Soy un maldito, lo sé.

By Criss_Burton

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La historia relatada desde el punto de vista de un vampiro sádico, uno que tortura a la gente en pleno siglo... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
capítulo 5
Capítulo 6
capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
capítulo 37
Capítulo 38
capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
capítulo 43
capítulo 45..
capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
capítulo 50
capítulo 51...
capítulo 52
capítulo 53
capítulo 54
capítulo 55.
capítulo 56.
capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65.
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70

capítulo 44

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By Criss_Burton

Susurró unas palabras apenas audibles sobre mi cabello que cubríagran parte de mis oídos, soltándome de aquellas espantosas amarras que me mantenían sujeta a la  silla de madera.

- ¿Qué demonios hiciste Lassarre?- dijo McCain confundido en la penumbra. - Arregla esto de una buena vez Carlo - le ordenó a su lugarteniente.

- En un segundo- dijo Carlo.

Me levanté con lentitud de la silla y coloqué a McCain en ella amarrando sus manos a la madrra de la silla dondeme habían mantenido durante tiempo completamente desconocido para mi.

Con la cacha del arma dejé  inconciente a McCain para que a mantuviera en silencio por un momento, tomé de las piernas a Gian y lo aparté dejándolo recargado en el muro.

Entre la confusión de Carlo por el silencio y oscuridad inminente, segundos después logró encender la lámpara que colgaba del techo, coloqué mi pierna detrás de la suya y lo hice tropezar, repetí el proceso que había utilizado con McCain en Carlo, dejándolo en el suelo algo desorientado, apunté sobre su frente.

- Hora de dormir escoria- dije entre dientes y sólo volví a golpearlo una y otra vez hasta dejarlo inconciente como a McCain.

Me dejé caer en el suelo cansada, limpié mi frente pues estaba sudando, tenía fiebre y sudaba frío, agitada recuperé el aliento, miré un poco el suelo de aquel lugar, y comencé a reír.

- Morgan - Susurró Gian quien estaba sumamente golpeado.

- ¿Estás bien?-  dije sin mirarlo.

- Se me dificulta respirar- volvió a susurrar.

- Te ayudaré, sólo déjame recobrar el aliento- dije suspirando.

Los segundos pasaron y todos seguían en el suelo, tomé un par de esposas y se las coloqué  a Carlo en las manos y pies, entrelazando las manos de McCain y Carlo para hacerlo todo más interesante.

- Necesitas ayuda- dijo Gian.

- Mantén tu trasero donde te encuentras - dije autoritaria.

- Bien-

- No necesito ayuda puedo sola- tomé un poco de agua que tenían en un pequeño frigobar que se encontraba en el fondo de la habitación, "agua mineral" decía la etiqueta de aquel producto, tomé la botella y la abrí frente a McCain, agité la botella con énfasis y les dejé caer en sus rostros el líquido a presión haciéndolos despertar.

- Despierten que es hora de ajustar cuentas- dije evidentemente alegre.

- ¿Qué demonios es esto.? - dijo McCain confundido al ver a Carlo a su lado con su rostro ensangrentado y visiblemente disgustado.

- Una sorpresa McCain - reí.

- ¡Sueltame maldita esquizofrénica! -  dijo Carlo.

- Lo pagarás caro Lassarre - McCain estaba de mal humor.

- Como tu digas, bien mis pequeños amores... tengo muchas dudas al respecto de todo este plan siniestro entre ustedes dos- dije sonriente.

- Te puedes meter las dudas en en culo - dijo riendo.

- Bien,así lo quisiste McCain- dije tomando un martillo de una repisa que tenían cerca, tomé un poco de impulso y con el martillo golpeé la mano de McCain rompiendo su mano y haciendo explotar su piel, un poco de grasa de las gordas manos de McCain salió disparado directo a mi rostro.

McCain gritó y comenzó a retorcerse en la silla, Carlo comenzó a forsejear intentando soltarse del amarre que le había hecho con las esposas anteriormente.

-¿Te gusta McCain? ¿Delicioso el dolor no crees?- me burle con el afán de divertirme, éste era el momento preciso para cobrarme una a una de sus acciones, y, como bien había dicho McCain en algún momento, yo tenía esquizofrenia y la locura se apoderaba de mi.

- ¡¡Maldita perra!!- gritó frustrado- cuando me quite las amarras verás lo que te espera maldita- gritó con aún más furia.

- Quiero respuestas ahora mismo, y tendrán que darmelas ahora, si quieren mantenerse intactos por unas horas más - los sentencié.-  alguno de los dos puede decirme ¿Cómo demonios esperaban verme la cara de estúpida? - los miré implacable -¿Nadie?- ellos no se inmutaron- bien, Carlo, es tu turno- dije con notable demencia. - tomé de nuevo el martillo y golpeé a McCain en el rostro - ¡¡Ups!! Creo que me equivoqué, pero no te preocupes Carlo también hay para ti- tomé fuerza y velocidad y rompí una de sus rodillas, aquel estruendo que yo le había provocado con el martillo hizo precencia con un leve quejido.

- Valla, eres bastante tolerante, lastima que sólo seas el perro lame botas de este pobre imbécil - alardeé.

- Zorra- gimió.

- Ustedes dos creyeron que era imbécil o estúpida, creyeron que me tragaría aquel cuento de Gian, ¿No es así? - ambos palidecieron.

- Morgan, ¿De que demonios hablas? - Susurró el supuesto Gian desde el muro.

- De tus mentiras, que te prestaste para este jueguito estúpido George - Gian o mejor dicho "George " tragó saliba con dificultad pues si lo habían golpeado.

- No sé De que me hablas- lo miré de cerca poniendo el cañón de mi arma bajo su quijada.

- George Lassarre, ¿creiste que no me enteraría de tu existencia? ¿creiste que caería con tanta facilidad?- lo miré furiosa, George me tomó del cabello con dificultad, quería lastimarme.

- Aún no me conoces imbécil, el que seas mi hermano y gemelo de Gian no te hace conocerme ¿sabes? Es irónico, ahora yo misma quiero matarte.-  sonreí. - ¿McCain? ¿Cuando le dirías a George que todo fue un buen negocio con mi padre?- McCain solo se limitó a mirar.

- ¿Dé qué demonios hablan?- dijo indignado

- Hablamos de que contigo nuestro padre pagó una deuda a McCain, McCain solo te tiene bajo su custodia por eso, nunca te quiso y papá no te abandonó, el sólo quería saldar una deuda que nunca pudo saldar- reí y aprovechando la condición de mi hermano George golpeé sus costillas liberandome de su agarre.

- ¿Qué? -

- Lo que escuchaste, lo siento mucho pero te ahorraré la pena- le dije a George, tomé el arma y apunté a sus ojos clavando el proyectil dentro de su cráneo sin piedad o pena alguna, miré a George caer en el suelo mientras sus vesos hacían un perfecto tapizado del lugar. - Hermoso ¿No crees McCain? - dije vengandome.

- Me importa un comino George - dijo McCain.

- Debería importarte- le advertí - ¿recuerdas a la bella Giselle?  ¿Tu amante?- McCain comenzó a comprender entrando en pánico mucho antes de intentar decir algo. - ella, Giselle fue la madre de dos gemelos hermosos, producto de tu asquerosa sexualidad, uno llamado Gian por ella, porque ella tenía un carácter sublime como él, al otro pequeño lo nombró como su padre, George Bill McCain, mi madre los adoptó recién nacidos en un viaje a Inglaterra, donde tu habías mandado a matar a Giselle para que no te delatase con tu en ese entonces esposa, ¿si recuerdas no?- McCain negó en silencio y sólo se limitó a mirar el suelo. - Bien, el resto ya podrás imaginarlo, los chicos crecieron con nosotros antes de entregarte a George claro, aunque bueno siendo un poquito más realista debo admitir que se necesita demasiada cobardía para no sentir nada más que placer cuando abusas sexualmente de tu hijo y lo torturas hasta la muerte dejándolo a la deriva como un pobre cachorro de la calle, dejar morir a un hijo es una acción bastante.... ¿Cómo decirlo?... Sin escrúpulos y deplorable debo admitir, aunque conociéndote el único que sufrió fue Gian, tu no sentiste nada en absoluto.- el remordimiento de McCain era evidente en sus expresiones faciales, más intentaba disfrazar todo su sentir con una mueca de asco que poco transmitía.

- Mentiras, todo lo que dices sobre la perra de Giselle es falso, ella sigue viva, lo sé.- dijo seguro.

- Bueno puede que no te equivoques- la cara de McCain reveló asombro ante mis palabras, quizás muy en el fondo el no tenía esperanza de que aquella pobre mujer se mantuviera aún con vida, después de haber sido perseguida por sicarios armados y grotescos durante años, el dio por hecho una muerte inminente en ella, aunque la muerte era algo que algún día llegaría a su vida, McCain la había dado por muerta.- Tal parece que eso sí te sorprende mi queridísimo Bill - dije con eventual sarcasmo.

- Te... Te equivocas - tartamudeo.

- Lo dudo- me miró impaciente- ¿Y si hago un par de llamadas y demuestro que todo es verdad? ¿Que esta viva y quiere venganza?- McCain dudó por algunos minutos, estuvo haciendo conclusiones mentales mientras observaba mis pies con algunas manchas de sangre de George mientras el charco se su sangre corría bajo mis pies.- No tengo todo el día McCain - dije cortando el cartucho de aquel arma de fuego.

- Quiero pruebas - dijo seguro.- Si lo pruebas haré lo que me pidas. - la oferta era tentadora, quizás este era mi momento, el momento de aprovechar la vulnerabilidad de McCain.

- Bien, -tomé el celular del bolsillo de Carlo quien forsejeando se negaba a ello.

Comencé a teclear el número que me daría la información sobre Giselle, la llamada dio tono por primera vez y ayudé tecleando el altavoz sólo para que McCain se cerciorarse que no le tomaba el pelo, el teléfono sonó y sonó hasta que una mujer de dulce voz se dignó a responder.

- ¿Buenas noches diga?- McCain dudó por algunos momentos.

- Muy buenas noches señorita necesito que me comunique con la señorita Giselle si es usted tan amable-

- Si, ¿Quién le habla y el motivo de su llamada?-

- Mi nombre es Morgan Lassarre y es un tema delicado de cuestión familiar,  me urge localizarla-

- Bien, deme un momento y veré si puede atenderle en este momento -

Los minutos y segundos pasaron lentamente mientras esta mujer me ponía en contacto a Giselle, McCain estaba estupefacto al escuchar que si estaba viva, aunque como cualquier persona tenía sus dudas y estaba esperando algo más contundente para asegurar que su amada aún seguía con vida.

- ¿Señorita sigue en la línea?  -

- Digame-

- le voy a comunicar al área donde la señorita se encuentra, por favor no corre la llamada-

- Gracias-

El teléfono volvió a timprar en dos ovaciones hasta que del otro lado contestaron.

- ¿Morgan?- McCain pareció al instante.

- Si ¿Giselle?-

- Soy yo ¿dime que sucede?- hizo una pausa mientras McCain tragaba saliva y Giselle hacía otra pregunta- ¿Gian se encuentra bien?-.

- Justamente de eso quería hablarte Giselle -

- No me digas que algo malo le ocurrió -

- Lamentablemente si, tengo malas noticias-

- ¡¡¡ Le dije al inútil de tu padre que lo cuidara bien, que no dejara que algo malo le sucediera porque el lo pagaría!!- si llanto era incontrolable, alaridos salían de aquella mujer, yo miraba a McCain con odio y repulsión mientras el lloraba en silencio sus pecados, se percataba de aquella verdad oculta que con sus malas acciones sus hijos habían pagado cada pecado que el había cometido en vida.

- mi padre murió - respondí a aquel llanto de Giselle.

- La muerte es poco comparado a lo que yo le hubiese hecho - sollozó.- ¿George? El ...¿está bien?-

- Ahora si- dije sin piedad.

- Maldita la hora en la que me crucé en el camino de la mafia, maldito Bill, maldita vida malparida, la vida es una mierda- gritó entre sollozos.

- ¿Giselle?-  

- ¿Qué demonios quieres?- ahora estaba alterada.

- Tengo a McCain en mis manos ahora mismo-

- ¿Qué? -

- Está escuchando lo que acabo de decirte y recién se entera de tu existencia-

- ¿Cómo se te ocurre hablarme? ¿Sabes de lo que es capaz Bill si llega a saber mi ubicación? -

- Lo sé, sólo quería que se arrepienta de el mal que te hizo y el mal que le hizo a sus hijos- rompió en llanto de nuevo.-  espero que en el hospital psiquiátrico te encuentres mejor, pronto iré a internarme y podremos estar juntas Giselle,  Yo no te dejaré sola.-

- ¿Bill maldito que le hiciste a los hijos?- Bill se mantuvo callado- Si jo los amaste nunca no debiste lastimarlos, ellos eran parte de nosotros, no debiste - dijo frustrada.

- Giselle, yo lo haré pagar, sólo quería decirte que los niños ahora están fuera del peligro, están bien-

- Gracias Morgan, muchas gracias, aunque ya no tiene caso-

- Lo tendrá, tengo que irme Giselle, te iré a ver pronto, lo prometo -

- Gracias, cuidate Morgan -

- Igualmente, te hablo mañana -

Colgué.

- No puedo creerlo- dijo un McCain suplicante de piedad a aquel dolor que ahora se había estancado en su pecho.

- ¿Harás lo que te pida?- el asintió.

- me parece genial, pero seré gentil contigo esta vez, supongo que debe ser suficiente dolor saber que tu mataste a tus hijos, eres el autor intelectual de sus muertes así que bueno te dejaré tranquilo con el tema -

- ¿A que te refieres?- me di la media vuelta, tomé un hacha y golpeé con fuerzas los huesos dé Carlo sin piedad, escuchando aquel crujir que alguna vez aborrecí y en este preciso instante disfrutaba y gozaba con aquel sonido estruendoso que salía disparado tentandome por más.

- ¡¡Basta!!-  Suplicó  carlo, corté  su mano y su pierna con el hacha para liberarlo del amarre de la silla, McCain simplemente miraba aún con lágrimas en los ojos.

- Las reglas las pongo yo imbécil -  escupí su rostro y comencé a triturar su carne con el filo del hacha, los alaridos retumbaban sobre las paredes, después de unos segundos Carlo yacía convulsionandose en el suelo, con más fuerza y el lado posterior del hacha levanté la misma por los aires y la dejé caer con la fuerza que contenía, apastando su cráneo haciendo lo mil pedazos, esparciendo su materia gris y sangre por tos la habiatacion incluyendo el rostro de McCain y el mio.

- Ahora tu maldito - dije a regañadientes, tomé el hacha y comencé  a despedazarlo parte por parte, los gritos dé Bill eran inminentes, no tenía la certeza de que lloraba de dolor por las heridas o por sus hijos muertos pero lloraba con amargura y desanimado,  desconsolado en este mundo miserable, dejé el hacha de lado lanzandola por los aires, tras McCain había un marro puntiagudo,  lo tomé y con ese arranqué la cabeza de McCain, haciendo la volar como si de Bribón se tratase, acuchille su cuerpo en inumerables ovaciones hasta saciar mi sed de venganza.

Me tiré en el suelo y cerré mis ojos un momento sientienso un gran alivio al saber a la legion McCain muerta.

De ponto algo gélido se detuvo cerca de mis labios,con las yemas de sus dedos limpio los restos de McCain y su allegado dejando me en transe mientras me dejaba llevar por el momento.....

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