Soy un maldito, lo sé.

By Criss_Burton

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La historia relatada desde el punto de vista de un vampiro sádico, uno que tortura a la gente en pleno siglo... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
capítulo 5
Capítulo 6
capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
capítulo 37
Capítulo 38
capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
capítulo 43
capítulo 44
capítulo 45..
capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
capítulo 50
capítulo 51...
capítulo 52
capítulo 53
capítulo 54
capítulo 55.
capítulo 56.
capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65.
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70

Capítulo 26

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By Criss_Burton

Me dirigí a la ventana que yacía abierta, pero no se encontraba su esencia por ningún lugar, respiré profundo sin encontrar su aroma aún, observé por la ventana inspeccionando cada rincón visible esperando que ella hubiese dejado alguna señal o pista de su paradero, más no encontré nada, me dirigí a pasos agigantados hacia la puerta, estaba molesto, furioso esa pequeña basura no sabía que estaba en un lugar peor que el infierno.

Salí de sus habitación hacia el pasillo, bajé las escaleras de prisa, miré a los alrededores por un momento, la mansión se hallaba solitaria, muchos del servicio se habían ido a sus respectivas habitaciones para obtener descanso, y a mi parecer todo era mejor así pues si me encontraban o se cruzaban por mi camino de esta forma me harían molestar más y los mataría.

De la nada, su fresco aroma a cítricos golpeó mi rostro, inhalé profundo cerrando mis ojos para contener aquella rabia que en aquel momento sentía, volteé a mi izquierda, estaba rumbo a la biblioteca, caminé despacio a paso firme, cada paso que daba era certero y lleno de furia, aquel ruido característico de mis zapatos bien lustrados hacia de la atmósfera algo más fúnebre y tétrico, toqué la perilla de la puerta, tenía seguro, así que de una patada la rompí entrando sin permiso alguno, revisé entre las estanterías y ella no se encontraba ahí, salí de la biblioteca dispuesto a dejar a mi paso una serie de destrozos que sabía mañana me arrepentiría de hacer todo esto por una simple humana, pero diablos, odio y aborrezco cuando contradicen una orden mía, carajo que tan difícil es obedecer, ese es el defecto del humano, que no se le enseñó a ser sumiso.

Caminé y abrí un par de puertas más, donde no encontré nada, hasta que se me ocurrió seguir un delicioso olor que me guiaba hasta la cocina, entré al comedor, olía bien, mejor dicho, exquisito, de pronto las puertas de la cocina se abrieron de par en par para dejarme ver la espalda de Morgan, traía algo en sus manos y abrió las puertas con su trasero empujándolas, continuó hasta salir por completo con una bandeja repleta de comida, dio la media vuelta y al verme parado frente a ella se asustó y por inercia lanzó la bandeja sobre mi, empapándome de jugo de naranja.

- Pe... perdón - dijo nerviosa- me ha dado un susto- se inclinó y soltó un suspiro, sin pensármelo más la tomé del cabello y tiré de el arrastrándola por los suelos aunque la muy ilusa pensaba en la posibilidad de que luchar le serviría de algo. - ¡Me está lastimando! - gritó mientras la arrastraba por el pasillo que nos guiaban a las habitaciones, la puerta se abrió despacio dejando ver a un despeinado Johann con su torso descubierto y sus pantalones de dormir, al parecer había despertado por los gritos de Morgan.

- ¿Qué demonios? - Johann talló sus ojos.

- Guarda silencio- Le ordené.

- ¡Ayúdame! - Morgan le susurró, lo cual me hizo enfurecer, paré repentinamente mi caminar, volteé mi cuerpo encarándola, antes de soltarla del cabello le di una bofetada, haciéndola caer inconsistente.

- ¿¡¡Que diablos pasa contigo Florian!!? - Johann corrió en su auxilio como el buen samaritano que estaba acostumbrado a ser, trató de tocarla más nunca se lo permití.

- No te metas Johann - levanté a Morgan subiéndola a mi hombro para cargarlo cual costal de papas.

- ¿Como te atreves a pedirme semejante barbaridad? - preguntó incrédulo y visiblemente molesto.

- No sé a que viene todo este reclamo absurdo, es una humana más, una de las cientos que he matado, un número sin importancia, sólo eso - dije displicente mientras Johann internamente se recriminaba el hecho de llevarme la contra, esa era su desventaja, el ser mi creación lo convertía en un vampiro sumiso ante mi, sólo yo concebía este preciado don.

- Quizá tengas razón- minimizó lo ocurrido.

- ¿Johann desde hace cuanto que te importan los humanos? - pregunté acomodando mi cabellera, con la mirada firme pero sin sostenerla sobre la mía respondió.

- Siempre-

- No tenía idea, pensé que la humanidad para ti era irrelevante, no tienes de que preocuparte- lo miré directo a los ojos- Morgan es mi juguete- me miró inquieto, se encontraba en una lucha interna contra si mismo pues quería articular palabra, pero algo lo impedía, el ser yo su creador.

- Me retiro, no quiero escuchar lo que harás- dijo mirándonos.

- Será lo mejor Johann, mantente lejos de Morgan, bueno de ella no, pero si de mi manera de reprender su actitud humana- dije aún furioso, Johann apenas asintió y volvió a su habitación.

Caminé hasta mi habitación, abrí la puerta y la cerré tras de mi, me adentré en ella, me dirigí a una habitación secreta que estaba oculta en el baño, tras los azulejos, era una habitación del mismo tamaño que mi bello calabozo en Bélgica. Me adentré en el pequeño pasillo que conectaba al baño con aquella habitación, caminé algunos pasos hasta estar completamente dentro, coloqué a Morgan en un diván que tenía cerca, uno de piel color carmesí que se encontraba frente a la cama, elegí el lugar correcto, la rueda para mazmorra, mi favorita, sonreí par a mi mismo, tomé a Morgan de nuevo y la llevé hasta aquella rueda, la coloqué de frente, tenía sus jeans de mezclilla aún, su blusa ajustada y escotada, lo único que no llevaba eran esas Converse, esta vez estaba descalza, la amarré de la cintura con las primeras correas, después sujeté sus manos por las muñecas y después rompí sus bellos jeans dejándola sólo en bragas.

- Lindas piernas- comenté al aire.

Sujeté sus pies con las correas y la dejé en forma de estrella, pies y brazos abiertos y su cintura bien sujeta, no me había percatado que su nariz sangraba por la bofetada, con mis dedos limpié su rostro y los chupé para limpiarlos de ella, su sangre era deliciosa, no la mejor pero no estaba mal, me senté sobre el diván, la observé con detenimiento, saboreando su sabor.

Me puse de pie acercándome a una de las estanterías, en un cajón pequeño que estaba repleto de dagas, tomé algunas de mis favoritas las observé y después las volví a dejar ahí, tomé las que se encontraban en la parte frontal del cajón, tomé diez, me senté sobre el diván de piel, tomé las dagas y las jugué un poco, me puse a pensar en como hacerle pagar su error, pensé en despertarla a golpes pero eso ahora me aburría, también pensé en la posibilidad de tirarle agua helada sobre su cuerpo, aunque no me apetecía en ese momento, tomé el puente de mi nariz sintiendo frustración por no encontrar una manera apropiada de hacerla pagar, las ideas eran muchas pero de tanto practicar me había aburrido.

De pronto una idea chispeante vino a mi mente, tomé las dagas en mis manos y las empuñé con fuerza, miré una vez más a Morgan, colgando de sus brazos y cintura gracias a las correas, sus músculos relajados sosteniendo su peso, sus rodillas semi flexionadas debido a su relajado cuerpo, sus manos delgadas colgaban de las amarras, sus piernas bien torneadas y blancas eran casi perfectas, hasta que vi una cicatriz, se hallaba al lado externo de su pierna izquierda, no observé más, me puse de pie, me acerqué a la rueda para mazmorra y comencé a girarla en dirección a las manecillas del reloj, el cuerpo de Morgan se movía descuidadamente, me encantaba verla girar, ahora jugaría al circo, genial, pensé.

Tomé un poco de práctica en el muro y saqué las dagas de él, después de dos intentos fallidos me arriesgué, lancé una de las dagas hacia la rueda que giraba sin parar, dio contra la rueda sin lastimar a Morgan, continúe con el segundo que quedó cerca de los dedos de su mano derecha, después el tercer tiro que quedó muy cerca de su rostro, y así continúe por al menos un par de horas, me había cansado así que tomé una de las dagas y apunté directamente a su frente, justo en aquel momento ella abría sus ojos, me vio con la daga y se percató de mi intención, lancé la daga y ella por instinto volteó su rostro tratando de protegerse de mi ataque, debo admitir que la daga cortó superficialmente su hombro haciendo que su sangre corriera por su clavícula tentándome a morderla de una buena vez, ella no se inmutó ni un poco con su dolor, me puse de pie para verla mejor, ella era un poco mas pequeña de estatura, la miré directo a los ojos, inclinandome solo un poco para estar a su altura, mi semblante seguía seri pero estaba determinado a torturarla un poco.

- ¡¡Suelteme!! - gritó suplicante.

- ¿Cómo porqué tengo que hacerlo? - contenía mi furia para no desmembrarla en ese preciso instante, me costaba un trabajo enorme no hacerla pedazos, pero me había propuesto a mi mismo tener un poco más de tolerancia hacia los humanos y al querer una esclava personal debía mantenerla con vida el mayor tiempo posible.

- Porque me lastima.- exclamó.

- ¿Que te hace pensar que aquello me importa?- la miré de cerca, tomé su cuello y lo presioné un poco clavando mía filosas uñas en su carne para causarle dolor y pánico al sentir mis manos sobre ella. Morgan negó en innumerables ocasiones mirando mis ojos mientras su rostro se humedecía debido a sus lágrimas que caían sobre sus mejillas implorando compasión, la sujeté un momento más hasta sentir satisfecho, aflojé mi agarre y regresé a mi hermoso diván mientras ella tosía sin control.

- Te advertí que no salieras de tu habitación, te advertí de un castigo que hora debes cumplir- le advertí.

- Tenía hambre, solo busqué algo para cenar- respondió altanera, abofeteé su rostro por atreverse a responderme a mi de esa manera.

- No me respondas de esa manera inútil humana- tiré de su cabello.- otra de esas y me olvido de tu estúpida alma para matarte sin importarte cuanto duela pues debes enterarte que piedad no tengo niña ilusa- Morgan se tornó pálida ante mi amenaza- Pórtate bien y tendrás tu ansiada venganza - culminé.

- Si, como usted diga señor- dijo con la cabeza gacha.

Me alejé hasta llegar a la estantería y tomé mi fuete, ella me miró aterrorizada, tragó saliva cosa que se le dificultó, continúe mi travesía hasta sentirla muy cerca, tomé el fuete y golpeé una de sus piernas con el, Morgan se retorció del dolor y ardor que yacían sobre su piel debido al golpe, lloró involuntariamente pero no se contuvo en hacer evidente aquel dolor.

-¡¡¡Maldito lucifer!!!- gritó sin control, volví a golpearle la pierna en la misma zona para que guardara silencio, más como era de esperarse de un humano no lo haría. -¡¡Maldición para!!- volví a golpearla una y otra vez mientras ella se quejaba y suplicaba que me detuviera, pero, como no lo había hecho de la manera correcta la ignoraba una y otra vez Sin dejar de golpear su cuerpo, hasta dejarle aquella zona morada por los golpes, su cuerpo parecía cansado pues se dejó caer.

- Sabes pedirlo de la manera correcta no se por qué maldices tanto- la tomé del cuello firme- Recuerda que soy tu amo y como tal debes tratarme, si no te parece puedes irte por donde viniste y olvidarte de vengar a tu hermano- solté su cuello para dejarla respirar, Morgan jadeaba.

-¿Puede darme un poco de descanso por favor?- suplicó rendida.

- No- Morgan resopló y bufó llena de frustración pensando que pidiéndome le diría que si

- Con usted no hay como tratar- comenzó a reír.

- Que bipolar- argumenté ante su cambio de humor tan repentino.

- Es usted patético ¿sabe? - la miré a la expectativa.- No sé para que demonios me hace pedirle las cosas de una manera educada si me va a decir que no- comenzó a reír cual desquiciada en manicomio.

-¿Te parece gracioso?- asintió sin dejar de reir y yo la miraba extrañado por ello. - Bien, tomé la rueda comencé a girarla, con el paso de los segundos su semblante de volvía pálido gracias a la fuerza g y el mareo de tanta vuelta.

Tomé mis dagas de nuevo, tomé mi distancia y sin precaución comencé a lanzarlas, una por una, todas habían fallado, así que detuve el girar de la rueda y quité las dagas.

Quité cada correa que la mantenían sujeta a aquel artefacto del BDSM, Morgan tenia los ojos cerrados y se contenía las evidentes náuseas, solté sus manos, después sus pies, pisó el suelo cerciorándose de estar en el y después continúe con su cintura, me alejé de ella tomando asiento sobre la cama que era bastante cómoda y fría, quera observarla, estudiar su comportamiento después de esto, con mucha cautela dio el primer paso, justo hacia donde yo me encontraba, abrió la ojos y al parecer fue la peor de decisión de todas, pues se mareó perdiendo el equilibrio, calló al suelo golpeando sus rodillas con el, reí internamente y continúe mirando su reacción.

- Es usted un maldito, jamás debí venderle mi alma- dijo ¿señalándome?

- Por aquí madame- le hablé, ella había señalado una de las mesitas de noche de la cama.

- A usted me dirijo, yo me largo, metete ese contrato por el culo- dijo mientras caminaba tambaleante hacia la puerta, según su mala orientación.

- La puerta es toda tuya- señalé la puerta y ella caminó hasta ahí y sin fijarse chocó de rostro entero con ella, entre su confusión y dado a que la puerta se encontraba cerca de la cama, ella trastabilló hasta caer sobre mis piernas, nuestras miradas se cruzaron, ambos tragamos saliva.

Miré sus labios que me invitaban a hacer solo una cosa ...

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