XLII-Tres palabras

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Y este es el instante en el que te das cuenta de que todo lo que creíste siempre, estuvo mal. Que la pluma transcribe en un mismo sentido lineal, sin superiores, ni desiguales; estamos unidos genuinamente por la falla que nos creó y todos terminaremos de igual forma.

***

Miró el reloj en su muñeca, apenas distinguía las manijas, no había pegado un ojo en toda la noche. Ni siquiera podía hablar o respirar sin presionarse el pecho.
La gente transitaba delante, solo eran reflejos difusos y borrosos a la luz; le decían cosas, susurraban en su hombro, pero él no podía escucharlos, como si el peso de conciencia ocupara todos sus sentidos.
Sasha sujetaba su mano, eran las seis de la mañana, la sala de espera estaba en completo silencio. Sacó el papel ensangrentado de su bolcillo, lo desempuñó para volver a leer tres palabras que fueron suficientes para romperle el alma.

Sorry, i'm gay.

Apretó los ojos y las lágrimas recorrieron sus mejillas, encerró el papel en su mano, intentó decir alguna cosa, pero su voz fallaba, sus labios temblaban como los de un niño.
Era inexplicable, el dolor, la impotencia, lo inútil que resultaba suplicarle al tiempo regresar, y saber que la posibilidad  de cambiar las cosas era cero, querer evitarlo cuando ya es tan tarde, y odiarte tan fuerte que te quemaba la garganta.
Entonces lo único que puedes hacer es darte por vencido, ya no hay otra oportunidad.

—Maldición!—gritó con todos sus pulmones, se levantó con la mente revuelta, empuño las manos y le pegó a la pared con desesperación.

—¡Jaden!—gritó Sasha con pánico.

Continuó pegándole, sin importar el dolor, la sangre goteando al piso, su alma estaba más rota.

Sasha detuvo su puño con ambas manos, le costó frenarlo pero lo consiguió.
—Basta.—le susurró, lo miró a los ojos, le transmitió que no estaba solo.

—Todo es mi culpa.—titubeó balanceándose cuando sus piernas flaqueaban, su cabeza latía, sus movimientos eran inestables. 

—Estás mareado.—Sasha tomó su cara entre sus manos y la recostó en su hombro. Besó su mejilla y acarició su cabeza.—No, no es tu culpa, Karl va estar bien.

***

—Alaya... ¿Puedes escucharme?—Rowly apartó el cabello en su frente.

Ella entrecerró los ojos de espacio con la mirada fija en el techo mientras recuperaba la noción de la realidad.

Y todo vino de golpe en un segundo, sus ojos se abrieron al límite, se levantó con un impulso desesperante.

—¿Qué haces?—Henry la tomó de la muñeca regresándola a la cama—Estas en el hospital, sufriste un ataque de asma.

Ella arrugó la frente cuando vio el suero inyectado a su muñeca.

—Debe descansar—Ortiz elevó los brazos entrecruzados en su pecho. Alaya levantó una ceja cuando la miró, lucía distinta a la ejemplar Ortiz de actitud y postura perfectas. Sus ojos estaban hundidos, rodeados por una sombra oscura como el aura que emitía, cansado, asustado y pesado.

—Ortiz ¿Cómo supo de...?—masajeó su frente en dirección al límite natural de su cordura.

—Quise saber cómo se encuentra mientras espero los resultados.—se arrastró la cara con la palma y tragó grueso,  fue visible lo mucho que le costó decir aquello.

—¿Cuáles resultados?—replicó Alaya, los miró a ambos esperando una explicación.

—Cierto, olvidé que aún no lo sabe, ambos incidentes sucedieron en un lapso muy corto.—fue lo que dedujo en ese momento.

Jaden  {Bilogía El Príncipe de Dubái}Where stories live. Discover now