Capítulo 29

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Sus cálidos labios sobre los míos, este sentimiento era nuevo, sus besos eran sorpresivos y tiernos, no eran como los de las mujersuelas a las que estaba acostumbrado, su lengua era cálida y suave, tenía tantas ganas de morderla mas era escurridiza, ésta se cruzaba por mi camino con lentitud, más sin embargo no me dejaba tomarla y morderla a mi gusto y antojo, me sentía un León tratando de cazar una gacela, ella ágil y práctica y yo amenazante y a la expectativa de poder tenerla entre mis dientes, sin embargo eso nunca pasó, el beso se volvió profundo y con el paso de los segundos se volvía intenso, con forme el beso continuaba me daban ataques desesperados de ansiedad interna, una que quizás no soportaría por mucho tiempo, sin contar que no era un vampiro que se destaque por su autocontrol, esta situación estaba apunto de sobrepasarme, tenía unas ganas enormes de quitar mis manos de su calido rostro y pasarlas por su cuerpo entero, de tomarla como mía, que pese a todo, pese a que yo soy un vampiro, uno cruel y despiadado, nunca obligaría a ninguna mujer a estar conmigo en la intimidad, preferiría las cosas a voluntad propia, sé de antemano que se formulan preguntas, como: ¿Qué diablos le sucede? ¿Tortura humanos sin sentir cargos de conciencia y no puede tomar a una mujer por la fuerza? Vamos, ya se que soy una mierda, pero mi motivo de vida, o mejor dicho eternidad no es abusar de ninguna mujer, en realidad nunca había cruzado por mi mente el hecho de tener que obligar a una mujer a estar conmigo, quizás por el hecho de nunca necesitar de ello, o es que simplemente no llamaba mi atención.

Aparté de mi mente pensamientos tan absurdos, estos que ahora mismo atacaban mi subconsciente como cañones a un Castillo queriendo derrumbarlo.

Tomé una de sus manos y la presioné con fuerza pero sin lastimarla, lastimada ya estaba, tampoco quería matarla. Tomé las llaves con precaución y silencio, fuí lo más sigiloso posible y en un acto deliberado dejé libre su mano izquierda, la cuál sin pensarlo me atrapó del cabello dejándose llevar por aquel volcán de sensaciones en las cuales ambos estábamos sumergidos, tomó el cabello que se encontraba en mi nuca para acercarme más a ella, lo cual me sorprendió, tomó mi cabello con fuerza, dando pequeños tirones, aquel acto deliberado me hizo perder por completo el control de mis actos, tomé su cintura y la atraje a mi cuerpo, pegando su cálida piel con la mía que era gélida, tan gélida como un iceberg, la mano de Morgan viajó rápidamente de mi nuca a mi pecho, después comenzó a desabrochar mi camisa negra con lentitud mientras hacía algunas pausas para tomar mi rostro entre sus manos.

Yo tomaba su cintura con gusto, tocaba su abdomen con el rose de mis pulgares, apretaba su piel con mis dedos mientras nos dejábamos llevar por aquel momento, los besos apasionados en conjunto con las pocas caricias improvisadas que nos proporcionamos mutuamente, hacían una fusión formidable con la situación en la que nos veíamos envueltos, Morgan pasaba su mano libre sobre mi pecho mientras yo continuaba con aquel ritual besando sus labios con intensidad, Morgan mordió mis labios con fuerza lo que me hizo perder los estribos, ahora necesitaba tenerla cerca, hacerla mía, esto era tan absurdo, normalmente no haría esto, me dedicaría a beber de su sangre causándole placer antes de morir, más no tendría amoríos con ella, pero ella causaba algo en mi, algo extraño y confuso, que a pesar de negarmelo a mi mismo, supe que con ella perdería el control en cualquier momento, ella era distinta, inocencia no tenía, era una asesina, mafiosa, sin piedad, cruel y demás términos que aún me faltaba por descubrir en ella, más allá de su belleza física había algo en ella que causaba estragos en mi, quizás era el hecho de ser ella misma sin pensarlo, sin máscaras e hipocresía y eso, me gustaba demaciado.

Liberé su otra mano para darle la libertad de tocarme, algo que a nadie le había permitido, nisiquiera a las chicas del prostíbulo vampirico.

Dejé sus labios para dirigirme hacia el cuello, besaba lento y suave su piel mientras ella tomaba mi cabello y daba pequeños tirones que me hacían enloquecer, aspiré su aroma una vez más y antes de perder el control en sus hombros volví a su cálida boca para continuar con sus cálidos besos, poco a poco la situación se volvía más comprometedora, toqué los puntos de aquella herida que había causado en ella, eso había causado dolor, y ella gimió en señal de que aún dolía, mas nunca soltó mis labios, en ningún momento se separó de mi.

Soy un maldito, lo sé.Where stories live. Discover now