Capítulo 34

2.4K 250 129
                                    

-¡¡No le hagas daño Florian!! - Nuit corrió acercándose a nosotros.

- Aguarda un momento- Apareció Johann. -¿Éste imbécil es tu creador? - Yo aún seguía inerte, petrificado ante tal confesión.

- Déjalo en paz Florian - Nuit comenzó a golpearme la espalda con sus gélidas e inútiles manos.

Tomé el cuchillo que traía empuñando para matar a Marcus con mis propias manos y ante la insistencia de la ramera, no pude contener mi ira, bofeteé a Nuit con fuerza lanzando su esbelto cuerpo sobre el suelo, de prisa me dirigí a ella tomándola del cuello, la sostuve en el aire un poco, mis pupilas habían cambiado de color, clavé el cuchillo en el abdomen de Nuit, ella mostró una verdadera mueca de dolor, sus colmillos se desenfundaron, al parecer y dado a sus expresiones faciales, el aceite de aquella bruja era bastante efectivo.

- ¿Qué me hiciste Florian? - cuestionó con dolencia.

- Nada que no te merezcas- la miré sin apartar mis ojos de los suyos.

- ¡¡No la lastimes!! -gritó Marcus quien se puso de pie con dificultad, estaba debil, en cuanto vio a Nuit ensangrentada el valor o la estupides se adueñaron de su cuerpo y lo hicieron reaccionar, más sin embargo Johann ya lo había atrapado, lo había sometido con algunos trucos para dejarlo inmóvil.

- No eres nadie en absoluto para decirme que hacer y que no con tu creación- le adbertí, Nuit se debilitaba con el paso de los segundos gracias a la herida causada con el cuchillo y al aceite, que, por alguna extraña pero magnífica razón no permitía a los vampiros la cicatrización de sus heridas.

-¡¡Matame a mi entonces!! - gritó Marcus con entusiasmo.

- ¿Y que te hizo creer que no te asesinaré? A Nuit sólo le enseño una lección por ser entrometida, una que le dejará marca a ese bello vientre plano, una pena en realidad pero nada que sus encantos no solucionen- sonreí para mi mismo sin despegar mi vista de las pupilas cristalinas de Nuit, sus ojos comenzaron a llenarse de aquel líquido salado que los humanos llamaban lágrimas, sus labios comenzaron a temblar.

- No la dañes, te lo imploro- suplicó Marcus.

Metí mi mano dentro de la herida que había causado a Nuit segundos antes en búsqueda de su corazón, sabía perfectamente que la mejor venganza para Marcus era acabar con Nuit.

Nuit por su parte gritaba, alaridos salían de su cuerpo al sentirse dañada, recorrí sus órganos y músculos, pasé mi mano por debajo de sus costillas hasta llegar a aquel vacío y ambicioso corazón, tomé aquel músculo palpitante entre mis manos, lo estrujé un poco para causarle dolor.

- No lo hagas, sueltala- decía Marcus aferrandose a una lucha física con Johann para obtener su libertad.

- A ti no te importó tocar a mi esclava- susurré.

- Lo siento, no pensé que tocar a tu servidumbre me traería consecuencias - parecía arrepentido.

- Nadie toca lo que me pertenece y vive para contarlo, esta vez haré una excepción pues mataré primero a tu creación, te haré sufrir y que me implores la muerte - amenacé.

- No volveré a hacerlo, lo juro, sólo sueltala- y por increíble que esto pareciera Marcus comenzaba a flaquear, sus piernas caían al suelo de rodillas, su voz se entrecortaba al hablar.

- Nuit, es una pena saber que perderé a mi ayudante por los errores y estupideces de su creador, nos veremos en el infierno querida- me despedí de Nuit quien aceptaba mis palabras, tragó saliba, apartó su vista de mi rostro para concentrarse en Marcus quien se encontraba aún de rodillas, él levantó su ensangrentado rostro con aquella nueva cicatriz que yo le había otorgado como un recordatorio diurno del porqué nadie toca lo que es mio, las lágrimas de Nuit calleron sin previo aviso y respiró hondo, aceptando el destino que le deparaba mi mano.

Soy un maldito, lo sé.Where stories live. Discover now