

  —¿Sarnoso? —Las voces y risas se oían desde el pasillo alterno, donde Twig y Brisky, prestos a servirles, se detuvieron para escucharlos con regocijo.

  —¡Jareth! —gruñó.



  —¡Jareth! ¡Jareth! —Los niños de diferentes edades se lanzaron cual tropilla al verlo entrar en el patio de juegos y, pronto, quedó en medio de unos quince niños. Ya habían estado en la sala de los bebés, donde ya había unos diez niños más a la espera de adopción, unos cinco, ya pronto tendrían un nuevo hogar, los mayores, siempre costaba un poco más ubicarlos.

  —¡¿Te quedarás a jugar con nosotros?! —cuestionó un pequeño pecoso.

  —Hoy, no, mis niños. Pero... —extendió una mano a Sarah que quedó separada de él por el atropello de los chiquillos— conmigo he traído a alguien que deseo que conozcan. —Sarah tomó su mano sintiéndose el centro de atención de miradas muy críticas.

  —¿Quién es ella, Jareth? —indagó una niña africana señalándola con el dedo.

  —¡Yo sé, yo sé! —canturreó un gordito—. ¡Es tu novia!

  —¡Cierto, ahora, Jareth tiene novia! —se sorprendió una pequeña rubia de ojos celestes y dejó escapar tontas risitas junto a las otras.

  —Sí, ella es mi novia y, dentro de poco, mi esposa. Ella es Sarah.

  —Sí, Sarah, tu novia. Yo lo dije —afirmó nuevamente el gordito. Sarah sonrió. ¿Así que les había hablado a los niños sobre ella?

  —Hola —los saludó y todos le respondieron.

  —¿Sarah, es cierto que eres del Aboveground como nosotros?

  —Sí, es cierto —respondió sentada en un banco junto a Jareth. Ninguno de los niños se apartó, tal parecía ella era más interesante que los juegos.

  —¿Sarah, verdad que Jareth es muy lindo? —cuestionó la rubiecita con las mejillas encendidas.

  —¡Es nuestro príncipe encantado! —clamó la morena.

  —¡¿Oh, tengo una gran competencia aquí, eh?! —comentó ella y las chicas rieron.

  —No te preocupes, Sarah. Tú eres mucho más bonita que ellas —acotó el pecoso por lo que recibió unos pellizcos y pisotones de las "damitas".

  —¡Oigan, no se peleen! —la joven les indicó, Jareth sólo reía.

  —¡Vamos, vamos, niños; no asusten a Sarah!

  —Lo sentimos —se disculparon sólo por hacerlo.

  —¿Cuántos hijos van a tener? —cuestionó la más pequeña de unos cuatro años. Las mejillas de Sarah se encendieron como dos rosas rojas. Jareth la espió y carcajeó.

  —Eso no lo sabemos —Él contestó por ella—. Pero, ni bien tengamos uno, ustedes serán los primeros en enterarse. —La joven suspiró aliviada de que él le hubiera ahorrado el trabajo de responderles.

  —¿Cuándo se van a besar? —preguntó otra entre las risitas de sus compañeros y Sarah nuevamente agrandó sus ojos.

  —Ni bien estemos a solas sin pequeños fisgones como ustedes —volvió a responder el monarca y los niños volvieron a reír.

  —¡Sarah se puso roja de nuevo! —señaló el pecosito y la chica cerró los ojos.

  —Bueno... ella se pone así porque... —él la atrajo con un brazo hacia sí— porque es parte del poder que yo le di. —¿No se le ocurría algo mejor?, Sarah pensó.

  —¿Tú le diste poder? ¿Por qué? —Fue el turno de él de incomodarse.

  —Porque soy el rey y se me dio la gana —espetó y los niños le vieron con pícara sagacidad.

  —¡Ella te gusta! —rieron señalándolo.

  —¡Por supuesto que me gusta, de otra forma, no sería mi novia! —Sarah, todavía tratando de volver a recuperar el color normal de su rostro, no pudo evitar reír por lo bajo. Jareth casi se ponía a la altura de estos niños para responderles. Y entonces, los pequeños comenzaron a cantar y a bailar alrededor de ellos.

  —¡Jareth y Sarah, sentados bajo la sombra de un árbol, se toman de las manos, se besan en los labios y se dicen "te amo"! —Esta vez, ambos abrieron sus ojos. Jareth fue el primero en reaccionar y se puso de pie aplaudiendo para llamar la atención.

  —¡Muy bien, muy bien, sabandijas! ¡Tiempo de que ustedes regresen a lo suyo y nosotros a...!

  —¿Besarse? —indagó la más pequeña y el resto carcajeó. El monarca no pudo evitar sonreír.

  —Sí. También a eso —fue su respuesta—. Bien, digan "hasta luego" y no vuelvan locas a sus nanas. Les prometo que, después de nuestra luna de miel, ya tendremos más tiempo para pasar junto a ustedes.

  —¡De acuerdo! —respondieron a desgano—. ¡Hasta luego, Sarah! —le despidieron y algunas niñas la abrazaron y le dieron besos haciéndola olvidar sus anteriores rubores.

  —Hasta luego, niños.

  —¡Hasta luego, Jareth! ¡Dile a tus goblins que mañana nosotros ganaremos el partido! —comentó el gordito.

  —¿Les ganaron de nuevo? —le sonrió a los niños.

  —Sí, ellos hacen trampa —se quejó el pecoso y Jareth rió.

  —Quizás, pero, ustedes son unos flojos si se dejan ganar por unos pequeños y esmirriados goblins —se mofó—. Ahora —abrazó a Sarah— me voy como a ustedes más les gusta.

  —¡Sí! ¡Sí! —gritaron enloquecidos a su alrededor y él desapareció junto con Sarah dejando todo un brilloso polvo volando por el aire que se posó sobre los divertidos chicos como si se tratara de refulgentes partículas de estrellas.



  —¡Cielos! —Sarah dejó caer su frente sobre el expuesto pecho del rey—. ¿Acaso los has preparado para que hicieran todas esas preguntas?

  —Ellos son niños, cosa preciosa. Y los niños son así. —Le sonrió.

  —Sí, lo sé. Bueno, eso creo. —Jareth rió por lo bajo y la obligó a elevar su cabeza con un dedo en la barbilla.

  —Pero, como les dije... —Sus labios descendieron sobre los de ella. 

  Cuando Lucía llegó al comedor con Anna en sus brazos, los encontró besándose con tanta ternura que le dio pena interrumpirlos, mas, uno de los pequeños goblins que había insistido en guiarla a ella y a su bebé, con la cual estaban enloquecidos, no sentía igual y comenzó a exclamar frunciendo sus rugosos labios a la par que saltaba.

  —¡Beso! ¡Beso! ¡Oh, sí! ¡Beso! ¡Bes...! ¡Auch! —clamó cuando le voló un cristal en la cabeza.

  —¡¿Qué tal fue ese beso, eh?! —inquirió el monarca. Mientras Sarah volvía a avergonzarse, ya perdiendo la cuenta de cuántas veces en el día se había acalorado.

  —Algo brusco —replicó el goblin frotándose la cabeza.

  —Lo siento, Su Majestad —se excusó Lucia—. Él sólo quería acompañarnos para que no nos perdiéramos.

  —No hay problema, Lucia. ¿Cómo está la pequeña Anna, hoy, mh? —Fue hacia ellas—. ¿Me permites? —Lucía se mordió los labios y asentó con la cabeza. Jareth tomó a Anna y jugueteó con ella meciéndola a la par que le hablaba—. Oye, pequeñita, ¿qué es eso de estar apabullando a mis goblins, eh? Eres una pequeña belleza, ¿no es así? —Le hacía cosquillas a la barriguita a lo que la bebé carcajeaba. Sarah lo estudiaba orgullosa, en tanto, Lucia sonreía con dicha. ¡Hacía tanto que no se sentía como aquí!—. Bueno, hora de tomar el té, mis muchachas. —Sonrió—. Tenla con cuidado —le advirtió al goblin dándole la niña.

  —Thump siempre tiene cuidado con bebé. Siempre —aseguró ansioso por tener a la chiquilla en brazos—. Linda bebé, linda Anna. —La acarició con extrema bondad. Jareth fue hacia las dos jóvenes y las ayudó a sentarse.

  —Ellos en verdad son delicados cuando quieren —sonrió Sarah. Y notó cuán cómoda Lucia se sentía con los goblins alrededor de su niña.

  —Ellos son más sensibles de lo que se muestran. Tú sabes, no todo aquí es como parece. —Le dio un suave pellizco en la mejilla. En tanto, bebían su té y Thump jugaba con la niña o la mecía cantándole tonadas con su carrasposa vocecita, Sarah comentó sobre su salida y, entonces, se le ocurrió que, quizás, a Lucia le haría bien un poco de distracción. Jareth quería ir a solas con ella, pero, reconocía que sería bueno para la muchacha más joven divertirse un poco para variar. El problema era que necesitaba a alguien más para ir con Lucia y así poder dedicar todo su tiempo a Sarah.

  —En verdad, no es necesario —se excusó Lucia a sabiendas que donde había dos, un tercero sobraba—. Yo prefiero quedarme aquí y...

  —¡Eso no es verdad, Lucia! —protestó Sarah—. ¡Eres muy joven y no has tenido suficiente diversión! ¡Eso no es justo! ¿Jareth? —cuestionó a este que repiqueteaba su dedo sobre su barbilla pensativo.

  —Se me ocurrió una idea. —Sonrió abiertamente—. Y pienso que todos estaremos conforme con ella. Lucia, mañana, vendrás con nosotros —sonó muy satisfecho con sus planes.


  Por la noche, Jareth se dirigió al calabozo donde aún tenía a los traidores. Los dos custodios abrieron las puertas para que él ingresara y descendiera las escaleras con una antorcha en su mano.

  —Buenas noches, malolientes. —Sonrió con burla—. ¿Todavía no se habitúan al decorado? —se mofó. Sin embargo, más allá de las incomodidades, jamás fueron golpeados, ni desatendidos. Y en cuanto alguno se sentía mal, era visto rápidamente por el médico de Su Majestad, pues, según él era en el "único doctor en el que podía confiar en no ayudarles a escapar".

  —¡Bah! —rezongó Hoggle—. ¡Hemos estado en peores lugares que este!

  —¡Oh, sí, Hegdewart! Algo como el Bog of Eternal Stench, ¿verdad? —Sonrió con maldad—. Si prefieres, puedo hacer una celda especialmente para ti, en medio de él. Y... quizás, algunos de tus amigos quieran acompañarte.

  —¡No, no! —Retrocedieron todos menos Ludo y Sir Didymus.

  —¡Es Hoggle! —protestó el enano—. ¡Y nadie habló sobre el pantano!

  —¿Yo soy nadie, Hoghead? —Lo miró de reojo, amenazante.

  —¡No, por supuesto que no, Su Majestá! —se excusó de inmediato, pues, el valor de Hoggle tenía ciertos límites y nadie, nadie se atrevía a desafiar al rey, menos cuando lo tenían frente a sí.

  —Bien, ahora, escuchen, alimañas ingratas y pestilentes, dentro de "dos" días, ustedes tendrán una fina reina así que...

  —¡¿Qué?! —clamó Hoggle desconcertado—. ¡¿Por qué la obliga a semejante cosa?! ¡Ella sólo es una niña y usté no la merece! —Jareth llevó una mano a su pecho con ironía.

  —¡Tus palabras me llegan a lo más profundo de mi alma, Headwart! Pero, ella ya no es una niña y, sí, quizás no la merezca, pero —suspiró como si lo lamentara—, la vida no es justa. Y no la obligo, hemos hecho un trato. —Sonrió con desparpajo.

  —¡Horrible! —clamó una de las fairies que se llevó las manos a la boca ni bien terminó de pronunciar la palabra. Su compañera suspiró agotada de su impetuosa compañera. Jareth se aproximó a la jaula donde estas estaban.

  —Sí, lo soy. Y sería mejor que lo recuerden. —Observó a los otros en advertencia—En especial, porque... tengo una pequeña sorpresa para ese día. Quiero decir, es mi boda y necesitamos algo de distracción, ¿no lo creen así? —Sonrió con maldad y no hubo quien no temblara ante la idea de qué estaría pasando por la cabeza del poderoso fey—. Mas, no lo sabrán hasta que llegue ese día, así que, los dejaré... por el momento. Una hermosa muchacha me aguarda en mi alcoba. ¡Ops!—Se llevó la mano a la boca viendo con sarcasmo a Hoggle y a los otros dos—. No debí decir eso —siguió con mofa—. Buenas noches, pestes. Buenas noches, insectos. —Sacudió la jaula con las fairies antes de irse a las risotadas.

  —¿Por qué siempre tiene que zamarrearnos antes de irse? —protestó una de ellas.

  —Quizás porque no sabes cerrar el pico —la otra le reclamó enfadada.

  —Miladies, no es momento de pelearos entre vos —hizo ver Sir Didymus—. Debemos rescatar a Lady Sarah de las manos de ese bellaco.

  —¿Sí, y cómo sabiondo? —chilló un goblin.

  —Él tiene razón, Sir Didymus —suspiró Hoggle—. No hay nada que podamos hacer y, si es cierto lo que insinuó... —hubo un suspiro en conjunto y Ludo sacudió suavemente su cabeza de un lado a otro.



  —¡Ah! —Se asustó al abrir la puerta de su alcoba y ver que Jareth apareció de repente—. ¿Dónde estabas? 

  —Oh... En mi estudio —mintió—. Siento haberme retrasado. —Le sonrió. Sarah lo estudió suspicaz.

  —¿En tu estudio?

  —Sí. ¿Olvidaste que dije que adelantaría trabajo? —Sus brazos la rodearon y su mirada se entornó con seducción viendo que se había puesto aquel vestido siena natural, sólo que, esta vez, su cabello estaba suelto con una cinta alrededor de su cabeza para que no cayera hacia adelante—. Estás preciosa esta noche, Milady —murmuró viendo la desnudez de sus hombros y el escote—. Debo decir que este es uno de mis favoritos.

  —Entonces, evitaré usarlo, Su Gracia —se hizo la indiferente. Él sonrió.

  —¿Por qué comenzamos de nuevo con ese trato? ¿Me porté mal de nuevo o... sólo es una manera de mantenerme a raya? —Su dedo recorrió sus labios, su cuello y se puso a jugar remolonamente con la cadena que él le había obsequiado sin quitarle los ojos de encima. Ella se incomodó. ¡No era fácil cuando él la miraba de esa manera!

  —¿Qué importancia tiene, "Rey Goblin"?

  —¿No la tiene? —Se inclinó sobre ella con una media sonrisa en sus labios—. ¿Entonces, puedo hacer lo que se me ocurra, total no cambiará el trato, Milady?

  —¡Por...! ¡Por supuesto que no! —Puso sus manos sobre sus hombros para alejarlo—. Esto... no tiene nada que ver con... con lo otro.

  —¿No? —La acercó más a su cuerpo, inclinándola un poco con el sostén de su mano en la espalda—. ¿Cómo... debo tomar eso? —Siguió con esa mirada depredadora. "¡No vayas a decirle que lo tome como quiera! ¡No vayas a decirle algo así, Sarah!"

  —Bueno... Cuando... es necesario, el desafío se rompe y... este no es uno de esos momentos —señaló con altivez. Él no cambió su mirada.

  —Entonces... como "Rey Goblin", con su permiso, Milady... —Se apoderó de su boca y su mano libre vagó con disimulo sobre la curva de su cadera. Sarah se vio obligada a sostenerse de sus hombros ante el difícil equilibrio en que la sostenía. ¡¿Cómo iba a poder cenar tranquila, luego de esos besos, en su oreja, en su cuello, en su...?! ¡Él se atrevió! ¡El muy descarado posó sus labios sobre su escote! Su rostro era de sorpresa y con un dejo de falta de aire. Jareth la volvió a enderezar y rió sobre sus labios—. ¡Vamos, vamos, cosita! ¿Sólo por eso será necesario que te dé aire boca a boca?

  —¡¿Cómo te atreves?! —Él rió con franqueza ante sus llamaradas.

  —¿Por qué no, mi mascota? Dos días —le recordó acercándose al oído.

  —Te odio —respondió enfadada.

  —Lo sé. —Sonrió abiertamente acomodando la mano de ella sobre su brazo y comenzaron a descender para cenar.

  —Estúpido.

  —Malcriada.

  —Mañoso.

  —Caprichosa.

  —Tramposo.

  —Ingrata.

  —¡Pervertido! —exclamó ya frustrada de que él siempre tuviera algo para decir.

  —Coqueta. —Rió por lo bajo viéndola de reojo. Sarah gruñó apretando su mano sobre su brazo.

  —¡Odioso! —Y antes de que él abriera la boca...—. ¡Basta! —le ordenó deteniéndose para señalarlo y él volvió a reír haciéndola ingresar al comedor donde Lucía estaba aguardándolos, pues, ella venía de un paseo por los jardines junto con Anna y los infaltables goblins que constantemente querían cargar y cuidar de la niña.

  —Milady —inclinó su cabeza a modo de saludo. Y ella lo fulminó para pasar con arrogancia frente a él.

  —Gracias, "Puerco" —murmuró para que sólo él la oyera.

  —De nada. —"¡¿Por qué no puedo hacer que se le borre esa maldita sonrisa?!" se dijo frustrada. Los movimientos fueron tan exquisitos como el protocolo exigía al guiarla hasta su asiento—. ¡Oink! —masculló cerca de su oído cuando se inclinó para acercarle la silla y sus labios posaron un rápido beso en su mejilla. Ella elevó sus ojos hacia arriba. ¡Qué todos los dioses conocidos y desconocidos la amparasen de tener que soportarlo hasta el fin de sus días! Pero, luego, cuando llegase el momento de darse las buenas noches en la puerta de su alcoba, ella se vengaría. Sí; ya vería el "Rey Goblin" que no se debía jugar con la "Futura Reina Imparcial".



  —Buenas noches, Su Majestad —lo saludó con coqueteo. ¿Acaso no la había acusado de ello?

  —Buenas noches, Milady —ronroneó él. ¿Así que no se había asustado después de todo, eh? Muy bien, eso era muy bueno para su inminente noche de bodas—. ¿Puedo despedirme de una manera más apropiada?

  —¡Por supuesto, Su Majestad! —Sonrió poniendo sus manos sobre sus hombros—. Pero... si usted pudiera agacharse un poco y prometer que cerrará sus ojos y dejará sus manos tras su cintura...

  —¿Por qué habría de hacer algo semejante, Milady?

  —Quizás, porque, si no, no recibirá lo que quiero darle, Su Majestad —murmuró de una manera que nunca creyó posible. Jareth la observó con recelo.

  —Yo no sé por qué me arrepentiré de esto, pero... prefiero arriesgarme. —Sarah tuvo que controlar la maldad que se asomaba en sus ojos.

  —¿Por qué se habría de arrepentir de algo que pretende su prometida, Sir? ¿Acaso no confía en mí?

  —Absolutamente... no —dijo risueño—. ¿Cuál es el truco?

  —Yo no sé nada de ningún truco. Temo que me confunde con la gentuza a la que está habituado, Su Majestad. —Se mostró indignada. Él se lamió los labios con hilaridad, la pequeña bruja lo había puesto en un aprieto y él no podía echarse atrás.

  —Muy bien. Claro que no —suspiró haciendo lo que ella le pidió. Y uno de sus ojos se entreabrió un poco y ella, que se había inclinado con los labios entreabiertos, se enderezó y se cruzó de brazos.

  —Sin trampas, Su Gracia —exigió y él tras reír, obedeció.

  —Está bien. —Sarah volvió a inclinarse sobre sus labios. Jareth podía sentir su respiración tan cerca suyo que, inevitablemente la expectativa de sentir sus suaves labios sobre los suyos y por propia voluntad, aceleraba sus latidos. Una de las manos de la joven fue tras su espalda donde, desde la puerta entreabierta, un pequeño goblin le alcanzó un cremoso pastelito que pronto fue a dar a la boca del Rey Goblin. Cuando este abrió sus ojos sorprendido, la puerta ya se había cerrado y se podía oír la risa de la muchacha. Thump se cubrió la boca, era mejor que Su Majestad no supiera quién había colaborado con la chica.

  —¡Hasta mañana, mi "Rey Goblin"! —se despidió la hilarante voz del otro lado. Jareth quitó parte de la crema con sus dedos y los lamió al igual que sus labios. "Lemon pie. Dulce y agrio como tú".

  —Sí, mi "Futura Reina Imparcial". Hasta mañana. Eso es tiempo suficiente para pensar bien mis jugadas —insinuó con una sonrisa en su rostro. "¿Sabrás que aún con esto me sigues demostrando que eres perfecta para mí?"

  —Mh... Dudo que pueda pensar mucho con ese cerebro suyo.

  —Ríe, mi chiquitita, que quien ríe a lo último, ríe mejor. Mañana es un nuevo día, "cosita". —Sarah se mordió la lengua. "Oh-oh". ¿Qué le esperaría mañana?

  —¿J-Jareth? —cuestionó dudosa.

  —¿Vuelvo a ser Jareth? —Sonrió viendo la puerta pensativamente como si estuviera haciendo algunos cálculos elementales y, sin tocarla, comenzó a recorrerla con su dedo a centímetros de la misma.

  —Bueno... sólo... quería asegurarme de que no estuvieras muy enojado por esa pequeña broma.

  —¡Oh, claro que no, conejita! Como el "Rey Goblin" tengo un excelente humor. —Sonrió más cuando su dedo llegó más allá de la mitad de la puerta.

  —¡Ay! —gritó Sarah dando un brinco y frotándose las nalgas donde había sentido el pellizco, a la par que miró hacia la puerta cerrada. Del otro lado, se oyó la risa que se alejaba. Thump tuvo que apretar sus labios para no reír ante la broma de su rey—. ¡Jareth! —clamó entre dientes—. ¡Me las pagarás!

  —¡Mañana, cosa preciosa! —Siguió riendo yendo hacia su alcoba—. ¡Mañana!



EXTRA:

Y este aquí... el sexy y rudo Kaden, Rey de las Sylphs y los Gnomes, Majestad de las Highs Mountains, interpretado por David Gandy. Estuve por poner a un modelo y conductor argentino, pero, ¿qué quieren que les diga? Gandy despliega ese no-sé-qué y tiene buen físico; la mirada bien aguileña y hasta la nariz le va como anillo al dedo; y es muy alto y, de todos los modelos, creo que es por lejos el más varonil. Así que, pues, niñas, saluden a Su Majestad Kaden que ya se ha quitado los guantes para besar sus manos en bienvenida, cosa que no es poco (siendo él un fey). <3  


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  N/A: Espero les haya gustado. Por cierto, no se pierdan el que viene, creo que les encantará sin excepción. ¿Qué puedo adelantar? Pues, simplemente debo nombrar a algunos de los personajes que reaparecerán en una situación poco común para su especie: Conrad; Alin; Gontran. Y claro, les acompañarán Jareth, Sarah y Lucia ; ) Y apuesto a que no querrán perdérselo. ¡Quedan advertidas!  <3 <3 :3

  Gracias por todo su apoyo y cariño a DeyaRedfield;  MadaoSenpai;  MercurioRose;  Agus_Bell;  AprilEscence;  Esme1923;  ternodum;  mayapxndxlml;  Blue_intense;  frag13 y -Dust_Girl-, si alguna pollita se me perdió en el camino, por favor, avisar, soy una mamá pollo con muchos polluelos y no quiero perder ninguno 7_7 Ayuden a una madre afectuosa.




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