Capítulo Final: ¿La podrás salvar esta vez?

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Cuando la luz finalmente apagó mis ojos vi más allá de la opacidad mi deseo interior, lo que en vida anhelé hasta desvanecer, y lo único que quería... eras tú.

.

.

Un mes después.

Aquel día el apartamento lucía tan solo, o a lo mejor la propia tristeza alteraba la realidad otra vez, todo era penoso desde... ese momento, aun contando con los métodos de Javier: fiestas, shopping, obsequios o lo extremo como esas horribles citas a ciegas, que como era de esperarse, no terminaron nada bien.

Se desplomó en el sillón, el espacio al fin retrataba una imagen decente, se esforzó bastante, lo hizo en su mayor parte por distraerse pero el resultado valía la pena, eso le recordó el pequeño logro del día,  se propuso conseguir su permiso de conducir, le costó todo un mes pero después de todo la licencia estaba en sus manos.

Suspiró con placidez y cerró los ojos despacio, necesitaba dormir para huir de los recuerdos y esos pensamientos recurrentes y molestos; Lo que fue imposible, maldijo internamente y marcó a Javier en el móvil, se había marchado a casa de su padre en la mañana, necesitaba hablar de lo que sea, absolutamente lo que sea, incluso cosas que odiaba como esos horrendos suéteres rosas que tanto le gustaban a él. Al no recibir respuesta se detuvo a pensar... ¿Por qué los odiaba? Eso no tenía mucho sentido francamente... se acarició la barbilla y miró al techo liso... Suéter--rosa, si bien aludía el hecho a que ella tenía uno, el mismo que tomó Jad..

¡No jodas!

Repelió las imágenes en su cabeza: el suéter, el color y todo lo referente a ''El innombrable'' (Amin)
Le marcó de nuevo y nada, bufó con amargura.
Inspeccionó el registro de mensajes, lo que la llevó a dar con Clara, hacía un montón que no conversaban, supuso que se había mudado fuera del país por definitivo o sus vacaciones se habían extendido demás, entre una cosa u otra se perdió el contacto, le echaba de menos, naturalmente quería saber de ella, y distraerse claro, abrió la mensajería y le escribió:

Ella:
-Hola Clara, hace mucho que no hablamos ¿No?... ¿Sigues fuera?

Clara:
-No.

Asombró los ojos y frunció los labios, se preguntaba porqué no se lo había notificado cuanto menos; Y su mensaje... era corto e indiferente ¿Estaba enojada?, se cuestionó por un minuto, no recordaba alguna pelea o malentendido de las dos y eso le preocupó, en ese momento lo único que necesitaba era una amiga.

Ella:
-¡¿Por qué no me dijiste?! ¿Todo bien? ¿Puedo visitarte mañana? Quiero verte.

Clara:
-Si quieres.

Seguía con esos mensajes cortantes, definitivamente no era su actitud habitual, no era la misma Clara kawaii de brillitos en las mejillas, ese rubio iluminado y adorables zapatitos de tacón bajo. Aunque, después de reflexionar, consideró que era una deliberación precipitada, siquiera la había visto, tomaría una conclusión tan pronto como estuviese frente a ella, a pesar de todo solo eran textos.

Ella:
-No me dijiste cómo estás, quiero saberlo, cómo la pasaste ¿Conociste gente interesante? ¡¿Cuéntameee?!

Pasaron minutos, horas... Eventualmente comprendió que no contestaría, le incentivó más ansias por verla, una corazonada implícita sacudió su pecho, seguramente aquel innombrable se incluía allí, ell mismo que no le dejó pegar un ojo en toda la noche.

Cuando el sol alumbró los rayos reflejos en las ventanas, suspiró y se preparó para otro día de universidad en el que tendría que verlo y fingir, que no percibiera lo mal que la estaba pasando, de ahí que, cuando estaba cerca la mejor manera de hacerlo era desatar aquellas carcajadas vacías, presumirle la sonrisa de esquina a esquina que simulaba a la perfección, era otra historia a cuando estaba sola en su habitación, con tres cajas de chocokrispis tragando las bocanadas de un puño con los llantos hinchando sus ojos, pero ¿Qué esperaría? ¿Exhibirse como la triste crédula de quién se aprovechó? ¡Jamás! Si tenía que simular que lo había superado lo haría con facilidad y frialdad.

Jaden  {Bilogía El Príncipe de Dubái}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora