XI-El hombre sin conciencia

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Una vez alguien me habló de amor, me dijo que era lo único por lo que valía la pena existir. Yo me negué renuentemente, «solo son incoherencias» decía. Era un invidente que no podía aceptar que su vida solo era un hueco profundo y vacío, que no tenía nada bueno para ofrecerle, por ello me aferraba a pensar que todos se sentían igual, pero fingían, nunca me di cuenta que la falla estaba en mí.

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—Espero que tengas una razón justificada, un chisme demasiado grande, o no, más bien una bomba que me arranque la cara de emoción para hacerme venir a la universidad tan temprano.—masculló Javier dejando salir un inusual bostezo. Se frotó la nariz, estaba roja, su piel pálida hacía que la sangre se reflejara como si le hubiesen pegado un fuerte puñetazo, apretó la boca para dejar de titubear y roció el aliento caliente en sus palmas restregándolas.

La mañana era fría.
El viento soplaba con fuerza, llevaba las ramitas que se desprendían de los árboles en el entrante ciclo otoñal, las hojas comenzaban a teñirse, aún brillaba el verde, pero ya se distinguía el aviso amarillento.
El cielo lucía templado, alertaba chubascos en horas de la tarde y brisas heladas como eran aquellas de otoño.
Jachi apretaba su suéter con los brazos cruzados, era esa clase de persona friolenta que siempre ocupaba dos abrigos gruesos como mínimo, hasta en los días más calurosos.
Suspiraba entrecerrando los ojos lentamente para escapar de su somnolencia.

Alaya estaba cansada, había dormido tan pocas horas que sentía que no lo había hecho.
Pegó varias palmaditas a su frente y estiró los brazos hasta donde pudo, su vida se iba por segundos y también la estabilidad de sus pies.
—¿Qué dijiste? No entendí nada.—se jorobó y estrechó los hombros como un adorable oso perezoso.
Obligó a que Jachi lo repitiera, aunque le tomó unos minutos recordarlo.
Ambos estaban parados de frente, como dos fantasmas perdidos.
—Espera, cinco minutos más Jachi, o me desplomaré.—respiró hondo el aire húmedo, llenándose los pulmones de ese olor a tierra rociada por pequeñas gotas de mañana.
Comenzó a moverse arrítmicamente, con pasos descoordinados, tronando los dedos, tarareando happy de Pharrell Williams.

Javier levantó una ceja, le dio una mirada de bicho raro y aclaró la garganta para exigir una explicación—¿Qué haces?—puso los brazos como jarras.

Ella hizo ese paso «disco» moviendo las manos en señal de paz con los dedos por encima de los ojos—Me estoy moviendo.—hizo un movimiento que se podría asemejar a la caminata lunar de Michael Jackson si no le hubiese salido tan torpe.

Él explotó y se tapó la boca para controlar la risa—Estás bailando.—le dio una entonación de pregunta pero claramente era una afirmación.

—Es mi ritual para tomar ánimo,—explicó ella, sin detenerse.— solo me muevo y dejo que mi cuerpo haga el resto ¿No tienes un ritual?—because I'm happy. Clap along if you feel like a room without a roof.
Because I'm happyyy

Jachi arrugó la frente pasmándose en silencio por unos segundos.
Movió la cabeza de lado a lado, y al final, le sonrió fascinado.
—No tengo uno.—contestó él, se puso la mano en el pecho e inclinó la cabeza como si fuese una deshonra.
Alaya fue moviendo los hombros disparatadamente y lo haló a la pista invisible, él no lo esperó, pero le siguió la corriente.

—Tengo frío—exhaló en sus manos y las friccionó con velocidad.

Ella se apartó para empujarlo con el codo, le guiñó el ojo en una mueca de fan loca y se volvió a acurrucar—¿Por qué no le llamas a Karl eh?—soltó un risilla ahogada sobre su pecho.

Él dejó de moverse, a la vez que sus blancas mejillas se tiñeron de rojo.
Alaya lo percibió de inmediato, se separó, bajando las cejas.

Javier se estiró las mangas hasta cubrir la punta de sus dedos, fue notable que le costaba articular lo que sea que quería decir, se dio vuelta y comenzó a caminar con la vista en el suelo, ella fue detrás.—Nos seguimos texteando, pero no sé si en realidad quiere una amistad o algo más, tampoco sé si yo lo quiero—se tapó la cara, las palabras se le escapaban antes de que pudiera detenerlas.—¿Tener una nueva relación? ¿Estar con otra persona? No estoy totalmente seguro de...
—¡Vamos Jachi!—lo cortó, empujándolo de la espalda.— Sheldon se marchó hace más de un año, te prometió que intentaría hacer que la relación a distancia funcionara, pero al final te rompió el corazón—trató de controlar la rabia, pero cada vez le costaba más–, se fue con alguien más–le tomó la mano, estaban acostumbrados a hablar abiertamente, decirse las cosas así de claras en la cara, sabían que era mejor una verdad doliente a una mentira llena de ilusiones—. Sé que eso del primer amor es muy profundo, pero si hay interés mutuo tienes que darte la oportunidad.

Jaden  {Bilogía El Príncipe de Dubái}Where stories live. Discover now