XVI-Puede que un día te maten

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Noviembre 22, 6 años atrás.

Internado Maximus Lenn
Cambridge, Massachusetts

El recién podado pasto del campus estaba promediamente nivelado.
El timbre sonó, aquejando en su momento por su recurrente chirrido, sobre aquel breve periodo en el que los chicos aflojan sus corbatas y las chicas suben sus faldas.

A un costado, en los escalones de la cancha de basketball, se encontraban en un punto muerto donde las cámaras no llegaban y la vigilancia se vendía por unos cuantos dólares.

La chica desabrochó el cuello de su camisa, sacó sus zapatos, se inclinó y bajó sus bragas dejándoles posar en sus tobillos, subió su falda y apretó su pecho, jugó con su cabello rojo, estiró sus piernas y tomó un cigarrillo, inhaló excitada, exhaló incitada bailando smells like teen spirit de Nirvana.

Los chicos tirados sobre el piso compartían sus cigarrillos, entrecerraban los ojos buscando claridad en una mente corrompida.

—¿Soy bonita Robert?—le preguntó, mordiéndose la lengua con picardía.

Él respondió en un gesto suscitando que se acercara, ella obedeció y lo miró tentada, le plantó un beso, la lanzó contra el suelo, la tomó y socavo sus muñecas abruptamente.

—Eres horrible.—arrancó su camisa rompiendo cada uno de sus botones.

Ella se saboreó, sujetó su corbata y lo ató con las piernas rodeando su espalda.
Robert chocó sus labios con dureza, motivado con los gemidos que dejaba en sus oídos.

Unos pasos se escuchaban avanzar sobre el silencio y las quejas sexuales de la chica.
Un inoportuno joven delgado y de ojos intensamente claros sostenía una bolsa, se detuvo al percatarse de aquel extraño grupo cerca de las tribunas, aclaró la garganta, quedando inmóvil por un minuto. Había una chica que forzaba para liberarse de un chico sobre ella, los demás se limitaban a observar e inhalar de los cigarros, una línea se dibujó en sus labios, algo como eso ocasionaría una expulsión inmediata y les aseguraría que no puedieran entrar a otro instituto igual de prestigioso.

Todos lo miraban aborrecidos.
La chica pidió a Robert que parara, él desertó y continuó sometiéndola.
La chica insistía en que le dejara ir.

El joven pálido se dio vuelta, soltó aire por la nariz, se desentendió totalmente, solo eran adictos sin cerebro, se dirigió a los casilleros detrás de las tribunas.

—¡Ya basta!—les gritó Amin, el ruido de los dos comenzaba a ser molesto—¿Y ese quién es?—inhaló la mota con un acceso de tos y escalofríos.

—Chowder bred, británico, el Vik rey.—le respondió lentamente el chico tirado en el piso a punto de convulsionar.

Vik: era el nombre que utilizaban para describir aquellos ricos aburridos, los que no sabían disfrutar la vida para su criterio.

—¿Qué diablos?— Robert golpeó el suelo a un lado de la pelirroja, ella hizo una mueca de temor, él la miró con desprecio y se puso de pie vigilando los casilleros por los huecos de la división de los asientos.
La chica subió sus bragas, tomó sus zapatos en las manos, se marchó con el delineador regado por sus mejillas y los labios temblando.

Amin miró a Robert con una risilla burlona, él se metió un cigarro en la boca, deslizó la rueda del encendedor, lo acercó a la punta e inhaló para prenderlo.—Es una perra.—murmuró con el cigarrillo en los dientes.

Jaden  {Bilogía El Príncipe de Dubái}Where stories live. Discover now