Soy un maldito, lo sé.

By Criss_Burton

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La historia relatada desde el punto de vista de un vampiro sádico, uno que tortura a la gente en pleno siglo... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
capítulo 5
Capítulo 6
capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
capítulo 37
Capítulo 38
capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
capítulo 43
capítulo 44
capítulo 45..
capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
capítulo 50
capítulo 51...
capítulo 52
capítulo 53
capítulo 54
capítulo 55.
capítulo 56.
capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65.
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70

Capítulo 10

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By Criss_Burton

Estábamos dentro del territorio Graham, que constaba de varios kilómetros de cultivos que desconocía, escondidos entre la penumbra que nos ayudaba a camuflajear nuestros cuerpos, dentro de las espesas ramas de un árbol, esperábamos a que los habitantes del castillo Graham se entregasen a morfeo para poder entrar.

- Esperaremos un poco antes de entrar- Susurré a Johann quien estaba a mi lado, parecía nervioso, jugaba con algunos de sus dedos tratando de calmarse, yo lo miraba atento, no dejaría que sus nervios echaran a perder mi plan.

- ¿Y si mejor regresamos y dormimos un poco? - Preguntó temeroso, era lógico, esta vez mataría por decisión propia, aún consiente de lo que estaba por hacer.

- No seas cobarde- espeté displicente - No creí que fueras tan... tú - lo miré sin entender aún el porqué Johann no sacó un poco de mi carácter, él simplemente era aún muy humano para mi gusto, seguía siendo romántico, tenía piedad y sentimientos, era un vampiro asqueroso, aunque fiel debo admitir, la cuestión era que Johann me sacaba de quisio.

- Pero señor... podemos dejarlo como está, me mataron haciéndole un favor a usted- dijo con determinación y seguridad en cada palabra que salía de su boca.

- ¿Qué has dicho? - volteé mi cuerpo para encararlo, al estar sobre un árbol ocultándonos tuve que abrirme camino entre las hojas del árbol cercano al castillo para llegar directo a Johann quien estaba a un metro de distancia, lo miré furioso e incrédulo por sus palabras. -Repite lo que acabas de decir esperpento- Susurré cerca de su rostro, escupiendo mi aliento en su rostro.

- Que me mataron haciéndole un favor a usted- sus ojos miraban las ramas de abajo desviando su mirada de mis ojos negros.

- ¿Crees que fue un favor entonces? -hice una pausa para calmarme, si no lo hacía haría pedazos a mi creación y en cierta manera lo necesitaba vivo, me era de mas utilidad- Deja de decir estupideses y agradece que te regresé la vida- justo cuando iba a regresar donde antes estaba Johann volvió a abrir la boca exasperándome.

- Piénselo... si Melody no me hubiese tirado por aquella torre para asesinarme no me tendría eternamente a su lado- dijo seriamente, sus palabras estaban repletas de verdad, si, Johann tenía razón, pero no se lo haría saber.

- No tengo nada que pensar Johann, respecto a tu conversión ya lo había meditado antes, no te sientas halagado al pensar que me eres indispensable, eres un fiel acompañante, único debo admitir, pero el que Melody se halla atrevido a asesinarte hizo que yo adelantase tu destino- dije con frialdad.

- Ya veo- se limitó a decir, sabía perfectamente que no encontraría a alguien mejor que Johann en mucho tiempo y no esperaría para tener a alguien como el, si bien era cierto en los siete años que Johann llevaba trabajando para mi había meditado en algunas ocaciones la posibilidad de convertirlo, aunque estaba esperando a que algo sucediese, no sabía en realidad que se supone que esperaba pero si estaba seguro de que el sería un buen aprendíz, el compañero perfecto para compartir mi eternidad, tal vez esperaba a que el se percatara de mi juventud eterna con el transcurso de los años, o quizás que me encontrara bebiendo sangre de alguna víctima y descubriera que era yo, aún no tenía claro que esperaba de él, lo único que si tenía en cuenta era que Johann sería mío siempre, si no lo compartí con su madre en pleno lecho de muerte, menos con lo haría con alguien más, suena egoísta de mi parte pero es la realidad.

Pasámos media hora en silencio hasta que el Castillo se hallaba tranquilo, ya no escuchábamos ruidos, los corazones de los habitantes palpitaban tranquilos.

- Es hora- haciendo una señal con mi cabeza haciéndola a un lado para indicarle que me siguiera, corrimos sin ser detectados hasta las escaleras del Castillo, cruzamos la sala de estar que ahora que se encontraba vacía se veía aún más amplia, sin detenernos, corrimos en cada rincón de la primer planta del Castillo, inspeccionando cada habitación sin encontrar nada, subimos a la segunda planta y no había más que servidumbre, así que continuamos hasta encontrar la habitación de la madre moribunda de la perra de Melody, se hallaba dormida, o muerta, en fin, cerramos la puerta y con cautela seguimos hasta hallar la habitación correcta, y allí se encontraba la muy bastarda, dormida con su ligero camisón, cubierta por unas gruesas cobijas arropando su cuerpo en calidés, miré a Johann quien al verla se puso nervioso y comenzó a negar con su cabeza, poniendo unos ojos suplicantes en mi, haciéndome entender que no la lastimase, lamentablemente para él yo no obedecía órdenes.

- ¿Vez? Tan linda que se ve dormida- Susurré con una voz apenas perceptible para los humanos, más bien los humanos no escuchaban el susurro, pero al ser nosotros vampiros teníamos los sentidos desarrollados de una manera espectacular, lo que nos daba una muy buena ventaja para cazar.

Me acerqué a su cama para observarle con detenimiento, sus facciones eran finas, pero su cabeza estaba llena de ollín, hice una mueca al ver a Johann preocupado, me alejé de la cama de la novicia y volví donde Johann se encontraba, justo en la puerta.

- ¿Quieres jugar un poco? - pregunté apuntando a la mujer que le había arrebatado la vida y que yacía durmiendo sin cargo de conciencia alguno.

- No señor, quisiera irme- dijo evadiendo mi tan tentadora propuesta.

- Quisieras, pero no te irás - le aseguré. - Mirala, ella no tiene ni una pizca de culpa en su cuerpo, mientras tú, pareces más afectado por el hecho de intentar vengarte que ella por matarte- lo miré, él correspondía mis miradas tímidamente. -¿No piensas hacer algo al respecto? - negó. - Bien, tú no, pero yo si, nadie, absolutamente nadie tiene derecho a tocar mis pertenencias y mucho menos a dañarlas, mantente en silencio y observa- Susurré alejándome de Johann.

Volví a acercarme a la cama de Melody, acaricié su rostro con delicadeza, lo cual la hizo removerse hasta despertar, dió un salto de la impresión de verme al pie de su cama, Johann seguía en la puerta, su cuerpo yacía invisible gracias a ala oscuridad que la noche nos otorgaba gratuitamente, la única luz que teníamos era la de la ventana que iluminaba lentamente la cama de Melody.

- ¿Qué hace usted aquí señor Einst? - Preguntó tomando las gruesas cobijas tapando su cuerpo con ellas para evitar que yo la vea en bata, para ese entonces eso era como ver a una mujer desnuda.

- Vine a verte preciosa- dije con seguridad, miré sus ojos verdes sin despegar la atención que tenía sobre Johann.

- No creo que sea muy oportuna su visita a estas horas, no está mi padre presente, no debería estar usted aquí- dijo nerviosa.

- Necesitaba hablarte sobre tu propuesta- tomé asiento a su lado, aunque ella se inmutó, justo como lo esperaba.

- Bien, lo escucho- dijo ahora interesada.

- Medité las cosas y he tomado una decisión - la miré de arriba a abajo haciéndola sonrojar.

- Cuál es tu decisión - Ahora me tuteaba y tomaba confianza, genial, disfrutaría jugar con ella.

- Quiero ser tu conde- dije convenciéndola.

- Me parece bien, ahora si me disculpas, tienes que irte, puedes regresar mañana y hablar con mi padre para dar el anuncio formal- sonrió, se veía complacida.

- Me iré... pero con una condición -

- ¿Cuál? -

- Que me dejes besarte- dije acercando mi rostro al de ella.

Con el dorso de mis dedos y mano acaricié sus mejillas, después pase mis dedos sobre sus labios mientras ella cerraba los ojos disfrutándolo, me acerqué mirando atento su reacción.

- Eres tan bella- Susurré sobre sus labios, vi que mordió su labio inferior, esto lo disfrutaría más, pensé en que Malody me haría las cosas más difíciles, tal parece que me había equivocado, Melody era tan armera como las que habitaban en los prostíbulos de mala muerte que exigían pocos centavos por sus servicios precarios, Melody era noble, pero no menos ramera y vulgar.

Tomó mi rostro con sus manos dirigiéndose hacia mi, besó mis labios necesitando de ellos, yo simplemente respondí por inercia, Melody tomaba mi cabello tirando de él, dejé q me besara un poco con mi vista dirigida Johann antes de separarme, ahora la bese yo y la recosté lentamente en su cama, conmigo arriba, me detuve abruptamente sacándola de aquel transe.

- Debo irme - dije con seriedad.

- No te vallas, quédate un momento - suplicó.

- Tengo una sorpresa para ti- dije acariciando su cabello rizado.

- Me encantan las sorpresas- dijo sonriente sin saber lo que le esperaba.

- Bien, sólo, cierra los ojos y no los abras hasta que yo te lo indique- dije sin creer la ingenuidad de la novicia.

- Está bien- Cerró los ojos, la tomé en brazos. - ¿Qué haces? -dijo abriendo los ojos.

- Sólo cierra los ojos no arruines mi sorpresa- dije tranquilo, ella asintió y se dejo llevar.

En pocos segundos nos encontrábamos en mi Castillo, Johann había abierto la puerta de mi calabozo, llevé a Melody quien aún estaba en mis brazos, tomé delicadamente uno de sus brazos y lo sujeté con un grillete. La noble abrió sus ojos al sentir la frialdad del hierro en su piel cálida y humana, se sorprendió al verse encadenada a una pared, me miró antes de entrar en pánico.

- ¿¡Qué demonios es esto!? - Preguntó mientras tiraba de las cadenas, me detuve a verla mientras me acercaba a una mesa que quedaba a su costado, había un sin fín de objetos de tortura, pasé mis dedos acariciando cada artefacto.

- ¿Creiste que no me entraría cierto? - la miré con odio y tranquilidad a la vez, en realidad era una mirada simple, seca y sin rastro de bondad.

- ¡No se de que me hablas! ¡Ahora sueltame o juro que cuando mi padre se entere te haré pedazos! - Me acerqué mirando sus ojos verdes, sin dudar, tomé el otro grillete y lo coloqué en su muñeca faltante, poniéndola de espaldas mirando el muro del calabozo.

- Pensé que los nobles eran más inteligentes, ahora veo que son tan estúpidos como un cerdo, nadie dijo que tu padre se enterará- hice una pausa y dirigí mi vista hacia un cuchillo- ¿Como te gustaría morir? - pregunté perdiéndome en mis pensamientos, pasando la yema de mi dedo pulgar sobre el filo del cuchillo sin cortarme.

- Estás desquiciado- gritó - ¡¡Auxilio!!- exclamaba ayuda.

- Creo que nadie te escuchará, no estás en tu castillo belleza- espeté. Me miró asombrada y negó en repetidas ocasiones- Te voy a dar un consejo antes de mandarte al infierno- su mirada repleta de confusión se dirigió a mi aún con las manos atadas al muro- Nunca, debes tocar las pertenencias agenas- la miré esperando alguna reacción y al parecer comprendía de lo que le hablaba.

- No se de que me hablas Florian- dijo llena de orgullo fingiendo ignorancia en el asunto. Bien si lo que quería era jugar, jugariamos mi juego favorito.

- No soy estúpido, a mi no puedes engañarme- miré su rostro tomando la del cabello- ¿Johann? - hablé al tímido vampiro que se había encontrado en la penumbra todo el tiempo siendo testigo de lo que la mujer decía. - ¿Recuerdas a mi amigo? - pregunté esperando reacciones de parte de ambos, Johann la veía incrédulo dando algunos pasos para ser iluminado por un candelabro.

- Debería estar muerto- dijo seriamente, sin una pizca de culpa en sus ojos, lo miró a con displicencia antes de voltear su rostro.

- Y valla que lo está - la confundí. -sí, lograste tu objetivo, lo asesinaste- Hice una pausa mirando el filo del cuchillo restandole importancia a la chica - ¿No lo vez cierto? -Tomé el cuchillo y con fuerza sobre la mesa amputé mi mano, la chica gritó horrorizada, Johann miró asombrado pero intacto y sin expresiones en su rostro.

Mi mano comenzó a regenerarse, la coloqué frente al rostro de Melody obligándole a mirar.

- Observa lo que somos, sin miedo disfruta de ello, será lo último que tus ojos verán antes de cobrarte la muerte de mi hermano- espeté con odio sobre su oído.

- No es posible- negó repetidas veces con la cabeza al ver mi carne regenerarse sin problema, pasé mi mano sobre su rostro.

- Lo es-

- Yo misma lo vi boca abajo perforado por la protección del castillo- se decía a sí misma para intentar creer lo que antes había visto.

- Y así lo encontré, lo regresé del infierno al que tu lo arrojaste, ahora vino a cobrar venganza- Susurré acercando mi aliento a su cuello mientras posaba el cuchillo en su abdomen picandolo con la punta del mismo sin perforar la piel, la piel de Melody se erizó al sentir la punzada y mi aliento en su cuello, me alejé para darle oportunidad a Johann. - ¿Tus últimas palabras? - pregunté a la chica.

- Son unos miserables monstruos- espetó con odio escupiendo al rostro de Johann quien hizo una mueca limpiando su rostro para después acercarse a ella, furioso la tomó del cuello y la mordió justo en el hombro arrancando un poco de su carne, la chica desesperada gritó horrorizada y dolorida, la sangre brotó sin permiso manchando más el piso de sangre.

Tomé unas pinzas conocidas que tenían un par de cuchillas, las entregué a Johann el cual sabía perfectamente su uso, con la chica gritando introdujo sus dedos en la boca de Melody tomando su lengua para ponerlala entre las dos cuchillas, presionó un poco haciendo que la lengua de la chica callese en el suelo, brotando sangre se su boca, Johann la besó bebiendo un poco de ella.

- Tu sangre sabe a mierda- espetó furioso contra la chica, escupiendo su sangre en señal de asco.

Rompí la bata de Melody dejándola completamente desnuda, tomé una "zarpa de gato" la cual está compuesta por un tubo de hiero y en la punta lleva un gancho puntiagudo y filoso, comencé a calentarlo en mis manos, suspiré al tenerla asi de accesible ante mi, sonreí junto con Johann que me era ahora desconocido, estaba lleno de furia, ya no era aquel romántico empedernido, ahora parecía ser como yo, comencé a golpearla, con el, arañé su espalda arrancando pedazos de piel y tiras de carne viva que en ocasiones, dejaban algún hueso expuesto, los alaridos de la chica resonaban en nuestro calabozo, ambos estabamos extasiados, le dejé la Zarpa de gato a Johann para verlo continuar, la chica perdió el conocimiento, no tenia opción que traerla de vuelta, tomé un trozo de tela de su bata y la impregné en aceite, introduje el trapo en su cavidad sexual, después le prendí fuego, lentamente la prenda comenzaba a quemarse hasta llegar a su piel sensible, después de unos segundos de ello la chica despertó, gritando de nuevo por el dolor que esto le causaba, sonreí siniestro junto a Johann quien parecía disfrutarlo al igual que yo.

- Fue una decisión bastante tonta la de meterte con mi familia- la miré, bañada en lágrimas y casi moribunda, continúe mi tortura con unos látigos de cadenas con estrellas de hierro en las puntas, obsequié una a Johann, golpeámos su cuerpo golpe tras golpe hasta dejar su columna vertebral a la vista, Melody aún seguía consciente, lo que me sorprendió, continuamos la masacre unos minutos más, hasta que la sangre derramada hizo que su corazón se detuviera por completo.

La habíamos asesinado cruelmente, pero un sentimiento de satisfacción se formó en mi estómago al ver a Johann cubierto en sangre y fragmentos de piel y carne de la novicia, su pecho subía y bajaba mientras su sonrisa siniestra no se borraba de su rostro... No pude elegir a mejor compañero, Johann era único.

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