Parte 1
Advertencia: +15
Estaba en la Madriguera junto Bill, George, Fred y Charlie discutiendo sobre temas variados mientras tomábamos un poco de Whisky de fuego. Al menos, Bill, Charlie y yo, lo gemelos aún eran bastante menores para que sus hermanos les permitieran tomar.
Aún así, nos estábamos divirtiendo bastante. Hacía poco más de veinte minutos que no paraba de reír.
Molly y Arthur habían salido con Ron y Ginny a no se donde, Percy se les unió pues no parecía querer estar en casa. Por lo que sólo estábamos nosotros cinco.
Charlie a mi lado, comenzó a reír a fuertes carcajadas mientras le daba un gran sorbo a su vaso y su mano más próxima a mi, reposo sobre mi muslo apenas cubierto por una falda.
Me sentí nerviosa al instante y rápidamente le di un sorbo a mi bebida tratando de disimular el sonrojo que se esparcía por mi cara.
Charlie comenzó a dejar suaves caricias con su pulgar distraídamente sin dejar de prestarle atención a la historia que Bill contaba.
No logré moverme y tampoco es como que quisiera hacerlo. Me encantaba tener a Charlie tan cerca de mi, pero su mano sobre mi muslo me producían otro tipo de sensaciones poco adecuadas.
Charlie es mi mejor amigo desde que tengo memoria. Nos conocíamos desde antes de entrar al colegio y para nuestra suerte, habíamos quedado en la misma casa, lo que nos hacía más que inseparables.
Fue en quinto año cuando descubrí que estaba enamorada de él, una chica se había acercado a coquetearle y yo hice hasta lo imposible por alejarla. Fue algo patético de mi parte y lo admito, pero era una adolescente tonta. Ahora no soy precisamente muy brillante, pero sé controlarme.
Y me di por vencida cuando el pelirrojo comenzó a salir con una chica en nuestro último año, me rompió el corazón, pero era mi mejor amigo y debía aceptarlo. Lo último que supe, es que terminaron algunos meses después de que salimos del colegio.
Los Weasley me habían invitado a pasar la navidad en su hogar, aún después de tres años de haber salido del colegio, los seguía frecuentando y muy gustosa había aceptado ir.
Pero no me esperaba con que Bill y Charlie estarían también.
Sólo estaríamos dos semanas en la misma casa, pero no estaba muy segura de poder soportarlo. Tener tan cerca a Charlie y no poder besarlo y arrojarme a sus brazos me estaba volviendo loca.
Aclaré la garganta suavemente y me puse de pie. La mano de Charlie resbaló de mi muslo al sofá. Los cuatro hombres interrumpieron la plática para mirarme.
-Haré algo de comer- dije y sin esperar ninguna respuesta, salí casi corriendo.
El llegar a la cocina, respiré profundamente tratando de relajarme. Aún sentía la cálida mano de Charlie sobre mi piel.
Sacudí la cabeza y comencé a buscar algunos ingredientes para preparar algo, eso me mantendría distraída por un rato.
Estaba cortando algunas verduras cuando di un salto de susto al escuchar una voz a mis espaldas.
-No sabía que te gustaba usar faldas en invierno- regresé la vista y me encontré con Charlie recargado en el marco de la entrada con los brazos cruzados.
Usaba una playera básica blanca de manga corta que le quedaba muy ajustada.
Podía ver sus pectorales y sus grandes brazos llenos de cicatrices y quemaduras.
-Sí- contesté tontamente- adentro no hace tanto frío. Si salgo, me pondré algo más abrigado.
Regresé a mi tarea de cortar, sabía que Charlie me miraba las piernas y el trasero. No negaré que me encantaba que lo hiciera.
-Tu pierna estaba muy fría- dijo luego de un momento- lo sentí cuando puse mi mano.
Santo Godric. Las piernas me temblaron.
-¿Ah, si?- traté de sonar lo más natural posible- no me he dado cuenta.
Me sentía tan estúpida.
Escuché sus pasos acercarse a mi, mi corazón se aceleraba con cada segundo y debía buscar la manera de salir huyendo.
-¿Necesitas ayuda?- su voz sonó muy cerca de mi oído.
Recargó sus manos en la encimera, dándome una perfecta vista. ¿Lo estaba haciendo a propósito?
-¡Sí!- grité sin querer. Me veía tan patética.
Le di el cuchillo y la calabaza a medio picar mientras yo caminaba al otro extremo de la cocina.
Escuché cómo el cuchillo golpeaba suavemente contra la tabla, indicando que Charlie había continuado con mi trabajo.
Saqué un par de ollas que puse al fuego y busqué por todas partes los condimentos que necesitaba.
Pero tenía tan buena suerte que había un frasco en un estante muy alto. Miré a Charlie para asegurarme de que no me miraba, él seguía muy concentrado.
Me puse de puntillas y estiré el brazo lo más que pude, tanto mi blusa como mi falda subieron un poco de más. Vi la mano de Charlie estirarse por sobre mi cabeza y tomar lo que necesitaba, pero su cuerpo había quedado muy cerca del mío.
Sentí mi espalda chocar contra su pecho y mi trasero contra algo más. Di media vuelta, le dirigí una sonrisa y tomé el frasco de su mano. Él me miraba fijamente.
-Gracias, es justo el que necesitaba.
Caminé a un lado para liberarme y comencé a poner todo en la olla.
Charlie había terminado con su trabajo y ahora me miraba con los brazos cruzados, recargado en un mueble y con una pequeña sonrisa.
-Tengo la sensación de que me estás evitando- dijo de pronto mientras yo movía con una cuchara.
-¿Por qué lo dices?- no me atreví a mirarlo a la cara.
-Bueno, comencemos con que parecías decepcionada cuando me viste entrar por la puerta, apenas y me has dirigido un par de palabras desde que llegué, cada que me acerco a ti, huyes... ¡no lo sé!- parecía frustrado.
Le dirigí una rápida mirada, no tenía ni idea de qué decirle.
-Charlie, llevas sólo dos días aquí. Has pasado más tiempo con tu familia y así es como debería ser, no los has visto en, ¿cuánto? Dos años.
-Por supuesto que los extrañé, pero también a ti- Lo miré con sorpresa- moría de ganas por verte y cuando quiero hablar contigo, sólo me evitas.
-Pusiste una mano en mi pierna- le reclamé.
Él sonrió.
-Tu no has dejado de intentar mirar por debajo de mi playera. Puedo quitármela si eso te hace sentir mejor.
Fruncí el ceño y lo mire casi ofendida, tenía razón pero no lo iba a aceptar.
-Me parece que hoy tienes el ego muy alto, Charlie.
El hombre estaba detrás de mi, sus manos tomaban mi cintura con fuerza, evitando que huyera de nuevo. Su cálido aliento golpeó mi cuello.
-¿Y por qué estás tan nerviosa?- susurró en ni oído.
Ese fue mi fin, había caído a los pies de Charlie de nuevo y él ni siquiera lo sabía.
Sus manos encontraron mi piel debajo de mi blusa. Cerré los ojos, encantada por su toque. Tuve que morder mi labio para ahogar un jadeo.
Recorrió mi piel con suavidad, sin ir muy arriba ni muy abajo, sólo esperando mi respuesta.
-Charlie- murmuré en tono de advertencia.
-¿Sabes?- habló suavemente, aún cerca de mi oído- he estado enamorado de ti desde quinto año.
Su confesión me tomó por sorpresa.
-Dime que es una maldita broma.
-No sería capaz de bromear con algo así- sus caricias no se detuvieron.
-Eres un idiota, Charlie Weasley- reí, presionando mi espalda contra su pecho- yo también he estado enamorada de ti desde quinto.
Los movimientos de sus manos se detuvieron repentinamente.
-Pero... esa chica, Noah me dijo que tu le dijiste que jamás saldrías conmigo porque sólo me veías como a un amigo.
Me separé de él y lo miré confundida.
-¿Tu estúpida novia te dijo eso?- hablé furiosa- ella me odiaba, genio. Le gustabas mucho y hubiera dicho lo que fuera para convencerte.
-¿Y por qué no me lo dijiste?
-¿Por qué no me lo dijiste tu?- suspiré molesta- cuando comenzaste a salir con ella decidí rendirme.
Él comenzó a reír, aunque era una risa sin gracia.
-Lo siento... me siento como si tuviera quince de nuevo.
Sonreí.
-Me siento exactamente igual.
Hubo un momento de tensión en ese momento, estaba a nada de lanzarme a los brazos de Charlie y besarlo como si mi vida dependiera de ello, pero pronto llegó Bill.
Me alegraba no estar en la tan comprometedora posición de antes.
-Eso huele delicioso, ¿ya podemos comer?
-Por supuesto- le sonreí- hablemos más tarde, ¿si?
Charlie asintió.
Comimos tranquilamente, aún no regresaban los demás miembros de la familia pero todo iba en orden.
En la mesa, Charlie se sentó a mi lado, su pierna rozaba con la mia a cada segundo y no hice nada por alejarlo.
Más tarde, los gemelos le dieron algo de tomar a Bill y este estaba inconsciente en el sofá abrazando un cojín, George y Fred se encargaron de llenar su rostro de dibujos sin sentido.
Charlie fue el que me tomó de la mano hasta su habitación. Poniendo un par de encantamientos para que nadie interrumpiera.
Los nervios regresaron a mi. Miré fijamente al pelirrojo.
-Charlie... en serio necesito que te quites esa playera.
Me mostró una gran sonrisa, pronto su torso quedó al descubierto. Me acerqué hasta estar frente a él y lo acaricie suavemente con las yemas de mis dedos. Siguiendo sus cicatrices y deteniéndome en sus quemaduras.
-¡Ay, por Merlín- grité sorprendida- ¿tu madre sabe que tienes un tatuaje?
Él rió con ganas y negó.
-Por supuesto que no y espero que no me delates.
-Nunca lo haría.
Mordí mi labio inferior, miré el tatuaje con atención. Era un dragón, justo en la parte de sus omóplatos y abarcando sólo un poquito de su hombro.
Lo toqué con cuidado y enseguida dejé un suave beso. Charlie me miró atento.
-Bueno, no está nada mal- dije en tono ligeramente burlón.
-¿También quieres que me quite los pantalones? No tengo problema si eres tu la que me lo pide.
Negué divertida.
-Ahora que descubrí tu tatuaje, tal vez yo pueda mostrarte algo.
Enarcó una ceja con auténtica curiosidad.
-¿Y qué es?
-Deberás quitarme la ropa para averiguarlo.
Sus brillantes ojos se oscurecieron ante mis palabras. Puso mis manos en mis caderas y suavemente comenzó a levantar mi blusa sin dejar de recorrer mi piel con auténtico cuidado para no perderse nada.
Ya a que mi falda se sostenía a mi cintura gracias al elástico, Charlie logró deslizarla con gran rapidez.
Mi conjunto de encaje negro y casi transparente, quedó a la vista del pelirrojo.
-Te gusta el encaje- sonrió complacido, sin dejar de mirar- tienes suerte de que a mi también me guste.
Puso un dedo por debajo de mi ombligo y lentamente lo comenzó a deslizar hacia abajo hasta llegar al borde de mi ropa interior, la llevó con su dedo y la bajó sólo un poco.
Su cálido dedo me hizo retorcerme cuando comenzó a dejar pequeños círculos en esa zona tan sensible.
Automáticamente llevé mis manos a sus hombros para no caer.
-Charlie...- murmuré.
No se cómo lograba mover su dedo tan exquisitamente, como si conociera lo que mi cuerpo deseaba exactamente.
Sus labios estamparon contra los míos, me besó con intensidad y necesidad sin dejar de mover su dedo.
Me encantaba.
▪︎▪︎▪︎
Pd. Dejaré el resto a su imaginación 🌚 aunque... si le dan mucho amor al capítulo, puede que me compadezca de ustedes y les de sus detalles.
Pd2. Para las amantes de mi amorcito Charlie, he sacado un nuevo fic que se llama Arcade, ya disponible en mi perfil 🔥