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Al pasar de los minutos la sirviente la dejó en el comedor, en el cual se situaba una mesa larga cubierta por un mantel color turquesa con un candelabro en el centro de oro, muy hermoso, cinco sillas se encontraban en cada lado y una en cada extremo

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Al pasar de los minutos la sirviente la dejó en el comedor, en el cual se situaba una mesa larga cubierta por un mantel color turquesa con un candelabro en el centro de oro, muy hermoso, cinco sillas se encontraban en cada lado y una en cada extremo. Al lado de la larga mesa yacían unos enormes barrotes con vista al campo y a las lejanas montañas, permitiéndole la entrada a la claridad con un buen aroma de las hojas de los árboles.

Ella de inmediato sintió la presencia del rey, quién estaba sentado en el extremo izquierdo, tenía una copa con un liquido morado en ella, tomó un sorbo antes de darse cuenta de su presencia.

—Adelante, siéntate a mi lado —le ordenó con voz suave.

Ella lo obedeció y se sentó a su lado derecho con la mirada baja y aun con la timidez presente, pero también había despertado algo en su estómago y no era ningún sentimiento, sino hambre, otra vez. Hizo que se ruborizase, pensó que el rey no se había dado cuenta del rugido de su estómago, aunque no fue así.

—Dentro de un momento traerán la comida, sólo espera un poco —se apresuró a decir —.Supongo que quieres saber porqué te trato de está manera —señaló.

—¡Sí! —exclamó. Se sorprendió ante su respuesta llena de suplica —.Perdón, quise decir sí —repuso educadamente.

—No te preocupes, estoy acostumbrado a que me hablen de ese modo, en especial con personas insensatas  —masculló con una breve sonrisa —.Lo digo por mi mano real, ese chico no me respeta para nada. Y tú no debes sentirte mala educada, entiendo tu desespero, así que sin más preámbulo, te diré lo que quieres saber. ---se irguió y carraspeó su garganta para aclarar su voz.

—Los reyes que han reinado en Fawer, siempre se tenía una tradición y costumbre; después de conquistar un reino. Tomamos algo o a alguien como premio: Un recuerdo del reino conquistado. Los cuidamos, protegemos, hasta el lecho de nuestra muerte. Pero no te preocupes, que seas mi premio no significa que eres mi prisionera, eres libre de poder irte, con la condición de que cuando yo te necesite debes que venir inmediatamente.

—Es lo mismo que prisionera, solo con el término de «Premio» —replicó desconcertada.

—Llámalo como quieras. No eres mi esclava. Eso es todo lo que hay que saber —concluyó.

—Un momento, no me ha dicho de dónde vengo o dónde me encontró —le recordó.

—Eso es algo que no hay que decir por los momentos —le dijo tomando una expresión seria. No planeaba contarle, no todavía, tal vez nunca. Era un hombre misterioso, no le hablaba mucho, hecho que la dejaba confundida, ella quería saber más, mucho más, pero no quería presionarlo, pensaba que sería un grave error.

En menos de veinte minutos sirvieron un banquete de reyes, literalmente. Ella miró esos manjares como si fuesen los más increíbles que hubiera visto en su vida, tal vez.

Eternos finales © ✔️Libro #0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora