Capítulo 19

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***Años más tarde***

Estábamos en el año 1952, habían transcurrido ya 124 años desde que perdimos a Irina, habíamos buscado hasta el cansancio a Akibel, lo imbocamos cientos de veces, a diario lo hacíamos más él nunca aparecía, era una búsqueda cansada, aunque tenía la certeza de encontrarlo en algún momento de mi eternidad, después de Irina, Johann no había intentado nada en absoluto con alguna mujer, lo comprendía, ninguna humana, bruja, ni vampiresa se le comparaba en absoluto.

Nada regresaba aquel brillo que el 18 de octubre de 1828 perdió, actualmente continuaba con construcciones, ahora no trabajaba para mi directamente, trabajaba para humanos, había estudiado arquitectura haciéndose más fuerte en el campo, era uno de los arquitectos más reconocidos, aunque siempre se inventaba muertes tranquilas y enfermedades a sus personajes, si, Johann actuaba su muerte cada diez años, o moría de cáncer o en accidentes, en fin, eso le pasaba por trabajar para humanos, el salía a luz pública sin dejar ver su verdadero instinto, ese instinto que lo hacía el depredador más fuerte entre los humanos claro, yo en cambio preferí el anonimato, entre el vampirismo era bastante conocido, por mis propiedades, lujos, poder, por ese toque excéntrico que aveces se apoderara de mi, pero en cuestiones humanas prefería mantenerme al margen, ya no vivíamos en Malmedy, el castillo era una tortura para ambos así que nos mudamos al sur de Francia, las propiedades que teníamos eran modernas, llenas de lujo, radios, teléfonos, televisores, electrodomésticos a los cuales aún no me acostumbraba, tecnologías mundanas que hacían al humano más inútil y perezoso, en fin, aquí tenía un par de artículos novedosos, la cocina estaba repleta de aquellos aparatos, más en mi habitación conservaba todo como hace más de un siglo sin tecnología, a excepción de un teléfono y lámparas para iluminar la habitación, Johann diseñó cada mueble, todo le había quedado magnífico, mi habitación simple, pocos muebles, nada peculiar en realidad, todo era de madera y había preferido conservar los muebles sin poner ningún tipo de pintura, para esta época pintar la madera de colores se usaba mucho pero yo lo odiaba, no soportaba tanto color, prefería los colores oscuros y naturales, esos que te transmiten calor y temor, aunque no sentía ninguno de aquellos sentimientos pero aquellos colores eran más comodos dado a mi personalidad, comparando mi habitación con la de Johann eran completamente distintas.

La mía era un tanto rústica y simple, la de Johann era totalmente Blanca, al igual que los muebles y tenía una bella vista, vivíamos cerca de un lago, todo lleno de vegetación, era una casa amplia y simple, yo prefería el castillo, aunque respetaría el dolor de Johann y no lo obligaría a regresar si él no lo deseaba, por otro lado, yo viajaba cada fin de semana a Malmedy para cerciorarme que todo siguiera en orden, que aquel santuario que hicimos para Irina estuviera intacto, que mi habitación y la de Johann estuviera igual a como la dejamos, bueno, sincerandome también iba de vez en cuando a darle al mundo un poco de sangre, debo admitir que nacer en la Inquisición no me había ayudado mucho en mis cambios repentinos de humor, siempre había alguien a quien castigar, solía hacerlo con una bella dama de hierro, era una muerte segura, dolorosa y muy lenta, eso era lo que disfrutaba, normalmente mis castigados eran gente de servicio, humanos ineptos que no entendían el "No entres ahí ", "No toques nada", "Está prohibido hacer esto", en fin los humanos eran demaciado curiosos y debían pagar por cada desobediencia.

Habíamos conocido a varios vampiros, pero no entablámos nunca ningún tipo de relación extra-laboral con ninguno de ellos, a los vampiros actuales les gustaba hacer mil y un cosas con humanos, vivir vidas falsas para encajar, eso lo aborrezco, aborrezco la hipocresía, ellos lo eran, todo giraba en torno a fiestas vampíricas, humanos, más fiestas, sexo, y hablar de dinero, ninguno tenía una meta, ninguno quería ser alguien, eran vampiros mediocres, en cambio Johann cada día se superaba, y por ende perdonará el que llevará una doble vida, siempre estudiaba nuevas técnicas arquitectónicas y las ponía en práctica ganándose prestigio, yo, yo me dedicaba a estudiar todo lo que podía, me gradué de médico en todas las especialidades, inclusive estudiaba trastornos psiquiátricos que en éste entonces eran raros, los humanos eran mis "ratas de laboratorio" por así decirlo, les practicaba cirugías, unas reconstructivas, otras extraía tejido y lo examinaba, ellos fueron también mis víctimas cuando practiqué una que otra lobotomía, me agradaban más los humanos lobotomizados que los humanos conscientes debo admitir, sólo había un defecto, eran muy inútiles después de eso, en fin.

Soy un maldito, lo sé.Where stories live. Discover now