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La luz interrumpió como siempre la oscuridad de la habitación, aunque esa no fue la razón para que ella despertara primero. No había dormido en toda la noche, no hizo nada de falta después de todo la disfrutó más que cualquiera.

En plena madrugada decidieron tomar un descanso, pero Nate terminó por dormirse luego de una hora, estaba exhausto y le era entendible. Habían tenido mucha acción.

Ella estaba a su lado, lo veía dormido con esa tranquilidad que por un momento la envidió, de pronto, todos esos malos momentos y recuerdos le habían llegado a la mente en brevedad, su burbuja de fantasía se había roto.

—Después de tanto… —susurró con el entrecejo fruncido.

—Pero aquí estamos —dijo él y abrió sus ojos. Tenía una voz ronca debido a su reciente despertar —eso fue… loco

—¿Loco? —repitió —¿Así es cómo lo sentiste?

—No tengo palabras, pero déjame decirte que anhelé esto desde hace mucho tiempo —confesó y la tomó de la cintura para acercarla más hacia sí, pero ella detuvo su movimiento.

—Debo irme, tengo cosas con pendientes, no puedo dejar mi deberes por tanto tiempo —lo apartó y se levantó aún con su desnudes. No le importaba estar así delante de él, después de todo ya se conocían en lo mas mínimo. Él se incorporó hasta terminar sentido y la miró cuando se estaba vistiendo.

—¿Por qué apresurarse? —le preguntó —Puedes quedarte aquí por más tiempo.

—No, no me puedo descuidar —alegó.

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—¡No puede ir atormentado a toda la gente que le rodea, y mucho contar cuentos de fantasías! —le reclamó un conserje.

—¿Y por qué no? Se supone que yo soy la superior aquí, es mi deber decir la verdad.

—¡Pero asustando a la gente no es conveniente, empezarán a temerle y a cuestionarla!

—Si esos es lo que piensan, pues que lo hagan —declaró —De todos modos tiene que haber régimen aquí, nadie puede tratar a su rey como cualquiera.

—Usted se está convirtiendo cada vez en Rufel, él quería tener una dictadura aquí, por eso el reino empezó a despreciarlo.

—Pues tenía mucha razón en poner una dictadura —coincidió —Este reino es el hazme reír de todos, y si tengo que convertirme en Rufel para que la gente aprenda a obedecerme, lo haré. Seré la siguiente Rufel —sentenció.

—¿Usted no sabe que los que piensa así siempre terminan cayendo?

—¿Y tú no sabes que los que tienen una cabeza con poco celebro como la tuya terminan muriendo primero? —se burló.

—¿Está amenazándome de muerte?

—Sí, sí lo hago —afirmó —Si vuelves a faltarme el respeto como tu reina, yo misma acabaré contigo —hizo que sus garras aparecieran y las clavó en la madera gruesa de la mesa, presionó y destruyó una parte de ella. Asustó a los consejeros que estaban en la sala de reunión. Sus caras parecían tan graciosas que la deleitaban, pero no se atrevió a reírse porque quería enmendar miedo —¡Fuera de mi vista! —les alzó la voz y eso provocó que se sobresaltaran. En menos de un minuto ya la sala estaba vacía, sólo tenía la compañía de Synanth y Nate, este último casi no pudo contener la risa.

—Es asombroso tu cambio —alegó Synanth.

—Eso ya no es nuevo. Retírate. Necesito hablar con Nate a solas —le ordenó.

Él asintió y se fue.

—¿Qué es lo que quieres hablar conmigo? —indagó él y comenzó a caminar por todo el salón.

Eternos finales © ✔️Libro #0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora