Capítulo 26

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Me dirigí a la ventana que yacía abierta, pero no se encontraba su esencia por ningún lugar, respiré profundo sin encontrar su aroma aún, observé por la ventana inspeccionando cada rincón visible esperando que ella hubiese dejado alguna señal o pista de su paradero, más no encontré nada, me dirigí a pasos agigantados hacia la puerta, estaba molesto, furioso esa pequeña basura no sabía que estaba en un lugar peor que el infierno.

Salí de sus habitación hacia el pasillo, bajé las escaleras de prisa, miré a los alrededores por un momento, la mansión se hallaba solitaria, muchos del servicio se habían ido a sus respectivas habitaciones para obtener descanso, y a mi parecer todo era mejor así pues si me encontraban o se cruzaban por mi camino de esta forma me harían molestar más y los mataría.

De la nada, su fresco aroma a cítricos golpeó mi rostro, inhalé profundo cerrando mis ojos para contener aquella rabia que en aquel momento sentía, volteé a mi izquierda, estaba rumbo a la biblioteca, caminé despacio a paso firme, cada paso que daba era certero y lleno de furia, aquel ruido característico de mis zapatos bien lustrados hacia de la atmósfera algo más fúnebre y tétrico, toqué la perilla de la puerta, tenía seguro, así que de una patada la rompí entrando sin permiso alguno, revisé entre las estanterías y ella no se encontraba ahí, salí de la biblioteca dispuesto a dejar a mi paso una serie de destrozos que sabía mañana me arrepentiría de hacer todo esto por una simple humana, pero diablos, odio y aborrezco cuando contradicen una orden mía, carajo que tan difícil es obedecer, ese es el defecto del humano, que no se le enseñó a ser sumiso.

Caminé y abrí un par de puertas más, donde no encontré nada, hasta que se me ocurrió seguir un delicioso olor que me guiaba hasta la cocina, entré al comedor, olía bien, mejor dicho, exquisito, de pronto las puertas de la cocina se abrieron de par en par para dejarme ver la espalda de Morgan, traía algo en sus manos y abrió las puertas con su trasero empujándolas, continuó hasta salir por completo con una bandeja repleta de comida, dio la media vuelta y al verme parado frente a ella se asustó y por inercia lanzó la bandeja sobre mi, empapándome de jugo de naranja.

- Pe... perdón - dijo nerviosa- me ha dado un susto- se inclinó y soltó un suspiro, sin pensármelo más la tomé del cabello y tiré de el arrastrándola por los suelos aunque la muy ilusa pensaba en la posibilidad de que luchar le serviría de algo. - ¡Me está lastimando! - gritó mientras la arrastraba por el pasillo que nos guiaban a las habitaciones, la puerta se abrió despacio dejando ver a un despeinado Johann con su torso descubierto y sus pantalones de dormir, al parecer había despertado por los gritos de Morgan.

- ¿Qué demonios? - Johann talló sus ojos.

- Guarda silencio- Le ordené.

- ¡Ayúdame! - Morgan le susurró, lo cual me hizo enfurecer, paré repentinamente mi caminar, volteé mi cuerpo encarándola, antes de soltarla del cabello le di una bofetada, haciéndola caer inconsistente.

- ¿¡¡Que diablos pasa contigo Florian!!? - Johann corrió en su auxilio como el buen samaritano que estaba acostumbrado a ser, trató de tocarla más nunca se lo permití.

- No te metas Johann - levanté a Morgan subiéndola a mi hombro para cargarlo cual costal de papas.

- ¿Como te atreves a pedirme semejante barbaridad? - preguntó incrédulo y visiblemente molesto.

- No sé a que viene todo este reclamo absurdo, es una humana más, una de las cientos que he matado, un número sin importancia, sólo eso - dije displicente mientras Johann internamente se recriminaba el hecho de llevarme la contra, esa era su desventaja, el ser mi creación lo convertía en un vampiro sumiso ante mi, sólo yo concebía este preciado don.

- Quizá tengas razón- minimizó lo ocurrido.

- ¿Johann desde hace cuanto que te importan los humanos? - pregunté acomodando mi cabellera, con la mirada firme pero sin sostenerla sobre la mía respondió.

Soy un maldito, lo sé.Where stories live. Discover now