XXXI-L S D

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El amor es una droga. Tan adictiva como mortal.

***

Investigar si la historia de Sanruht era veraz o solo una traza estratégica era el objetivo.
Demmy mencionó que visitaba el asilo los jueves, tuvo que esperar toda una semana pero aprovechó bien el tiempo para estudiar el caso con más profundidad y buscar los antecedentes de sus dos sospechosos. Estaban limpios, ''demasiado'', se cuestionó.

El timbre sonó, ese día llevó ropa oscura, si llegaba la noche era una buena opción de camuflaje, se recogió el cabello en una cola alta y se puso una gorra de color negro.

Aguardó, cuando lo vio salir se ajustó la gorra y siguió a unos metros detrás de él.

El cielo se cubrió de  gris y las calles de una espesa neblina, Demmy siguió el mismo camino de la primera vez, estuvo mas alerta cuando llegó al punto en el que lo había perdido. Cuando pasaron los primeros minutos se aseguró de que definitivamente no iba a un asilo,  solo habían dos en la ciudad y según lo que había investigado estaban al otro lado, ciento ochenta grados de diferencia.

Poco a poco comenzó a alejarse del centro, la noche llegó, las calles se volvían más oscuras y desoladas, las luces brillantes y los grandes anuncios desaparecieron, el asfalto se volvió fango y los grandes edificios pequeñas chozas.

El silencio era aterrador, cuando pateó una lata en el piso por accidente Demmy inclinó la cabeza ligeramente sobre su hombro, por suerte logro esconderse tras un contenedor de basura antes de que él volteara, miró por unos segundos y después siguió adelante

Alaya respiró con una mano en el pecho, un trueno que le hizo sobresaltarse atrajo la lluvia. La zona se volvía cada vez más siniestra, solo había escuchado ese lugar por las noticias, tenía muy mala reputación, todos sabían que por esos lados no habían reglas y la policía ni siquiera patrullaba cerca.

Había pasado casi una hora de camino, entonces era más importante de lo que suponía.
En la poca visibilidad de la neblina observó una luz parpadeante que al acercarse reconoció como purpura, y después la forma de una flecha, ésta apuntaba a tres letras con luces defectuosas.

L S D

Demmy se sacó la capucha cuando entró a un callejón entre el edificio con la luz purpura y otro que parecía algo muy cercano a un cubo gris deteriorado, no tenía ventanas ni puertas a la vista, no tenía letreros o señales.

Alaya se escondió tras un muro para espiar y preverse antes de seguir por el callejón, había una pared al final, estaba cerrado, se preguntó por donde había salido, inspeccionó cada lugar, luego notó la única puerta del edificio con forma de cubo, estaba muy bien escondida, como si quisiesen encubrirla con la pared.

Fue con mucho cuidado asegurándose de que no hubiese nadie por ahí, se sacó la gorra, se soltó el cabello,  se acercó y tocó a la puerta un par de veces.

Cuando comenzó a desprenderse despacio apretó los puños y supo que estaba lista.

Un hombre robusto y con una gran barba canosa apareció delante. Su altura era intimidante, mucho más su cara de pocos amigos, se cruzó de brazos y sacó la cabeza ligeramente, miró de lado a lado por unos segundos y cuando volvió a entrar la observó a ella de pies a cabeza con la misma expresión de aborrecimiento.

—¿Qué? ¿Te quedarás callada? Identifícate.—le reprochó, rascándose la masa de barba por el cuello, su voz era tan amenazante como su aspecto. Era el vigilante, no le tomó mucho determinarlo, entonces tenía que convencerlo de alguna forma de que la dejara pasar.

Jaden  {Bilogía El Príncipe de Dubái}Where stories live. Discover now