XXIX-Sobre el hilo Rojo

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Robert

Tenía esa sonrisa, esa genuina sonrisa que  hacía inevitable enamorarse de él.

Trataba de negarme, me encerraba, pero sin percibirlo, sin siquiera esperarlo cada día me enamoraba más y más de mi mejor amigo de secundaria. Y verlo presumir sus chicas, verlo tocarlas, ofrecerles lo que jamás me pertenecería, me mataba lentamente.

 Hasta que un día de verdad pasó. Luego de una practica fuimos a los vestidores, nos encerró con llave e inesperadamente se lanzó sobre mí y me besó, nuestros labios se apetecían tanto, nos dejamos llevar por el deseo que nos exigían nuestros cuerpos.

Cuando terminó, subió su pantalón y me miró decaído. Recuerdo su expresión, recuerdo cada una de sus palabras, hasta la última de ellas:

 —Rob, no soy gay, me temo que lo que ocurrió  hoy no puede pasar de nuestros labios y el recuerdo de nuestro corazón. Me iré del país la semana que viene, ascendieron a papá y ya sabes, no hay vuelta atrás. No podía marcharme sin haberte amado aunque sea por una vez. Tú y Amin han sido mis mejores amigos desde siempre... pero es innegable que lo hay entre nosotros va más allá incluso del juicio y la cordura.

Mi voz se perdió en aquel sutil gesto de cobardía, asentí y le ofrecí la misma sonrisa.

Estreché su mano y abrí la puerta. Dejándolo atrás... junto a lo que jamás debió suceder aquella tarde.

**

Hospital Central de S.D.

Will salió del consultorio después de encargarse del papeleo. Le hizo un doblez a todos los documentos que sostenía y los guardó en el interior de su saco.

—¿Qué dijeron?—le preguntó Ortiz  con la voz agitada. Se levantó y comenzó a caminar de un lado a otro  por el pasillo de la sala de espera.

—Amin solo tiene heridas superficiales sobre el antebrazo, el corte en la cara no penetró su ojo pero rasgó una pequeña sutura en medio de su ceja derecha, dejará cicatriz, al menos por ahora; su muñeca se vendará, no estimaron una fecha aproximada de retiro por lo cual tendrá que venir por mínimo una vez a la semana hasta que pueda sanar—dejó salir aire por la nariz negando lentamente, algo que estremeció a Ortiz—. El ojo de Rob por otro lado se encuentra en muy mal estado, no es tan grave como para perder la visión pero sin duda traerá efectos consecuentes, al igual será vendado, tendrá que asistirse de unos 10 medicamentos más o menos, gotas, anti-inflamatorios, calmantes... Tendremos que encargarnos y supervisar su consumo.

—¿Lo van a operar?—Ortiz se tuvo que sentar y respirar hondo para calmarse.

—Primero observarán su reacción ante la prescripción—Will apretó la mandíbula cuando notó lo mucho que le afectaba todo lo que sucedió. Echó un vistazo a su reloj y dejó los documentos en el puesto a un lado de Ortiz—. Iré a buscar más información.

— ¿Ya se comunicó con el señor?—le preguntó Ortiz. Will seguía inclinado a un lado de ella acomodando en orden los papeles sobre el asiento por lo que estaban muy cerca y sus ojos se conectaron fijamente.

—Aún no, aguardaré por más resultados.—fue lo que contestó al erguirse holgándose el traje. Hizo un reverencia con la cabeza antes de girar para marcharse.

—No lo haga.

La voz de ella lo frenó de inmediato. Arrugó las cejas y se volvió para asegurarse de que esas hubiesen sido sus palabras.

Jaden  {Bilogía El Príncipe de Dubái}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora