VI-Solo somos reflejos

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Los ojos no solo exhiben tu alma, reflejan tus demonios.

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—Yo también me retiro.—comentó Ortiz quien trató de mantenerse al margen del suceso.

Amín presionó su cabeza con dureza en el espejo, cerró los ojos, maldiciendo en ambas lenguas, su cara ardía, su pecho se consumía, podía jurar que enloquecería esa noche, su mente estaba hecha un nudo ¿De verdad estaba dispuesto a perder? Caer rendido ante una chica.
—¡Maldita sea! Robert ¿Qué demonios hago?—golpeó el espejo a puño cerrado, pero no se agrietó, se impulsó atrás con las manos abiertas, recogió la champaña de una mesa circular abastecida de aperitivos y bebidas finas, sacó el colcho y se tomó casi la mitad de un solo trago.
La desprendió de sus labios con la respiración jadeante, aún más perdido en los pensamientos, en la búsqueda inútil de cómo salir de aquella situación, cómo ganar cuando la derrota estaba a un solo paso, a un segundo, quizás ya había perdido y no quería aceptarlo.—¡Maldita sea!—aterrizó el peso de su cuerpo apoyando ambas palmas en la mesa, no le gustaba esa idea, no, no estaba dispuesto a dejarla ir tan fácil.

—¿Me preguntas a mí?—inquirió Robert encogido de hombros.— No lo sé, ni siquiera sé cuál es tu psicosis con esa chica, en serio te estoy perdiendo.—resopló, fue a los bocadillos, despegó unas cuantas uvas de su tallo, llevó una a su boca, le dio un mordisco a la pulpa y desechó el raspón de la punta sobrante.

—No estoy siendo obsesivo—tomó otro trago con una mala mirada, recogió el cabello de la peluca que estorbaba tras sus oídos.—tú fuiste el que sugirió pasarla bien en esta isla, además "¿Tú y Jachi?"—le hizo señas de que no era quien para juzgar.

Robert sonrió, una que podía parecer inocente pero no tenía nada que ver, hizo malabares con las uvas en sus dedos y lanzó una aire, subió la cabeza buscando atraparla con la boca, le guiñó el ojo cuando lo consiguió.
—Ok, en primer plano el juego de Jachi y yo es muy distinto, no es forzado y es divertido—rió y le sacó la lengua.—, tú por otro lado estás de siquiatra, hay muchas más chicas, Amin.—llevó la mano a la altura de su oído e hizo círculos en el aire.

Consumió las últimas gotas en la botella y la arrojó con brusquedad sobre la mesa.
—Es ella y punto, Rob.—rugió, hizo una pausa y bajó la cabeza.
Palpó la superficie de cristal que servía de soporte para los alimentos y cerró los ojos.
Rozó con suavidad en movimientos giratorios y continuos, casi podía verla, el retrato de su cuerpo en el vidrio, sus senos, podía sentirlos, descubiertos, exquisitos, podía acariciar justo la punta, dominarla, concederle dolor, pero no uno cualquiera, sería sufrimiento sumado a placer, y ella le suplicaría, lo rogaría rasgándose la piel, le imploraría como un suplicio, que la penetre.
No, esta vez podía dar garantía de ello, su primera vez le pertenecía.—No es forzado, solo me está tomando más tiempo.—lanzó una uva a su boca y le guiñó el ojo.

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Por otro lado, Alaya se encaminaba a la entrada trasera, tenía sus audífonos a todo volumen con Two Feet sacudiendo su espíritu, se los sacó en cuanto vio a dos agentes con aquella mirada inicua y desentendida, como si la analizaran de pies a cabeza, escondiera drogas o algo similar.

—¡Saludos! ¿Qué tal? Soy Alaya Flores, me contrataron para trabajar aquí.—sentía un poco de inseguridad, imaginó que Jaden la esperaría afuera, pero ni siquiera logró comunicarse, no respondía sus mensajes ni sus llamadas desde hacía unos días.

—¿Trabajar aquí? ¿En qué servicio?—preguntó uno de los guardias cruzado de brazos.

Exhaló y se mordió el labios inferior—No lo sé aún, el chico que me consiguió el puesto sólo mencionó que asistiera a esta hora y él se encargaría del resto.—eso no se escuchó nada bien, sintió como sus expectativas bajaban a toda velocidad y se hacían polvo contra el suelo, se preguntaba dónde estaba él ¿Dónde estaba Jaden?

Jaden  {Bilogía El Príncipe de Dubái}Where stories live. Discover now