XXXIX-Fiesta de fin año.

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Éramos como el lazo eterno que existe de la luz y las tinieblas.

*
Todo parecía un conjunto de partículas inestables en el viento, se movían sin consistencia en una oscuridad distante a la percepción, como un trance, como algo extraviado.

El chasquido de dedos en sus ojos la despertó.

Pestañó muy rápido y volvió a mirar a Demmy, cansado, preocupado, inquieto.

—No quiero preocuparte, mas bien alertarte—la tomó por los hombros, la agitó e hizo que lo mirara—, no creo que lleguen a ti si te mantienes al margen, no tienen una foto así que rastrearte será  difícil, pero tienes que ser cautelosa. Alaya, no es cosa de juegos.

—Esta bien—asintió muy rápido intentando despejar su mente—Gracias, en serio...

—Me mantendré cerca.—le avisó sin dejarla concluir, toda la seguridad de su voz se emitía en sus ojos.

—Pero...—ella hizo una pausa tensando la mandíbula. Tomó aire para hablar y lo soltó de golpe—¿Qué hacías tú en ese lugar?—decidió sacar la espinita que le impedía confiar completamente en él. Y sí, lo más lógico era pensar lo que ya le había advertido Henry. Pero las suposiciones no son certeza. Necesitaba esclarecerlo desde la raíz, después de todo eran dos opciones, una afirmación o una negación. Esperaba la negación desde luego.

Pero si su respuesta era un , si Demmy solicitaba servicios sexuales ¿Estaba mal?
Por supuesto, comprar el cuerpo de una mujer lo estaba, pero, si la mujer estaba de acuerdo, si existía un tipo de convenio de algún modo ''sano'' donde ambas partes ganaban ¿Qué estaba mal?

—Es una larga historia.—interrumpió su pensamiento con un conflicto interno que se reflejó como una proyección en su cara.

—Tengo tiempo.—le susurró, inspirándole confianza.

Esa mañana se saltaron la clase, caminaron al parque de Páris,  solo quedaba a unas cuadras de la universidad. El invierno se sentía sin una vista blanca, el frío ventoso, los árboles  sin hojas que recorrían el parque y el cielo opaco de gris que avisaba la lluvia.

La fuente de recuerdos.

Alaya la miró en la distancia, algunas personas se tomaban fotos con poses extrañas. Por un segundo recordó a Jaden el día que se metieron nada mas que a disparatear. La sonrisa se le formó sola, era un recuerdo que no quería olvidar.

—Conocí una chica—mencionó Demmy antes de ocupar el banco en el que Alaya se había sentado. Se echó las manos en los bolsillos, exhaló y se acomodó a su lado—. Esta chica es increíble—murmuró, haciendo que Alaya se retrajera entreabriendo los ojos ¿Acaso confesaba que se había enamorado de una trabajadora sexual?... Y ¿No se suponía que le gustaba Susi?—, y nos volvimos muy cercanos. Un día, me llamó muy agitada, en serio estaba desesperada, me dijo  que tenía problemas, se había involucrado con gente muy mala y tenía que pagarles de algún modo—Alaya intentó ir a su ritmo pero el giro de ocho mil grados la dejó como si voltearan  un elefante patas arriba y este no pudiera enderezarse por más que se revolcara en el piso. No lo interrumpió, aunque eso solo acumulaba las preguntas, la primera era ¿Quién carajo era esa chica?—. Allí damos con ''El club'' de Barto y su pandilla de proxenetas, se aprovechan de chicas tan ingenuas como Ivonne, con prestamos e intereses imposibles de cubrir. De esa manera, cuando ya no tienen otra salida, se ven obligadas a pagar con trabajo sexual.

—¿Qué mierda?—no fue capaz de contenerse, se levantó con el impacto en el rostro y la indignación corriendo por sus venas.
Abrió la boca para hablar pero Demmy decidió terminar de explicarle:

Jaden  {Bilogía El Príncipe de Dubái}Where stories live. Discover now