Dulce como un durazno.

By AmaterazuHime

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El durazno no fue tan efectivo cuando el Rey de los Goblins quiso hacerle olvidar todo... Ella recordó que de... More

Capítulo 1. After all. (Después de todo.)
Cap 2. Everything I've done I've done for you(Todo lo hecho, lo he hecho por ti)
Capítulo 3: Al rescate de Toby, otra vez.
Capítulo 4. I'm Underground.
Capítulo 5. Divertimento.
Capítulo 6. A land serene. (Una tierra serena)
Capítulo 7. La cena en el Ballroom.
Capítulo 8: See these eyes so green. (Mira estos ojos tan verdes)
Capítulo 9. En la alcoba.
Capítulo 11. ¿Tregua?
Capítulo 12. Somebody up there likes me. (Alguien de arriba mira por mí.)
Capítulo 13. Cena para dos.
Capítulo 14. Trueque por una vida.
Capítulo 15. Algo sobre el pasado.
Capítulo 16. You're no match for me, Sarah. (No puedes enfrentarme, Sarah)
Capítulo 17. Esta es mi respuesta, Rey Goblin.
Capítulo 18. La fiesta de Toby y un regalo muy especial.
C. 19.Don't tell me 'truth hurts' (No me digas 'la verdad duele')
Capítulo 20. No one can blame you. (Nadie puede culparte)
Capítulo 21. En la oscuridad.
Capítulo 22. ¿Cómo que se van?
Capítulo 23. ¿Reordenar el tiempo?
Capítulo 24. It's doesn't look that far. (Eso no parece tan lejos).
Capítulo 25. Jareth y el Rey Goblin.
Capítulo 26. What a nice surprise! (¡Qué linda sorpresa!)
Capítulo 27. Un pequeño ardid.
Capítulo 28. Reflexiones y remordimientos.
Capítulo 29. Un buen despertar.
Capítulo 30. Conviviendo con Lady Brigitte.
Capítulo 31. Time will crawll. (El tiempo se arrastrará)
Capítulo 32. Guerra fría.
Capítulo 33. Loving the alien. (Amando al extranjero.)
Capítulo 34. Sweet is the night. (Dulce es la noche.)
Cap. 35. Though we're strangers'til now.(Si bien éramos extraños hasta ahora)
Capítulo 36. Un regreso diferente al planeado.
Capítulo 37. Cartas y contiendas.
Capítulo 38. La justicia en buenas manos.
Capítulo 39. Day in day out. (Día tras día).
Capítulo 40. Este es el Aboveground.
Capítulo 41. Let's dance. (Bailemos.)
Capítulo 42. The wedding song. (La canción de bodas)
Capítulo 43. Tonight. (Esta noche)
Capítulo. 44. But down, in the Underground, you'll find someone true.

Capítulo 10. Buenos días, Labyrinth.

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By AmaterazuHime


Disclamer: Labyrinth no es mío. Tampoco los maravillosos personajes creados para la historia. Sí me pertenecen Twig, Erwin, Conrad, Alin y Gontran.

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  Sarah comenzó a moverse con los primeros rayos de sol que entraban por su ventana. ¡La cama estaba tan cómoda! ¡¿Por qué se tenía que levantar para ir a la escuela?! Sólo cinco minutos más... se dijo abrazándose más a la almohada.

  Poco después, alguien ingresó a su alcoba. ¡Seguro que era Karen para regañarla por su remolonería! ¡¿No podía simplemente dejarla en paz?!

  —¿Milady? —oyó una áspera voz, pero, con tono femenino. Sorpresivamente, Sarah abrió los ojos. ¡¿Dónde estaba?! Se sentó alarmada y observó todo alrededor. La goblin la observaba preocupada. ¡No! ¡No podía ser verdad! ¡Tenía que ser un sueño! ¡Simplemente...! Ya nada evitó que las lágrimas cayeran en las manos que cubrieron su rostro. ¡¿Qué había hecho?! ¡¿Qué le había hecho al pobre Toby?!—. ¿Milady, se siente usted bien? —La goblin corrió hacia ella—. ¡Oh, no llore, querida! Seguro bebió demasiado anoche; yo le preparé algo para aliviar el dolor. —Palmeó uno de sus muslos maternalmente. Mas, Sarah sólo lloró más desconsolada—. ¡Ya sé! ¡Espéreme aquí, Milady! ¡Iré por él! —Se retiró más rápido de lo que entró.

  ¿Por él? ¿Qué había querido decir con "por él"? ¿Creería que estaba enferma y fue por un médico? ¡¿Qué importaba?! ¿Quién se iba a preocupar por ella en este mundo?

  —¡Su Majestad ¡Su Majestad! —La criada entró con prisa adonde el rey estaba aguardando que se sirviera el desayuno junto a su familia más allegada. Jareth observó con curiosidad a su súbdito.

  —¿Qué sucede, Twig?

  —¡Lady Sarah, Sir! ¡Ni bien despertó se largó a llorar! ¡Intenté calmarla, pero, sólo fue peor! —Jareth suspiró agotado.

  —Bueno, sobrino. Era de esperarse; aún si se hubiera quedado por propia voluntad —Erwin opinó amablemente.

  —Además, Jareth, ¿quién se puede resistir a tus encantos? —Conrad elevó brazos y hombros.

  —Conrad. Cállate —lo amonestó su hermana con el cejo fruncido.

  —Bueno... sólo... espero que no sea tan grave —dijo el monarca poniéndose de pie—. Yo me encargo, Twig. Estate lista para atenderla. Tío, primos; dispénsenme. —Y desapareció para volver a materializarse frente a la puerta de la alcoba de la muchacha.

  Jareth golpeó con suavidad, mas, no hubo respuesta, sólo se oía el llanto y los "no puede ser". Tras otro pesado suspiro, el Rey Goblin ingresó.

  Sarah tenía el rostro escondido sobre la almohada, en tanto, su cuerpo era sacudido por su aflicción. Jareth se aproximó a ella en silencio y se sentó a su lado.

  —Sarah... —habló con dulzura; mas, ella lo ignoró—. Sarah... —repitió tratando de hacerla girar para que lo enfrentara.

  —¡Vete! ¡Déjame sola! —rechazó su contacto quedando tozudamente sobre la almohada con sus lágrimas.

  —¿Sarah, por qué estás llorando? Anoche no lloraste. ¿Por qué ahora?

  —¡¿Acaso también vas a controlar mis emociones?! —Esta vez volteó hecha una furia, los ojos rojos por llorar y por frotárselos constantemente; la nariz casi tan roja como su mirada. Jareth tuvo que controlar su sonrisa. Luego, ya analizando su respuesta la miró grave.

  —Ojalá pudiera, Sarah. —Ella quedó muda por pocos segundos.

  —¡Bien! ¡Pues, no puedes! ¡Así que voy a llorar todo lo que quiera, cuando quiera y a dónde quiera! ¡Tú no tienes poder sobre mí! —espetó con maldad. El rostro del monarca se tensó.

  —¿En verdad? —Hizo una cínica sonrisa.

  —¡Sólo compruébalo por ti mismo! —lo desafió y la masculina sonrisa se amplió más.

  —Tus deseos son mis órdenes, cosita. —Se inclinó con burla. Cuando Sarah menos lo esperó, quedó bajo su cuerpo con su boca obligándola a aceptarlo. Ella peleó tanto como pudo, pero, él era por lejos mucho más fuerte y... ¡Oh, sus labios eran... eran...! No encontraba la palabra para describirlos, pero, ciertamente le ocasionaban sed o hambre, pero, no. A la vez, no deseaba bebida ni alimento. Estaba tan ocupada luchando consigo misma, que no advirtió que él ya no la estaba sujetando y que ella le había correspondido y que...

  —¡Basta! —exclamó frenética al sentir su lengua recorriendo la línea de su cuello hacia su hombro y que con sus dientes había comenzado a descender el bretel de su camisón. El Rey Goblin se detuvo con la respiración agitada.

  —¿No tengo poder sobre ti, chiquitita? —Volvió a sujetar el bretel con su boca risueño.

  —¡No! —porfió ella. Él dejó su quehacer a mitad de camino para besar sus labios.

  —¿No, cosa preciosa? —Comenzó a trabajar de la misma manera con el otro hombro.

  —¡Basta! —Trató de apartarlo sin resultado.

  —¿Tengo poder sobre ti, Sarah? —La miró a los ojos acariciando su rostro y su cabello, mientras volvía a besarla.

  —¡Antes muerta! —habló furiosa entre dientes.

  —Muerta no me sirves de nada. —La observó con gozo—. Aunque... con un poco de magia... —una de sus manos transitó a lo largo de su brazo sugestivamente— quizás. —Sarah dio un grito de frustración.

  —¡Tú... pervertido! —clamó rabiosa—. ¡Quítate de encima mío, ahora!

  —No. De hecho, no pienso quitarme de encima de ti. Es... una pequeña prueba de que tengo cierto poder "sobre ti".

  —¡Vete al diablo! ¡Te odio!

  —¿Sí? ¿De nuevo? ¿Cuánto me odias, Sarah? —le susurró mordiendo suavemente su lóbulo y viéndola provocativamente—. ¿Me muestras?

  —¡¿Qué no te queda suficientemente claro, patán, sucio, desgreñado y... y... degenerado?!

  —¿Degenerado? —Sonrió malicioso mirándola con sorpresa—. ¿Y eso por qué?

  —¡¿Cómo qué por qué?! ¡Estás abusando de mí!

  —¡Oh, eso...! Bueno, mi chiquitita. Para un rey nada está prohibido. Incluyendo el acosar... jovencitas con cuerpos tentadores —volvió a usar las palabras de anoche y ella forcejeó más para su diversión, gritando y pataleando.

  —¡Ya déjame, estúpido Rey Goblin! ¡Tú no tienes derecho alguno de tratarme de esta forma, engreído canalla! ¡Eres... detestable, insoportable y...!

  —¿Encantador? —bromeó como aquella vez.

  —¡Definitivamente no! ¡Y tú no tienes poder sobre mí y eso es todo! —Él hizo un inconforme y dramático suspiro.

  —Eso era antes, cosita. Observa bien esto. Si yo no tuviera poder sobre ti, no podría hacer lo siguiente.

  —¿Qué? —indagó con la mirada desafiante y encendida.

  —¿Estás ansiosa? —él rió y la liberó para enderezarse—. Tranquila. —La miró a los ojos—. Sarah, bésame —ordenó. Sarah advirtió con horror cómo su torso se elevó y sus manos se ubicaban a cada lado del rostro del soberano, quien no dejaba de tener esa mueca de superioridad en sus labios. ¡Lo odiaba con toda su alma! ¡¿Por qué su cuerpo no le obedecía?! Salvo por la disconforme y aterrada expresión de su mirada, Sarah se acercó dulcemente a los labios de Jareth donde presionó los suyos. Él rió por lo bajo y abrió su boca para darle acceso; él no haría absolutamente nada, ni siquiera había puesto sus manos en ella. La inexperta lengua saboreó tiernamente cada palmo de su interior. De la masculina garganta brotó un gemido. Jareth se apartó para romper el hechizo—. ¡Sarah, alto! —volvió a comandar y el cuerpo de Sarah se relajó; sus ojos estaban llenos de lágrimas, pero, esta vez eran de rabia. Él le sonrió, esas lágrimas las conocía más que las otras; las había visto en su primer encuentro y en el segundo también—. ¡Vaya, que eres impulsiva, cosita! —Sarah no pudo soportarlo más y le lanzó una bofetada, mas, él tenía una velocidad sobrehumana y se paró junto a uno de los doseles antes de que la mano llegara a su faz—. Yo que tú, no volvería a intentar algo así, mi chiquitita. Golpear a un rey nunca ha resultado buena idea. Y... por otro lado, si no quieres que cada mañana venga a despertarte personalmente, entonces, levántate. Pronto servirán el desayuno y nosotros tenemos mucho por discutir. Tienes exactamente... —observó un reloj sobre una de las paredes del cuarto— quince minutos. —Ella seguía dispuesta a desafiarlo. ¡Quince minutos! ¡Ja! ¡Podría pasar quince siglos si fuera por ella! ¡Insufrible y jactancioso fey! ¡¿Cómo se atrevía?! Él arqueó una ceja—. ¿Chiquitita, acaso piensas llegar tarde... otra vez? —Sonrió con villanía—. Piénsalo. —Se marchó de su alcoba y tras salir, oyó una almohada que fue a dar contra la puerta apenas la cerró. Sarah se arrepintió de arrojarla, no quería tener que verlo de nuevo. Mas, debió haberse imaginado que la única respuesta que obtendría a cambio sería la de una fuerte y cruel risotada.

  Mas, se quedó estática cuando la puerta se volvió a abrir. Y su corazón sólo dejó de correr carrera cuando vio que se trataba de la goblin.

  —Disculpe, Milady. ¿Ya se siente usted mejor?

  —¡No! —respondió encaprichada.

  —Bueno... al menos, usted ya no está llorando —contestó con una amable sonrisa que hizo sentir culpable a la muchacha. Por más que la mujer fuera una goblin no tenía la culpa de tener a ese... ¡loco desquiciado por rey!

  —Sí... Lo siento. No quise ser grosera.

  —¡Oh, no lo ha sido, Milady! —respondió corriendo las cortinas—. Mi nombre es Twig y Su Majestad me ha ordenado estar a su servicio. Para mí es un verdadero honor, Lady Sarah.

  —Gracias, Twig —Sarah le correspondió la sonrisa.

  —Hoy es una mañana muy bonita, Milady. Más que otras mañanas puedo asegurarle. ¿Gusta usted vestirse en algún color especial por las mañanas? —Se dirigió a un closet que abrió.

  —¿Un color especial? —indagó confusa—. Yo... no uso ningún color especial en ninguna hora del día.

   —¡Oh, Milady! Aquí hay colores y vestidos según las horas y ocasiones. —Se puso a estudiar los distintos atuendos por si le pedían opinión.

  —Yo... De dónde vengo no acostumbramos... Al menos, en... mi casa. —Hizo un esfuerzo por no volver a llorar.

  —¡Oh, no se preocupe usted! ¡Yo la ayudaré con eso, entonces! ¡Para eso estoy! ¡Aquí mismo hay uno bonito! —Sacó un color damasco, más sencillo que el que había usado por la noche, pero, igualmente encantador.

  —¡Oh, cielos! —exclamó Sarah poniéndose de pie—. ¡Es hermoso!

  —¡Seguro que sí! —la goblin reconoció alegremente—. ¡Su Majestad tiene un excelente gusto! —Sarah sintió como un baldazo de agua fría.

  —¿Su Majestad? —cuestionó conteniendo su furia—. ¿Él... escoge lo que todos deben usar?

  —¡Por supuesto que no, Milady! Pero, sí escogió su vestuario entre cientos y cientos de diseños.

  —¡¿Por qué?! ¡¿Cuándo?! —protestó y Twig la observó con sorpresa.

  —Bueno, Milady; es lo lógico en vista de quién es él y quién es usted; especialmente si usted dice que las costumbres de su mundo son diferentes a las de aquí. Presumo que Su Alteza debe conocer esto y, por eso, se tomó la libertad. —Suspiró agradecida—. ¡Hay más de una muchacha que desearía estar en su lugar, Milady! Pero, no tiene de qué preocuparse. —Sonrió ayudándola a calzarse el vestido y a cepillar su cabello. Sarah se dejó hacer tan sólo por la simpatía que le despertaba la inocente goblin; todavía estaba como en un trance caótico de sentimientos y preguntas; y sabía que no tenía opción más que obedecer en esta oportunidad. Twig le recogió el pelo en un peinado parecido al que ella solía usar en el parque—. Listo, Milady. Si me permite, la guiaré hasta el comedor. —Sarah suspiró y se incorporó del tocador. ¡Hasta joyas debía llevar puestas! Mucho más discretas que la última noche, pero, allí estaban.

  Jareth observaba el enorme reloj de comedor. Aún tenía un minuto, ya vería qué tanto "poder" tenía sobre ella. Sonrió para sus adentros. Cosa que no se le escapó a su risueño primo que lo había estado examinando desde que regresó de la habitación de Sarah. Pues, se había marchado tan preocupado y a su retorno casi había vuelto a las carcajadas.

  —¿Otro laberinto? —comentó Conrad y sintió una patada por debajo de la mesa, proveniente de uno de los dos que estaban ubicados en frente suyo. Gontran le vio extrañado al captar su sorprendida mirada; entonces, de la suya pasó a la de la mujer a su lado. Alin. ¿Cuándo no? ¡Y luego él era el desubicado! Su cuñado podría pensar que su bonita esposa era un encanto, pero, él la conocía lo suficiente como para asegurar que era una abusiva. Bueno, al menos con él.

  —No exactamente. Más bien... una lección. —El rey sonrió con diversión.

  —¿Eso funciona? —indagó con cierta curiosidad y humor.

  —¡Por supuesto!

  —Pero, primero, debes crecer —Alin dijo viendo a su hermano con una mueca ladina.

  —Muy graciosa, hermanita —gesticuló con mofa y le mostró la lengua.

  —¡Oh, realmente, eso fue muy maduro de tu parte! —replicó ella.

  —Niños, no desde temprano —les amonestó su padre, en tanto, Gontran escondía una sonrisa.

  Instantes después, las puertas se abrieron dando paso a una muchacha con la barbilla en alto y una goblin aparentemente orgullosa de servirla. El Rey Goblin se puso de pie, como el resto de los caballeros. Jareth avanzó hacia la joven con una sonrisa de triunfo.

  —Gracias, Twig. Puedes retirarte —indicó a la sirviente que, tras una inclinación, se pegó media vuelta y se marchó. Jareth quedó frente a Sarah—. Buenos días, Sarah mía. —Ella lo miró con fingida frialdad; pues, todo lo que deseaba era gritarle y golpearlo hasta que suplicara por su perdón.

  —Buenos días, Rey Goblin —su voz expresaba tanto como sus ojos. Él extendió su mano con una sonrisa atrevida. ¿Rey Goblin? Ya se encargaría de que lo llamara como corresponde.

  —Veo que has llegado casi sobre la hora —murmuró y ella observó el reloj del cuarto que indicaba que había pasado un cuarto de minuto del tiempo indicado—. Por algo se empieza —pronunció como si en esas palabras hubiera algo más.

  —No siempre llegué tarde, Rey Goblin. Como bien recordarás —espetó ella con soberbia. Él debería enfadarse, de hecho, algo de eso lo había hecho tensar levemente. Pero, después de todo, ¿no estaba él riendo a lo último?

  —¡Oh, por supuesto que lo recuerdo muy bien, mi querida! A veces, la suerte favorece a los menos afortunados, como... meros mortales, podríamos decir. Pero, sólo a veces. —Su expresión era morbosa. La verde mirada echaba chispas de indignación—. ¡Oh, lo siento! Siempre olvido que tú eres... una pequeña muchacha mortal.

  —¿Qué parte olvidas exactamente? —lo desafió ella y él se aproximó peligrosamente a su oído.

  —Especialmente mi parte favorita, lo de "pequeña". Porque lo de "mortal" debo recordarlo por tu seguridad y lo de "muchacha" es imposible de olvidar. —Sarah dio un respingo cuando él rozó sus labios en su lóbulo con una menguante risita—. Por favor, mi querida. No hagamos esperar más a mi familia. —La condujo hacia la mesa y corrió la silla a su lado para que ella la ocupara.

  —Buenos días, Lady Sarah —la saludó Erwin con una amable sonrisa.

  —Buenos días, Sir.

  —Milady. —Gontran inclinó levemente su cabeza y ella le imitó.

  —Buenos días, Lady Sarah. —Alin le sonrió con simpatía—. Espero que haya descansado bien. Si gusta, podríamos tomar el té juntas por la tarde.

  —Seguro —respondió sintiéndose insegura en cuanto a las intenciones de la mujer. Después de todo, era la prima del insoportable a su lado—. ¿Por qué no?

  —Lady Sarah, espero que me hayas perdonado por mi... mis comentarios de anoche —Conrad mencionó preocupado.

  —¡Oh, bueno! Ni siquiera recuerdo qué dijiste, así que... No hay problema. —Le sonrió y él le correspondió.

  —¡Genial! ¡Tú sí que eres comprensiva, no como cierta hermana de alguien! —siseó con maldad hacia la aludida.

  —Conrad... —le advirtió su padre—. Hijo, de veras, compórtate. Y de hecho, no olvides tus buenos modos y no te dirijas a ella con tanta confianza. Ella es Lady y no deberías tutearla cuando recién ayer la has conocido y no te ha brindado la confianza para hacerlo. Sabes que no es correcto. —Conrad resopló suavemente.

  —Está bien, lo siento, Milady.

  —¡No! Está bien. De hecho... prefiero que me hables con esa confianza... Me hace sentir más... —Jareth no le quitó la vista de encima; sabía que su primo era incapaz de meterse con lo que le pertenecía, pero, qué si ella "congeniaba" con el muchacho porque era más joven y descarado— como en mi mundo. Los jóvenes en mi mundo nos tratamos así.

  —Aquí no es el Aboveground, querida mía —remarcó Jareth molesto. Sarah lo miró rencorosa.

  —Bueno... entonces, sería mejor que usted diera el ejemplo, Rey Goblin —le contestó triunfante—. Su... manera de hablarme y de tratarme, deja mucho que desear. Si eso son "buenos modos", entonces, prefiero los malos modos de los que acusan a su pobre primo. —La mandíbula del monarca se tensó. Conrad le vio preocupado y se forzó a tragar. ¡Lo que le faltaba! ¡Que su primo estuviera celoso de él! Y en su interior rogaba a todas las fuerzas que no fuera así. El resto quedó inmóvil, casi sin respirar. Jareth tomó cuidadosamente su tiempo para responder y calmarse.

  —Querida mía, creo que olvidas que... mi título está muy por encima del tuyo. Y yo puedo dirigirme a ti y tratarte como más me "complazca". Si entiendes el significado de la palabra, mi chiquitita —se acercó a ella—, sería conveniente que cuidaras tu lengua. —Hubo una pausa de lucha entre aquellas dos miradas—. ¿O... —Regresó a su postura con una maquiavélica sonrisa— prefieres que te la cuide yo? Eso sería... bastante "placentero". —Sonrió en una mueca.

  —¡Yo no necesito de tus cuidados! —espetó furiosa. Él sólo elevó una ceja curvando sus labios hacia un costado.

  —Tampoco los desdeñas; de hecho... pareces disfrutarlos. —Sarah se puso roja de pies a cabeza. ¡Oh, su alma gritaba de odio y frustración contra este sujeto! Él se tornó serio; sabía que ella estaba controlando su cólera y en consecuencia, su llanto—. Sarah, no me desafíes —le advirtió al ver los verdes ojos buscando dentro suyo y prometiendo revancha—. Yo tengo poder sobre ti, cosa preciosa. Pensé que había quedado bastante claro, esta mañana —su voz seguía siendo firme, pero, había escondido un ruego: "Puedo ser cruel, pero, no quiero serlo contigo, Sarah mía". Se quedaron viendo hasta que ella finalmente descendió su mirada sobre su plato sin verlo realmente.

  —¡Muy bien! —Erwin intentaba iniciar una conversación para quebrar el tirante silencio—. ¡Me he enterado de que ha llegado un grupo de artistas al pueblo y por lo que he oído hacen unas interpretaciones muy buenas de obras clásicas!

  —¡¿Oh, de verdad?! —lo apoyó su hija con entusiasmo, no sólo porque le interesaba, sino, porque, en verdad, trataba de ayudarlo—. ¡Oh, padre, sería grandioso verlos! ¿No crees, cariño?

  —Claro. Si esta tarde hay función, te llevaré hoy mismo. Debes aprovecharme antes de que regresemos a casa. —Le sonrió y ella le correspondió.

  —¡Y eso pienso hacer! Una vez allí, estás tan ocupado que apenas recuerdas que tienes esposa.

  —No seas mentirosa. —Él rió por lo bajo pellizcando suavemente su mejilla—. Siempre te estoy atendiendo, aun cuando estoy lejos, constantemente te envío notas.

  —No es suficiente. —Se arrimó mimosa

  —Volviendo al tema de los artistas —interrumpió Erwin sonriente—, sería un honor para mí escoltar a las damas, si tú no tienes otros planes, Jareth.

  —¿Por qué no mejor los hago venir al castillo? —indagó el monarca.

  —Porque es más divertido verlos en el pueblo. —Sonrió su prima, asegurándole con la mirada que la muchacha necesitaba salir un poco para distenderse.

  —De acuerdo. Entonces, está bien para mí, tío. Esta tarde estaré muy ocupado con mis consejeros y con ciertos asuntos del reino. Si Sarah desea ir, no hay problema. Sé que la dejo en buenas manos —agradecido sonrió a Erwin.

  —¿Qué dice usted, Lady Sarah? ¿Acepta usted un poco de distracción con mi compañía y la de mis hijos?

  —¡Yo no voy! —aclaró de inmediato Conrad, por si acaso su primo se enfadaba.

  —Nadie te invitó —se mofó Alin. Sarah juntó coraje y sólo pudo cabecear.

  —Será un placer, Sir Erwin.


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