Dulce como un durazno.

By AmaterazuHime

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El durazno no fue tan efectivo cuando el Rey de los Goblins quiso hacerle olvidar todo... Ella recordó que de... More

Capítulo 1. After all. (Después de todo.)
Cap 2. Everything I've done I've done for you(Todo lo hecho, lo he hecho por ti)
Capítulo 3: Al rescate de Toby, otra vez.
Capítulo 4. I'm Underground.
Capítulo 5. Divertimento.
Capítulo 6. A land serene. (Una tierra serena)
Capítulo 7. La cena en el Ballroom.
Capítulo 8: See these eyes so green. (Mira estos ojos tan verdes)
Capítulo 10. Buenos días, Labyrinth.
Capítulo 11. ¿Tregua?
Capítulo 12. Somebody up there likes me. (Alguien de arriba mira por mí.)
Capítulo 13. Cena para dos.
Capítulo 14. Trueque por una vida.
Capítulo 15. Algo sobre el pasado.
Capítulo 16. You're no match for me, Sarah. (No puedes enfrentarme, Sarah)
Capítulo 17. Esta es mi respuesta, Rey Goblin.
Capítulo 18. La fiesta de Toby y un regalo muy especial.
C. 19.Don't tell me 'truth hurts' (No me digas 'la verdad duele')
Capítulo 20. No one can blame you. (Nadie puede culparte)
Capítulo 21. En la oscuridad.
Capítulo 22. ¿Cómo que se van?
Capítulo 23. ¿Reordenar el tiempo?
Capítulo 24. It's doesn't look that far. (Eso no parece tan lejos).
Capítulo 25. Jareth y el Rey Goblin.
Capítulo 26. What a nice surprise! (¡Qué linda sorpresa!)
Capítulo 27. Un pequeño ardid.
Capítulo 28. Reflexiones y remordimientos.
Capítulo 29. Un buen despertar.
Capítulo 30. Conviviendo con Lady Brigitte.
Capítulo 31. Time will crawll. (El tiempo se arrastrará)
Capítulo 32. Guerra fría.
Capítulo 33. Loving the alien. (Amando al extranjero.)
Capítulo 34. Sweet is the night. (Dulce es la noche.)
Cap. 35. Though we're strangers'til now.(Si bien éramos extraños hasta ahora)
Capítulo 36. Un regreso diferente al planeado.
Capítulo 37. Cartas y contiendas.
Capítulo 38. La justicia en buenas manos.
Capítulo 39. Day in day out. (Día tras día).
Capítulo 40. Este es el Aboveground.
Capítulo 41. Let's dance. (Bailemos.)
Capítulo 42. The wedding song. (La canción de bodas)
Capítulo 43. Tonight. (Esta noche)
Capítulo. 44. But down, in the Underground, you'll find someone true.

Capítulo 9. En la alcoba.

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By AmaterazuHime


  Jareth condujo a Sarah por un corredor. Desde que él le había anunciado que debían retirarse a descansar, ninguno de los dos cruzó una palabra con el otro. Durante el camino, Sarah pareció recobrar cierta sensatez y se puso a analizar en dónde ella pasaría la noche; ¿qué si la metía en un calabozo? ¿Qué si la estaba conduciendo hacia su Habitación Real? Se sonrojó y sacudió la cabeza intentando borrar ese pensamiento. Él pareció darse cuenta de su inquietud y sonrió para sus adentros, mas, no dejó que ella lo notara. Sarah lo espió de reojo con preocupación. Por un momento, creyó ver una leve mueca en la comisura de sus labios, mas, luego pensó que sólo fue una ilusión a causa de la luz que provenía de la luna.

  Finalmente, se detuvieron ante una puerta que él abrió para seguidamente hacer una mímica casi burlona para que ella ingresara. Ella lo miró dudosa, pudo ver cierta burla en su mirada. ¡Cómo lo odiaba! Le dio vuelta el rostro e ingresó a la alcoba. Jamás había visto un dormitorio tan amplio y tan hermoso. Era como de ensueños. Sorprendida, se adentró unos pasos más. Giró al sentir la puerta cerrarse tras ella y observó horrorizada a quien la había cerrado.

  —Bueno... —él habló caminando hacia ella con las manos tras su espalda. Sarah no pudo evitarlo, mas, comenzó a retroceder lentamente—. Aquí estamos —dijo con una sonrisita, ahora, elevando sus brazos como queriendo alcanzar la extensión del cuarto.

  —¿Qué significa eso? —pudo gesticular ella, aunque su voz no pudo ocultar su nerviosismo.

  —¿Temor? —cuestionó burlón ya frente a ella.

  —¡Por supuesto que no! —trató de mostrarse segura. Él se inclinó más para verla a los ojos muy de cerca y pareció estudiarla en detalle.

  —¡Qué placer! —exclamó con toda intensión tras unos segundos que, a ella le parecieron siglos. Su respiración estaba notablemente alterada—. Respira con calma, cosita; o... llegaré a pensar lo contrario o que... en verdad, mi proximidad te emociona, pese a tu... odio —siseó perversamente.

  —¡Respiro como se me da la gana y estoy muy cansada!

  —¿A tu edad unas pocas escaleras te agitan de esta manera? —Llevó su mano para frotarse la barbilla—. No me pareció cuando llegamos; parecías muy... animosa.—Sarah estaba por explotar.

  —¡Animosa de irme a la cama! ¡Nada más!

  —Oh, bueno. Hubieras empezado por allí. Sabes que no tienes más que pedir. —Con holgura comenzó a desabotonarse la chaqueta que seguidamente arrojó sobre una silla. Sarah agrandó sus ojos horrorizada. ¿Estaba haciendo lo que creía que estaba haciendo? ¿Ellos...? Tragó saliva al ver que tras aflojar el pañuelo de su cuello y continuaba con la botonadura de su camisa.

  —¡¿Qué estás haciendo?! —espetó ella azorada. Él permaneció inmóvil con las manos sobre su broche a la altura de su pecho; viéndola con la mejor cara de inocencia que podía hacer.

  —Poniéndome cómodo. ¿Por qué voy a tener que estar con todo esto cuando ya tengo merecido mi descanso? —Retomó su trabajo.

  —¡Sí, bueno, pero...! ¡No aquí! —Él elevó sus cejas—. ¡Quiero decir... no delante mío!

  —¿Por qué no? —Su camisa quedó entreabierta hasta donde la faja rodeaba su delgada cintura. Sarah miró hacia otro lado cuando, inconscientemente, sus ojos se posaron en el pálido pecho del fey.

  —Porque... no está bien —casi susurró y, luego, se envalentonó—. ¿Qué no les enseñan ese tipo de cosas en su bonito protocolo?

  —¡Oh, sí! Nos enseñan a no desnudarnos delante de todos, pero... aquí, sólo estamos tú y yo, chiquitita —remarcó con maldad, aproximándose—. Entonces, no hay de qué avergonzarse ni de qué preocuparse. —Sarah huyó hacia el otro lado de la magnífica cama con doseles. Él tuvo que hacer un gran esfuerzo por no reír—. ¡¿Pero, mi amor?! ¿Por qué eres tan esquiva con tu soberano? —Abrió los brazos y la estudió con gracia—. Estás temblando. ¿Tienes frío?

  —¡No estoy temblando y no tengo frío! —gritó ofuscada y aterrada.

  —¿Qué te pasa, cosa preciosa? ¿Algo te... inquieta? —Siguió rumbo a ella que se aproximaba a la pared. Cuando lo advirtió cambió su rumbo sin percibir que, detrás de ella, sólo quedaba la cama.

  —¡Mantente lejos de mí!

  —¿Por qué?

  —¡Porque te lo ordeno! —Jareth se largó a reír con absoluta franqueza—. ¡No me importa si este es tu cuarto!

  —¡Mi cosita, cuán inocente eres! —Divertido se arrimó tanto, que ella chocó contra el lecho donde terminó sentada por el impacto. Él se agachó para estar al mismo nivel de altura. Sarah creyó que si él continuaba con esa mirada tan penetrante, se saldría con la suya pese al pánico que le generaba—. Sarah... —la nombró con gentileza en su voz—. ¿Has visto bien esta alcoba? —cuestionó y ella se preguntaba qué clase de indagación era, tras lo que había pasado recién. Y, por si las dudas, no apartaba su mirada de él. Jareth sonrió y redujo la distancia de sus rostros—. ¿Mi niña tonta, crees que yo dormiría en un cuarto con mantas rosas, decorado en blanco, más rosa y con flores? ¿Lo crees? —Sarah parpadeó y, por primera vez, tomó consciencia de ello. Pues, no, sinceramente no lo creía. ¡Pero, igual, él estaba allí y...!

  —¿Entonces... esta será mi habitación?

  —Sí. Esta es tu habitación. ¿Aún sigues decidida a postergar nuestra conversación?

  —Necesito descansar, Rey Goblin. Quizás para ti ha sido un día de triunfo y festejo, pero, para mí ha sido el más fatídico desde que mi padre se volvió a casar. —Jareth tomó el rostro entre sus manos y la miró con afecto.

  —Descansa, entonces, amor. La conversación puede esperar a mañana. —Giró la muñeca y, entre sus dedos, creó un orbe que, tras un nuevo giro, pareció caer sobre Sarah, cambiando el hermoso vestido blanco en un camisón verde de seda. Él la admiró por unos segundos, "maravillosa", pensó. Y sus labios descendieron hasta los suyos. Sarah enderezó su espalda ante el desconcierto, pero, no se apartó. Aquel beso era tierno y reconfortante, casi cariñoso—. Buenas noches, mi bella Sarah —susurró aún sobre sus labios y desapareció junto con sus prendas. Ella permaneció sentada allí por un buen rato tratando de recobrarse. Se dejó caer de espaldas y suspiró abrumada. ¿Qué se traería entre manos ese fastidioso Rey Goblin? Pasó una mano por su cabeza y advirtió que su cabello ya no estaba esponjoso como durante en el baile, ya estaba libre de hebillas y adornos y parecía haber sido cepillado. Sólo le quedaba intentar dormir. Apagó las velas y fue hacia el lecho. La luna ingresaba por su ventana en silencio, mientras, ella se metía en las mantas de seda.

  Pasaron horas mientras daba vueltas y vueltas en el lecho. Los pensamientos venían a su mente una y otra vez. Cuando conseguía dominar uno aparecía otro. ¿Sus padres notarían su ausencia y la de Toby? ¿Y qué de la escuela? ¿En verdad Toby se convertiría en el próximo Rey Goblin? Ella no podía imaginar a su hermanito siendo tan descarado como Jareth... aunque... si era por lo mañoso, casi podría sospecharse que era hijo suyo. Eso la hizo sonreír imaginándose a su madrastra y al Rey Goblin conviviendo. ¡No! Se dijo casi entre risas; con lo metódica y exageradamente estricta que era Karen, Jareth no duraría ni dos minutos seguidos con ella. Cerró sus ojos en otro intento, mas, no había caso. Quizás, si se daba una ducha. En su hogar, muchas veces eso le funcionaba, la ayudaba a relajarse y después dormía como un bebé. ¿Tendría su propio baño allí? ¿Existiría baño? Se preguntó preocupada mientras se sentó y bajó sus pies. Al alcanzar el suelo, estos se hallaron con unas acogedoras pantuflas haciendo juego con su camisón.

  Confortada por la luz natural que la luna llena le otorgaba pensó que no se molestaría en encender las velas, al menos, hasta encontrar el baño. Tras observar las paredes, halló una puerta oculta tras un tapiz. Frunció su nariz y pensó que definitivamente ese debía ser el baño, pues, quizás, les parecía bochornoso aceptar que ellos tenían tanta necesidad de uno como los "mortales" rió dentro de sí. ¡Estos extravagantes feys! Empujó la puerta con cuidado. Estaba oscuro, más adelante se podía distinguir una luz proveniente de alguna ventana. Cuando avanzó, se encontró en el centro de una exquisita alcoba, tan grande como la suya. El mismo tipo de lecho sólo que... estaba decorada en azules y plata, como si se tratara de un cielo estrellado. ¿Por qué su alcoba llevaba a otra? ¿No era eso extraño? Caminó hacia la cama vacía; la luz del satélite quedó tras ella. ¿A quién pertenecería?

  —¿Sarah? —una voz asombrada indagó a pasos detrás de ella. La joven giró de inmediato, descubriendo al dueño del cuarto justo debajo del dintel del ventanal que llevaba al balcón. Su pantalón pijama era de color negro, encima, su elegante bata que dejaba entrever su pecho—. ¿Tú... tampoco puedes dormir?

  —Yo... estaba buscando el baño... Pero... tal parece que aquí no tienen. —Quedaron viéndose el uno al otro, sin moverse.

  —Oh —fue todo lo que respondió—. Disculpa. Debí haberte mostrado los distintos rincones de tu habitación. —Hubo una incómoda pausa—. Si... quieres puedes usar el mío. —Metió sus manos en los bolsillos de la bata.

  —¡No! —Se sonrojó ella—. No es necesario. Yo... sólo iba a tomar un baño, para poder descansar mejor. Pero... puede esperar.

  —Bueno... siendo así... —Sarah no podía creer que el poderoso y soberbio monarca pareciera tan entorpecido como ella ante el inesperado encuentro—. ¡¿Ya has visto la vista que tenemos desde nuestros balcones?! —exclamó tratando de romper la tensión.

  —N-no —confesó ella—. ¿Es... mejor que la del... —¡¿Oh, por qué debía justo recordar ese momento?!— Ballroom?

  —Ciertamente. Bueno... al menos, para mi gusto. ¿Vienes? —Extendió su mano hacia ella.

  —Y-yo... —dudó dando un paso hacia atrás.

  —Si sigues retrocediendo chocarás con... mi lecho —advirtió. Sarah en seguida giró hacia el mueble como si estuviera hecho de fuego y, otra vez, caminó hacia atrás; ahora chocando con él, que había ido rumbo a ella—. Tranquila, Sarah —susurró aferrándola de los hombros—. No voy a morderte. —La instó a que tornase y le tomó la mano—. Ven. Estoy seguro de que te encantará este paisaje. —La llevó hacia el balcón. Ella se mordió los labios rogando porque no le diera otro beso y, al mismo tiempo... "¡Basta, Sarah!", reprendió a sí misma. El aire fresco de la noche la golpeó con suavidad; bajo ellos, un hermoso parque con todo tipo de flores, árboles, fuentes y algunas estatuas; unas más magníficas que las otras. Él la liberó permitiéndole moverse a su gusto. Ella se acercó a la baranda.

  —¿Este es... el jardín real? —indagó tratando de no mostrarse ni alterada ni friolenta.

  —Sí. Mañana podrás verlo más de cerca —él prometió yendo a su lado y señaló, a lontananza, donde se extendían unos campos—. Aquellas tierras son las que proveen de alimentos a todos aquí en el castillo —su voz sonaba alegre. Sarah pensó que jamás le había oído de esa manera—. Detrás de ellos, están las tierras de mi tío Erwin; era el fey sentado frente a ti.

  —¡Oh, sí! ¿Tú... no tienes...? —temió preguntar.

  —¿Padres? —cuestionó con normalidad—. No.

  —Pero... —¿Él tenía que haber nacido de algún otro ser, o no?

  —Sí, tuve —le indicó viendo hacia dónde iban sus pensamientos—. Mi madre... murió poco después que mi padre. —Su mirada pareció perderse en la lontananza.

  —Oh. Lo siento. No debí preguntar.

  —No es problema, Sarah. Yo era muy pequeño como para recordarlos. Si puedo describirlos es gracias a las pinturas, no a mis recuerdos. —La miró con calma. Ella le sonrió con ternura en respuesta, pensando que debió ser difícil para él. Cuando sus padres se divorciaron, ella al menos tenía a su padre. Jareth se animó a tomarla de nuevo de la mano. Estaba tan ansioso por mostrarle toda la belleza de su mundo—. ¡Ven! —La condujo hacia uno de los extremos del balcón—. ¡Mira esto! ¡Puedes disfrutarlo todas las noches, cualquiera sea la hora, siempre y cuando no esté nublado! —En la lejanía, se alzaban poderosas montañas, allende, se podía apreciar una especie de aurora boreal.

  —¡Wow! —exclamó anonadada—. ¡Jamás había visto algo así! —Quedó estupefacta—. En mi mundo, hay auroras como esa, pero, no en mi país.

  —Entiendo —comentó con una satisfecha sonrisa por conseguir sorprenderla con algo que a él le parecía en extremo hermoso. Por eso, había hecho cambiar su habitación hacia aquí, de eso ya hacía unos cientos de años—. Allí hay un clima difícil, pero, posee bellezas como esa. Labyrinth también, no creas que no. Ya podrás verlo todo con tus propios ojos. Te haré conocer Labyrinth de punta a punta; ya verás —seguía entusiasta hablando detrás de ella. Sarah sonrió viendo aquel espectáculo. Labyrinth era tan mágico y diverso. Una repentina ráfaga la obligó a abrazarse. De las manos de Jareth apareció una mantilla suave y abrigada con la cual la cubrió con delicadeza. Ella pudo sentir su calor a pocos centímetros de su espalda—. Lo siento —murmuró próximo a su oído; sus manos aún en sus brazos—. ¡Tonto de mí! No me di cuenta.

  —Está bien. —Giró su rostro para sonreírle—. Gracias. —Volvió a fijar sus ojos en las montañas. Él se la quedó viendo. ¿Quién era esta dulce mujer a su lado? Sonrió para sí. Sí, era su Sarah; siempre lo supo. ¡Qué ganas de abrazarla y besarla! Pero, ya la escena en el balcón del Ballroom fue ejemplo suficiente de que no podía controlarse totalmente cuando se trataba de ella.

  —Bueno... —habló pasando un brazo por sus hombros—. Si gustas, te enseñaré a dónde está tu baño y así intentas conciliar el sueño. ¿Bien?

  —Sí. —Se mordió el labio. Sabía que no era prudente permanecer mucho más a su lado—. Eso suena bien.

  —Sí —repitió él—. Yo... quizás, siga tu ejemplo. Mañana hay mucho por hacer, como siempre. Y quiero hacerme tiempo para comenzar a recorrer juntos el reino.

  —Bien —cabeceó, en tanto, abandonaban el balcón.

  Él la acompañó hasta la habitación de junto y le mostró una entrada escondida en la pared que llevaba hacia el baño. Sarah no pudo sino reír por lo bajo, su idea sobre los feys no había sido tan desacertada, entonces.

  —¿Cuál es la broma? —cuestionó él con una sonrisa al verla tan distendida.

  —Sólo que... no entiendo porque debe estar tan oculto algo tan... cotidiano como un baño.

  —Bueno... la habitación queda más elegante así, ¿no crees?

  —Tienes razón —tuvo que reconocerle.

  —Yo... he modificado un poco las cosas allí dentro para que te sean más familiares —notificó él—. Los métodos de aquí son más parecidos a los de tus antepasados.

  —Gracias de nuevo.

  —Sí. No es nada. —Se la quedó viendo—. Bueno... espero que descanses, Sarah. —Se volvió a ir con cierta prisa, desapareciendo con las últimas palabras.

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     N/A: Hoy estuve leyendo y corrigiendo la pre-secuela que cuenta la historia de Alin y Gontran. ¡Vaya que tenía mucho tiempo para dedicarle a la escritura! A veces, quisiera no tener que hacer nada más que esto, escribir, maldita rutina. 

  Sólo curiosidad, ¿alguna está siguiendo mi otra historia? Me gustaría leer algún comentario, sólo si lo están leyendo, no se sientan obligadas.

 A las que me están siguiendo, leyendo, votando, comentando y demás "...endo" y "...ando" :D (chiste tonto) mil gracias y espero que sigan disfrutando de mis escritos. Un gran abrazo. ¡Las quiero!


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