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Reino Jumbel.

Con ese nombre de aquel reino, comenzó todo. Y con ese encuentro, se sentenció.

El tintineo de sus dientes le hizo entender que hacía mucho frío aquella vez, ya se acercaba el invierno por lo que era comprensible el estremecimiento de su pequeño cuerpo. Quería hacer algo para ayudarla, tenía cómo, pero revelar ese secreto podría ser peligroso, aunque no sabía hasta que punto lo era. Lo extraño también, es que el sol no se había ido totalmente, todavía podía proporcionar calor, no obstante, no era suficiente.

Su compañera abrazaba su cuerpo con sus pequeños brazos, no ayudaba mucho en realidad. Su vestimenta tampoco le podía dar el calor suficiente, llevaba una túnica color blanca y aterciopelada que le sentía muy bien. Sus ojos resaltaba con aquel blanco puro. Una vez los llamó "monedas de plata" por el gris brilloso que los iluminaba, había visto ojos grises, pero no tan magníficos como aquellos, tenía una edad joven, le faltaba mucho por conocer.

Un aire frío pasó entre ellos, lo hizo estremecerse también —en ese momento la entendió—, pero para su suerte, tenía un as bajo la manga para mantenerse caliente, sobre todo evitar tener más frío, sin embargo, sería arriesgado usarlo. No era experto en la materia. Un movimiento en falso y se calcinarían.

La joven niña observaba cómo su compañero dudaba de algo que ella no comprendía, «¿se querrá ir?» se preguntó en su mente. Creyó que estaba incómodo con su presencia, pero si supiera que solo estaba preocupado por ella.

Ambos niños estaban en el jardín del castillo. Al iniciar el día todo el ambiente estaba caluroso y fresco, pero en un parpadeo se volvió totalmente gélido. Eso no era conveniente para recibir a la visita.

En la mañana, la madre de la niña le hizo saber que tendrían una visita inesperada. Lo era porque la castaña no sabía quién los visitaría. Su padre, el rey, era un hombre de pocas palabras, casi nunca hablaba con ella y cuando lo hacía, solo eran regaños. El rey les anunció que el gobernante vecino, pasaría por el reino Jumbel a proponerle un asunto de suma importancia, según él. El trabajo de su hija sería acompañar y socializar con el hijo del mismo, no era un problema para la princesa. Sin embargo, el príncipe era un poco callado y poco expresivo.

Para poder tener una conversación amistosa, ella lo llevó a su lugar privado. Los pequeños se sentaron en el suelo y todo procedió a un silencio sepulcral e incómodo. Se sentía que su presencia molestaba al príncipe, pero no era el caso.

La grama del suelo donde estaban sentados, era muy suave y acolchonada. Cualquiera podía dormirse en ella y no despertar por milenios —fantasía imposible—, pero a ella le encantaba fantasear esa idea de su joven mente. Lo verdoso del suelo hacía contraste con el cielo turquesa y un sol que estaba por desaparecer en nubes misteriosas, que, anunciaban una próxima lluvia. El jardín estaba repleto de flores de diferentes especies y colores, a sus pies fluía un pequeño riachuelo con una fluidez de agua tan cristalina que se podía observar hasta el pez más pequeño.

Era el escenario perfecto para hablar, pero en cierto modo, a la princesa le invadía la pena.

El príncipe no era tímido, no acostumbraba a hablar con niñas, mucho menos de tener compañía. Era un niño muy solitario y de poco hablar, de hecho, protestó con su padre sobrevenir a aquel reino tan sombrío y lleno de secretos que lo intimidaban, pero también encendía la llama de la curiosidad. El joven de diez años, era obstinado y serio como su padre, una característica de los Fire —reyes antiguos de Fawer—, reino vecino de Jumbel. Por alguna razón el varón se preocupaba de tintineo incesante del cuerpo de su compañera menor, pero era tan orgulloso como para hacérselo saber.

La princesa miró al príncipe por una milésima de segundo antes de poder articular una palabra. Por fin había tomado el valor de hablarle.

—Bueno, ahora que estamos aquí, ¿qué te gustaría hacer? —le inquirió. Temía que su inocente pregunta lo molestara, pero ya no podía retractarse. Él tragó saliva y titubeó, no sabía por qué de repente, se puso tan nervioso.

Eternos finales © ✔️Libro #0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora