Capítulo 63

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-Llegaron cariño- dijo Akibel en apenas un susurro, sin titubear, se puso de pie, sonrió con malicia, volvió su mirada a mi- ¿Estás listo?- dijo divertido.

-Ellos no pueden estar aquí, nunca podrían- respondí anonadado, perdido en aquel rostro descompuesto por la locura que en ese ser habitaba.

-Lo están, pueden, ¿Qué te hace pensar lo contrario querido amigo?- miró mis ataduras por un momento, mientras sus ojos se concentraban en un punto muerto, donde supongo su mente se ponía completamente en blanco, se había bloqueado observando los grilletes quienes me tenían totalmente preso.

Estaba atado a uno de los muros rocosos imperfectos, con grilletes y cadenas, muchas cadenas, cientos de ellas, era algo exagerado ya que iba de las más delgadas a las más pesadas y grotescas, todas de diferentes materiales, acero inoxidable, metal, plata, oro, etcétera etcétera, me encontraba débil, no había bebido sangre de ningún tipo desde que Akibel me había traído al inframundo, aunque no llevaba cuenta del tiempo que llevaba siendo su rehén pues, tal parecía que el tiempo aquí era totalmente ignorado, no se lograba percibir de ninguna forma, además no había ingerido alimento alguno y aunque la comida humana no me satisfacía, con ella engañaba (o al menos eso intentaba) a mi cerebro, así no sentía necesidad.

Mi existencia era estúpida, ya que al venir con él supuse que protegería a Morgan y a Johann, sin embargo no lo logré. Aunque había dado mi eternidad a cambio de su tranquilidad y aquella paz que se merecían, no había logrado absolutamente nada, eh aquí donde la realidad suele hacer de las suyas, es aquí, en éste instante, donde te das cuenta que la vida patea tu trasero cada que puede y tiene oportunidad, si, yo no valía absolutamente nada para nadie, ¿Porqué? Sencillo, la eternidad tiende a ser demasiado aburrida y tediosa y ya había colmado mi paciencia tanta monotonía, respecto a mi valor pues, era lógico, yo era muy poco para Akibel ya que no había cumplido el trato al que habíamos llegado, entonces para él, lo que quedaba de mi no era suficiente para cumplir dicho trato.

-Habíamos hecho un trato- dije agitado- ¡Respétalo!- le exigí, su concentración se había despedazado, miró el suelo unos instantes antes de acercarse a mi, tomó mi mentón y sonrió con malicia de nuevo.

-Pero yo no eh declinado mi oferta, no los eh molestado, eh cumplido con el trato que hicimos- dijo seguro de si mismo antes de añadir- Medítalo solo un poco... ¿Quiénes son los que perturban mi paz? Si te das cuenta que no eh ido por tu bella amada para traerla conmigo y después fornicar con ella hasta matarla o engendrar al elegido dentro de ella ¿O piensas lo contrario?- analicé sus palabras digiriendo una por una, con paciencia mientras yo negaba con la cabeza y Akibel hacía una ligera pausa para después continuar, lo triste es que esta vez tenía razón, que debía aceptar mi realidad, por más duro que sea para mí.- Bien, entonces iré a averiguar qué quieren, aunque es obvio que han venido a rescatarte aunque dudo que logren algo- respondió con simpleza antes de dejar aquél lugar ya que no tenía idea de cómo había llegado aquí ni mucho menos donde carajos estaba, después de eso solo se escuchaban alaridos y nada más, en mi soledad esperaba algún milagro para ellos, para los que venían en mi rescate, alguna razón por la cual ellos abandonásen el lugar de inmediato.

***Morgan***

-Cómo entrarémos- cuestioné a Irina quien en la cocina se había materializado sin saber cómo demonios lo había hecho aunque supongo que en algún momento debía dar una explicación de ello.

-Un hechizo simple- dijo Irina antes de tocar aquellas catacúmbas, ella se mantuvo en silencio y de pronto una sombra se dejó ver de bajo de su sombra, pronto Irina dejó de palpar aquella pared para tomar la mano de Johann y Johann no tardó en repetir su movimiento conmigo, yo sólo observaba con paciencia, miraba extrañada pero aprendiendo atenta, unos segundos después un aire cálido nos inundó y la oscuridad se hizo ver ante nuestros ojos, era un sentimiento abrumador, ya que, sentías que el oxígeno se hacía pesado y cada vez era más difícil respirar, yo, no había venido en mi cuerpo astral ya que Johann me había traído físicamente con él.

Soy un maldito, lo sé.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora