Dulce como un durazno.

By AmaterazuHime

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El durazno no fue tan efectivo cuando el Rey de los Goblins quiso hacerle olvidar todo... Ella recordó que de... More

Capítulo 1. After all. (Después de todo.)
Cap 2. Everything I've done I've done for you(Todo lo hecho, lo he hecho por ti)
Capítulo 3: Al rescate de Toby, otra vez.
Capítulo 4. I'm Underground.
Capítulo 5. Divertimento.
Capítulo 6. A land serene. (Una tierra serena)
Capítulo 7. La cena en el Ballroom.
Capítulo 8: See these eyes so green. (Mira estos ojos tan verdes)
Capítulo 9. En la alcoba.
Capítulo 10. Buenos días, Labyrinth.
Capítulo 11. ¿Tregua?
Capítulo 12. Somebody up there likes me. (Alguien de arriba mira por mí.)
Capítulo 13. Cena para dos.
Capítulo 14. Trueque por una vida.
Capítulo 15. Algo sobre el pasado.
Capítulo 16. You're no match for me, Sarah. (No puedes enfrentarme, Sarah)
Capítulo 17. Esta es mi respuesta, Rey Goblin.
Capítulo 18. La fiesta de Toby y un regalo muy especial.
C. 19.Don't tell me 'truth hurts' (No me digas 'la verdad duele')
Capítulo 20. No one can blame you. (Nadie puede culparte)
Capítulo 22. ¿Cómo que se van?
Capítulo 23. ¿Reordenar el tiempo?
Capítulo 24. It's doesn't look that far. (Eso no parece tan lejos).
Capítulo 25. Jareth y el Rey Goblin.
Capítulo 26. What a nice surprise! (¡Qué linda sorpresa!)
Capítulo 27. Un pequeño ardid.
Capítulo 28. Reflexiones y remordimientos.
Capítulo 29. Un buen despertar.
Capítulo 30. Conviviendo con Lady Brigitte.
Capítulo 31. Time will crawll. (El tiempo se arrastrará)
Capítulo 32. Guerra fría.
Capítulo 33. Loving the alien. (Amando al extranjero.)
Capítulo 34. Sweet is the night. (Dulce es la noche.)
Cap. 35. Though we're strangers'til now.(Si bien éramos extraños hasta ahora)
Capítulo 36. Un regreso diferente al planeado.
Capítulo 37. Cartas y contiendas.
Capítulo 38. La justicia en buenas manos.
Capítulo 39. Day in day out. (Día tras día).
Capítulo 40. Este es el Aboveground.
Capítulo 41. Let's dance. (Bailemos.)
Capítulo 42. The wedding song. (La canción de bodas)
Capítulo 43. Tonight. (Esta noche)
Capítulo. 44. But down, in the Underground, you'll find someone true.

Capítulo 21. En la oscuridad.

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By AmaterazuHime


  Sarah se horrorizó cuando advirtió que algo se movía rumbo a ella, no podía distinguirlo con claridad, pero, había oído un ruido y se acercaba a ella. Instintivamente se puso de pie; fuera lo que fuera, no quería darle la ventaja de la altura... aunque igual la tuviera.

  —No te asustes, Sarah —la voz sonó amistosa, casi al borde de la risa y ella parpadeó descreída.

  —¿Co...? ¿Conrad?

  —El mismo. —Hizo una burlona y exagerada reverencia riendo por lo bajo—. ¿El búho te cazó después de todo, eh? —Ella se cruzó de brazos.

  —Si te envió a burlarte de mí, puedes regresar y decirle que se vaya al diablo.

  —¿Por qué esa agresión a este pobre amigo que viene a darte una mano?

  —¿Y por qué me darías una mano, dime?

  —Porque se me da la gana y nadie está de acuerdo con tu... nueva alcoba. —Sonrió agachándose para desarmar la bolsa que armó con la manta para poner el resto de las cosas—. Bien, tengo algunas cosas aquí, algunas te las envía mi hermana. ¡Debieras haberla visto como le gritó a Ja... a mi primo ni bien se enteró que te tenía aquí! —Giró para verla risueño y volver a desatar la manta.

  —¿Él les dijo dónde estaba?

  —No; él nos dijo que estabas en un oubliette, nunca especificó en cual. —Logró deshacer el nudo.

  —Oh. ¿Y... cómo hiciste...?

  —Apareciendo y desapareciendo en cada uno de los oubliette hasta hallarte. —Encendió la lámpara que le había dado su hermana—. Bien, escucha bien. No sabemos cuánto tiempo vas a permanecer aquí, así que presta atención. Esta lámpara se enciende y se apaga con sólo tocarla. Prende. Apaga. Prende. Apaga. Prende. Apaga. —Le mostró reiteradas veces—. ¿Divertido, no? —Sarah suspiró. En otro momento, se hubiera reído, pero, aquí y ahora, no estaba de humor. Conrad se aclaró la garganta—. En esta alforja tienes comida, esta bota tiene agua. Sinceramente no creo que te tenga mucho tiempo aquí, ni que no te proporcione provisiones, pero, por las dudas, te traje. Esto te lo envía mi hermana, junto con la manta. —Señaló sin tocar más nada.

  —¿Qué es eso? —indicó el tazón con paños.

  —¡Oh...! Eso... Te lo envió mi hermana... —se incomodó—. Ya le darás uso, supongo. —Sarah frunció el entrecejo y, luego, se sonrojó. Conrad se puso de pie—. Bueno, antes de que me olvide, por si quieres saber, no tienes ningún vecino hasta ahora.

  —¿Quieres decir... que el resto de los oubliettes están vacíos?

  —Exacto. Y consejos: de mi hermana, que no escuches sus tonterías y que le sigas la corriente como a los locos. De mi parte, oculta esto de su vista y escucha bien lo que te dice bajo todas esas tonterías. Él es tan terco como tú, la diferencia está en que, al ser rey, puede ser más insoportable.

  —¡Gracias, Conrad! —Su tono fue mordaz.

  —De nada. —Sonrió como si en verdad se lo mereciera. Sarah suspiró. ¡Feys!

  —Aunque sí, coincido en que es insoportable.

  —Bueno... —habló con la voz de un hombre que ha cumplido con su misión—. Eso es todo. Y por más enfadada que estés, no le tires en la cara nada de esto o se dará cuenta y, luego, lo tendremos que oír, y ya sabes cómo es eso. —Sarah no pudo evitar reír esta vez.

  —Sí, lo sé muy bien, pero, dudo que ustedes tengan que soportarlo del mismo modo que yo. —Conrad abrió los ojos indignado y con un brillo travieso.

  —¡¿Cómo que no, con todas las veces que ha intentado mancillarme?! —su voz fue casi femenina al igual que su gesto de abrazarse a sí mismo—. ¡Créeme, él quiere lo mismo de todas! —Sarah quedó por un segundo pasmada y, luego, rió más fuerte junto a él—. Bueno, ahora me voy. Tu cuarto es muy bonito, pero, este fey necesita más espacio. ¡Nos vemos! —Desapareció sin más. Y Sarah suspiró. ¡Feys! ¡¿Y cómo ella podía reír de esa broma, cuando ella SÍ estaba cerca de esa situación?! Suspiró rendida. ¿Qué podía hacer ahora?


  A la hora de comenzar el almuerzo, otra vez, el rey estaba ausente. Alin y Conrad se miraron cómplices, calculando dónde y a quién estaría torturando el "cruel tirano". Erwin, disimuladamente espió de soslayo a sus hijos y ocultó una sonrisa, seguro de que no pudieron resistirse.


  Sarah escondió todo lo que le habían traído en el rincón más oscuro del cuarto. Sorprendida por la memoria de la graciosa actuación de Conrad sonrió. Ese sí que parecía ser un caso perdido, no podía imaginarlo serio ni siquiera una vez. Bueno... quizás, sí debió haberlo estado cuando su hermana estaba en peligro en las manos de la familia de su ahora esposo...

  En el oubliette, comenzó a filtrarse una conocida fragancia que la hacía temblar, soñar y... ¡La lámpara! Corrió hacia ella y la tocó consiguiendo apagar la luz, luego, se corrió hacia el rincón contrario y se sentó tratando de mostrarse frustrada.

  —Hola, mi mascota —oyó la sarcástica y sugestiva voz y, de inmediato, se puso de pie con la vista en el lugar de dónde provino el sonido. Por mucho que la inesperada ayuda le causara satisfacción, él todavía tenía ese poder sobre ella. ¡No!, se reprendió. ¡No, Sarah, él no tiene poder sobre ti! ¡Nunca! Él finalmente se dejó ver, avanzando con las manos en la cintura y su capa de cuello alto cayendo hacia los lados de sus brazos.

  —¡Yo no soy tu mascota, Rey Goblin! ¡Tengo nombre!

  —Sí, lo sé, "mi" Sarah. —Ya frente a ella, se inclinó para igualar su altura—. ¿Dime, conejita... has pensado mejor las cosas?

  —Sí —se mostró desafiante pese a que su corazón latía con fiereza. Jareth elevó una ceja divertido.

  —¿Realmente? ¿Y... qué vas a hacer? —cuestionó mirándola con intensidad.

  —¿Hacer con qué?

  —Con mi paciencia, Sarah. Del resto... me encargo yo. —Sonrió con desvergüenza mirando sus labios. Sarah sintió un escalofrío recorrer su columna.

  —Yo no puedo hacer nada con tu paciencia.

  —Oh, veo. ¿Lo quieres todo, entonces? —susurró sujetándola de la cintura para traerla a su cuerpo.

  —¡No quiero nada de ti! —Trató de luchar para liberarse. Él parecía no darse por enterado.

  —¿Segura de eso? —Aferró su barbilla y descendió su cabeza; ella continuaba peleando. Sus labios besaron su sien hasta alcanzar su oreja, donde murmuró con su sedosa voz—. Sarah... —pronunció su nombre en una especie de ronroneo que tuvo en ella el alcance deseado—. Sarah, si gustas, puedo enseñarte amablemente cuánto necesitas de mí, mi amor... —La muchacha cerró los ojos, incapaz de luchar contra esos labios que depositaban cálidos besos sobre su cuello y sus hombros.

  —Detente... —ella musitó al sentir su pequeño mordisco en el cuello y el camino de vuelta hacia su oreja para capturar su lóbulo entre sus dientes y repetir la acción—. Po... por favor...

  —"'Di las palabras correctas', el goblin dijo" —murmuró divertido antes de succionar su presa—. Mh... —Dejó escapar un gemido que sólo consiguió debilitarla más—. Podría estar años, así, Sarah mía... Contigo... —Se apoderó de sus labios y la besó con pasión, que fue respondida con cierta inseguridad, pero, con la misma apetencia. Él la elevó trayéndole más hacia sí, liberando su cintura por un segundo, en el cual él descendió, al igual que su mano, para capturarla de nuevo. Sarah no pudo evitar el asombro en sus enormes ojos verdes ante el pequeño brinco entre sus brazos y su mirada se amplió, aún más, al advertir dónde estaba su mano para poder sostenerla a esa altura y se sonrojó. Pero, eso le ayudó a romper el momento de ímpetu.

  —¡Quita tu mano de allí! ¡Suéltame! —ella espetó golpeándole sus piernas con las puntas de sus pies. —Él sonrió con sorna.

  —Esas no son las palabras correctas, conejita. —Sus miradas se cruzaron; él seguía con ese aire de superioridad que a ella le provocaba ganas de abofetearlo, en especial, teniendo su rostro por debajo del de ella.

  —¡Antes dije "por favor" y tú no te detuviste!

  —Quizás... —estudió su rostro con los ojos entrecerrados y provocativos— te faltó algo, como la primera vez que me llamaste, ¿no crees? —Con la mano restante, libre del peso de la joven, comenzó a recorrer su espalda haciendo que ella diera un respingo.

  —¡Basta! —Ella le pegó a los costados de su tórax, siendo ese el único movimiento que su agarre le permitía.

  —Intenta —la desafió acariciando lentamente su espalda de ida y vuelta sin quitar la mirada de la suya.

  —¡No, déjame!

  —¿Te rindes? —Dejó salir su hilaridad por lo bajo, mientras de nuevo, atacaba su cuello con sus labios.

  —¡Nunca! ¡Sólo... suéltame!

  —Estoy esperando las palabras correctas, chiquitita... —su voz acariciaba sus oídos—. Tú ya sabes cómo funciona eso... —Su mano libre volvió a recorrer su espalda hasta alcanzar su hombro, donde con uno de sus dedos dibujó círculos, en tanto, la observaba con placer y festividad. Ella parecía pelear más consigo misma que con él en sí. "Eso no está nada mal", pensó él.

  —¡Maldición! —clamó ella—. ¡Por favor! ¡Dije "por favor"! —Seguía pataleando pataleando. Él suspiró con fingida aflicción y liberando un par de disconformes "tsk".

  —Debes cuidar los buenos modos, conejita. Una reina no puede tener una boca tan sucia. Ahora, bien, será un placer para mí limpiarla tantas veces como sea necesario... —La besó otra vez con gentileza, ahogando sus protestas—. Di tus palabras correctas, cosita... —repitió. "Di mi nombre, Sarah. No más Rey Goblin; di mi nombre".

  —¡Por favor, Rey Goblin! —exclamó alarmada por sus propias emociones. ¿Qué no había aprendido lo peligroso que era quedarse con él a solas durante aquella encantadora cena? Él arqueó una ceja con malicia.

  —¿Rey Goblin? —cuestionó incrédulo—. Ciertamente que esas no son las palabras correctas. ¡Qué lástima...! —Suspiró sobre sus labios—. ¡Estabas tan cerca...! —La mano en su hombro comenzó a jugar con el cuello del vestido pensativamente—. Supongo que... deberás esforzarte un poco más... cosa preciosa... —Su mano comenzó a descubrir un poco más el hombro viéndola con picardía—. Eso si realmente quieres detenerme... —Sus labios comenzaron a viajar, una vez más, por su garganta con insinuante rumbo hacia la oculta y prometedora piel más allá de sus hombros. Sarah pareció congelarse. "¡Oh, no!", pensó. "Él está... ¡Realmente él está intentando...!" Su cara se puso roja de vergüenza, roja de rabia, roja de todos modos. "¡Piensa rápido, Sarah! ¡El 'por favor' está bien! ¡¿Qué otra cosa querría...?!" Y lentamente, la palabra se formó en sus labios casi sin pensarlo.

  —¿Jareth? —Él se detuvo un segundo al oír su nombre. Sonrió sin que lo descubriera e iba a seguir con su tarea, mas, ella le ganó de mano—. ¡Jareth, por favor! —La rubia cabeza se detuvo a centímetros de su piel y el soberano la observó con una maquiavélica sonrisa.

  —¿Fue difícil? —Sarah se mordió la lengua para no responderle, no cuando su genio estaba a punto de estallar y responderle algo como: "¡No; en absoluto! ¡Todos tus trucos son tan condenadamente insulsos que son muy fáciles! ¡Tan fáciles como tu condenado laberinto!" Claro que no le respondería de esa manera cuando él tenía la situación entre las manos. Pero, tampoco sabía qué contestar. Si le decía que era fácil él se enfadaría como en el túnel; si le decía que sí, que era difícil, él daría por hecho de que sus caricias y besos la afectaban y mucho. ¡Ella no podía contestar a esa maldita pregunta!

  —Más... o menos —ella pudo, por un segundo, ver su cara de desconcierto. "¡Muy bien, Sarah!" Festejó en su interior. "¡No le diste el gusto de ponerte entre la espada y la pared! Aunque... en verdad, estés entre él y la pared..." Meditó que eso podía llegar a ser, por lejos, más peligroso.

  —Muy bien... —Él la dejó pisar suelo—. Bueno, si prometes volver a ser una buena niña, te sacaré de aquí. Eso, no significa que te dejaré hacer lo que quieras. ¿Entendido? —cuestionó a modo de admonición.

  —¿En verdad... me dejarás salir de aquí?

  —Sí. Y mientras, me sigas llamando por mi nombre y seas más cordial y respetuosa conmigo, podrás ver la luz del sol. Si no... —Elevó una ceja.

  —¡¿Si no qué?! —espetó ella ya sin poder contener su enojo. "Bueno..." él la estudió divertido; "después de todo, el desafío es parte de ella y eso es una de las tantas cosas que me atraen".

  —Si no, quizás te deje ver la luz del día y de la noche, pero... desde mi alcoba. —Hizo una mueca ladina con su mirada entrecerrada.

  —¡Rayos! —protestó ella y él la atrapó en otro beso que la puso de peor humor. ¡¿Cómo se atrevía a ser tan... atrevido y odioso?!—. ¡¿Qué estás haciendo?! —Lo alejó con sus manos en su pecho.

  —Mi amor, dije que te limpiaría esa boca sucia. Recuerda que eres mi prometida y mi futura reina. No se te vería bonita en el trono con ese vocabulario. —Sonrió jocoso y con deleite al ver cómo sus ojos se encendían de rabia y su cuerpo, alma y corazón luchaban por mantenerse quietos y en silencio—. Bien... Si ya quedó todo dicho, ¿qué te parece si nos reunimos con el resto para almorzar? —Extendió su brazo.

  —¡¿Cómo voy a presentarme de esta manera?! ¡Debo estar tan sucia como tu sala del trono! —exclamó ya sin poder contenerse. Jareth tuvo que mantener a raya su hilaridad, viendo cómo ella buscó otro motivo para descargar su ira sin enfrentarlo tan directamente—. ¡Mírame —elevó las manos hasta su cabeza sacudiéndolas con vehemencia—, he estado sentada en este piso mugriento con un vestido blanco!

  —Si quieres, te baño antes de ir al comedor —la provocó con malicia. La respuesta fue un gruñido.

  —¡No necesito que nadie me bañe! ¡Prefiero ir sucia! —El monarca dejó escapar una carcajada.

  —Está bien. Permíteme, entonces, ayudarte. —Generó un orbe y lo arrojó por encima de la oscura cabellera. Sarah quedó totalmente limpia y con un cambio de vestuario. Su cuerpo ahora cubierto con un suave color caramelo—. Me pregunto si te ves tan exquisita como imagino... —su voz fue seductora y una de sus manos hizo un leve movimiento hacia la lámpara que había sido colgada del otro lado de la pared. Él no tenía necesidad de tocarla. Y el oubliette quedó tenuemente iluminado—. Sí; realmente. Quizás... podríamos almorzar aquí, ¿no? —Elevó una ceja con audacia.

  —¡No! —clamó ella de inmediato.

  —¿Por qué no? —aguijoneó adrede.

  —¡Porque... se arruinaría este bonito vestido!

  —Puedo darte muchos otros —continuó él.

  —¡No quiero otros! ¡Quiero este! —aseguró con necedad.

  —Adoro tal... ferviente adhesión a algo que yo te proporcione. Y... hay mucho más por delante que, inagotablemente, te voy brindar. —"No; Sarah; no le contestes. NO le respondas!"

  —La comida se va a enfriar. ¿Cuánto más vas a hacer esperar a tu familia, mientras, te jactas de tu "generosidad"? —Él no pudo evitar dejar salir su risotada sin represión alguna.

  —Por favor, Milady; mis disculpas. —Extendió su brazo con un elegante movimiento que su capa acompañó—. Si me haces el favor de... aferrarte fuertemente de mí, no los haremos aguardar ni un segundo más. —Sarah caminó con altivez hacia el refugio de su brazo y se sujetó con cierto escrúpulo a su torso—. Mucho más cerca, mi querida. No quisiera perderte en el camino. —La miró pérfidamente desde su aventajada altura, en tanto, ella resopló fastidiada y obedeció porque simplemente no sabía qué podría pasarle si se perdía en el limbo entre un lugar y otro. Aquel brazo envuelto en seda negra, la cubrió junto con su capa antes de desaparecer.


  Una nube de brillo se desplegó frente a la mesa del comedor. Erwin sonrió tan genuinamente travieso como su sobrino e hijo podían hacerlo cuando distinguió de quiénes se trataban. Los ojos de Alin no pudieron ocultar su contento, así como la sonrisa dibujada en sus labios. Conrad, pareció sorprendido. ¡Eso sí que fue rápido! ¿Para qué se había tomado tantas molestias? Suspiró rendido.

  —¿Llegamos a tiempo? —cuestionó el monarca.

  —Muy a tiempo —respondió Erwin, en tanto, Sarah era ayudada por su sobrino para tomar su asiento.

  —Bien, bien. —Jareth se acomodó en la cabecera de la mesa y dio la orden de servir—. ¿Y... qué tal fue su mañana, primos? —curioseó con inocencia.

  —Bueno... —ambos algo incómodos hablaron a la par.

  —Por favor, hermana, tú primero. —Le sonrió Conrad con falsa amabilidad, por lo que su hermana lo vio rencorosa. Jareth lo observó con asombro.

  —¡Vaya, vaya! Si me lo contaran no lo creería. ¿En verdad te sientes bien, Conrad? ¡Es la segunda sorpresa en el día! —le cuestionó.

  —Debe estar madurando —comentó su padre con diversión sin verle.

  —¡No! ¡Quiero decir, sí! Estoy... intentando; eso. —Sarah apretó los labios para no reír; por cierto que en el oubliette parecía mas bien todo lo contrario a "intentar madurar". Por suerte, un criado le sirvió y eso le ayudó a distraerse. Gontran lo observó totalmente incrédulo con las cejas levantadas, casi preocupado por él; de hecho, muchas veces se preocupaba por él, cuestionándole, a veces, a su esposa si, en verdad, ese chico era normal.

  —Es bueno oírlo. Era hora —declaró Jareth con una mueca en sus labios—. Entonces... ¿nos estabas diciendo, Alin? —La muchacha aclaró suavemente su garganta e hizo uso de su máscara más política, como solía hacer en sociedad.

  —¿Qué puedo decir? Mi mañana comenzó bien, con un GRAN disgusto en el medio y, ahora... parece mejorar, primo.

  —Veo. —Sonrió tan diplomático como ella habló—. ¿Qué tal tú, mi "casi" maduro primo?

  —Bueno... yo... estuve recorriendo un poco tu laberinto... —Después de todo, no era mentira. Sonrió para sus adentros por eso y por cómo desviaría la situación—. ¡Y en verdad, tienes que hacer algo con respecto a ese pantano, Jareth! —Con eso tendría que haber bastado, pero, siempre su bocota agregaba algo más—. ¡Por poco y vomito todo el desayuno allí mismo! —Quedó tieso cuando sintió las asqueadas miradas sobre su persona, especialmente las de Sarah y su hermana. Cuando notó lo que había dicho, sonrió comprometido—. Lo... siento. Él... —señaló hacia la cabecera de la mesa— me obligó a hablar... —acusó a su primo que lo observaba con tanta aversión como el resto.

  —Recordaré ponerte un hechizo para que enmudezcas, al menos, mientras que estemos en la mesa —contestó parpadeando para despejarse.

  —¡Siempre el mismo cerdo! —Alin murmuró desde en frente. Conrad la miró disgustado.

  —¡Él preguntó!

  —¡Pero, no te preguntó eso! ¡Eres un asqueroso! —Conrad la observó entornado. Y con la mano contraria al resto de los ocupantes, hizo ademán de escarbarse la nariz. Alin abrió sus ojos con gran oposición que pasó a frustración, cuando notó que el dedo solo frotó la aleta de la misma por fuera y que este comenzó a reír—. ¡Eres...!

  —¡Conrad! —lo retó su padre—. ¡¿Por qué no puedes simplemente comportarte, por todos los cielos?!

  —¿Qué hice? Sólo me rasqué la nariz. ¿Ves? —repitió el gesto—. Ella es demasiado escandalosa. —Llevó las manos a la altura de su pecho. Gontran tomó la mano de su esposa entre la suya antes de que esta le fuera arrojar la servilleta al muchacho.

  —SÉ cómo es ella y SÉ CÓMO eres tú. Almuercen en silencio si van a estar peleando como dos infantes. —El joven suspiró concentrándose en su plato. ¿Por qué lo divertido duraba tan poco? Alin, aún con sus ojos brillosos de indignación, observó a su esposo que le sonrió amablemente con una mirada que le decía que no le diera el gusto a su hermano de hacerla enfadar, en tanto, palmeaba su mano con delicadeza y la llevó a sus labios. Algo tan simple pareció derretir la ira de la muchacha. Sarah no pudo evitar contemplarlos y dejar escapar un desprevenido suspiro que hizo sonreír a Jareth.

  El almuerzo transcurrió sin más problemas; Conrad ya no provocó a su hermana, ni ella le prestó más atención, dedicada a su amado Gontran. Erwin y Jareth discutían amenamente sobre distintas cuestiones relacionadas con el reino, lo que dejaba a Sarah tranquila de que ÉL no le estuviera prestando atención. Aparentemente. Porque cuando dio un respingo en su asiento, a causa del trueno que estalló a lo lejos, en el exterior, su mano enguantada cubrió la suya que descansaba sobre la mesa de una manera protectora y sosegada con la normalidad de los que llevan años de compartir una vida diaria. Ella no pudo menos que sonrojarse e intentar quitar su mano de la suya con suavidad. Él la estudió con calma, le sonrió y le permitió retirarla, pues, después de todo, ella debía tener ambas para poder comer. Las mejillas de Sarah se encendieron de nuevo. Conrad la espió de reojo y mostró sus perfectos dientes en una sonrisa a punto de decir algo.

  —¡Auch! —fue todo lo que salió de sus labios junto con un salto en su lugar, mirando con el cejo fruncido a su desconcertada hermana; lo cual desconcertó a su vez al joven fey. ¿Si ella no lo había pateado... entonces...? Abrió sus ojos al advertir la curvatura en los labios de su cuñado.

  —¿Qué pasa, Conrad? ¿Ya no tienes apetito? —se hizo el sorprendido—. Come, come. Eso es lo mejor para que el cerebro funcione correctamente. —La mirada del aludido quedó medio cubierta por sus párpados.

  —Ahora, entiendo cómo es que la soportas —siseó, mas, todo lo que consiguió es que la pareja soltara risitas.


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N/A: ¡Hola, mis cielitos! Ah... El subir este fic por aquí me trae muchos recuerdos... (ya me estoy poniendo vieja) Espero que les haya gustado a quienes lo leen por primera vez, y a los que ya lo habían hecho, pues, les siga gustando como aquella primera vez. :)

 Quiero darle las gracias a todos los que comentaron, votaron y agregaron el fic a su lista de lectura: AprilEscence@Esme2319@isamag123DeyaRedfieldAgus_BellINTENSE-BLUELaDelPeloAzabachemayapxndxlml e Innarya (¡bienvenida!). A todas miles de gracias y abrazos. 

Cambiando de tema, ¿alguna pudo bajar la promo gratuita de "Ojos de vampiro" en Amazon? Avisen si han tenido algún problema con ello. Beso a todas y que tengan un excelente fin de semana. ;)

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