[S.O 1.5] Synanth

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—Lo siento —fue lo que murmuré.

—¡Señor, Nerack! —dijo la chica con quien venía con un tono preocupado. Se trató de acercar a él, pero Varely la sostuvo de ambos brazos y no le permitió moverse.

—¿¡Qué mierda me hiciste!? —exclamó el malhumorado y amargado. Lo distinguí así, por su manera desdeñosa de mirar y por su tono de voz —¡Idiota! —jadeó y se incorporó con torpeza.

—Lo siento —repetí —no tenía de otra... eres uno de nosotros —expliqué.

—¿En serio? ¿Por qué él? —espetó el fantoche —¿¡No ves que trató de matar a Varely?! —me reprendió. La chica de alguna manera se soltó de Varely y se acercó a su acompañante, analizó que estuviera bien. Intentó tocarle el rostro, pero este de inmediato le dio una bofetada a sus manos a lo que ella entendió el mensaje y se quedó quieta.

Vaya carácter.

—¿Está bien, señor? —murmuró insegura. Él no le respondió sino que empezó a asesinarme de miles maneras con su mirada.

—Te mataré —amenazó.

—Te lo voy a explicar todo, así que relájate niño —le pedí.

⪰+⪯

—¡Oye niño bravucón, ven a comer! —le exigí, pero ni siquiera me miró.

Cuando terminé de explicarle todo, él sólo intentó matarme, sí, eso hizo. Quiso clavar su cuchillo en mi garganta, pero por alguna razón algo lo detuvo, en breve el arma iba a llegar a mi cuello, esta se rompió. Eso me sorprendió bastante, nunca había visto cosa igual. El bravucón se quiso ir, no obstante al decirle que no podía negar su “deber”, nuevamente algo lo detuvo y se vio obligado a seguirme. Así que terminamos acampando en el bosque, era de noche en aquella ocasión. Varely compró varias verduras y algunas carnes para preparar un estofado.

—¡No comeré tú comida! ¡No me hables! ¡Por tu culpa ahora estoy atrapado en esto! — murmuró pero sonó más a un bramido.

—No eres el único que piensa así —conviné —¡Yo tampoco quería esto! Sólo por ser un imbécil me metí en esto —aseguré —Pero no me puedo quejar, lo hecho, hecho está. Así que deja el rencor en el pasado y ven aquí —exigí.

—¡Vete al diablo!

Fruncí mi entrecejo ya harto.

—¡Muérete de hambre entonces!

—Yo se lo puedo llevar —ofreció la señorita Gawer. Cuando su acompañante estuvo obligado a seguirnos su amabilidad salió a flote. Era una chica dulce y amigable, no como el niño amargado. Era chistoso que le dijera &niño&, la chica me informó que era cinco años mayor que yo, je.

—Está bien, llévale esto —le sonreí y le di un tazón.

—Deben tener paciencia —me informó—.Con todo lo que paso hasta yo estaría enojada, esto prácticamente los está sacrificando.

Sin decir más tomó el tazón y se fue hacia su niño amargado, quién estaba a unos metros de nosotros. Lo que dijo en ello tenía toda la razón, esa era un condena para todos.Lo peor es que no teníamos ni siquiera la culpa.

Eternos finales © ✔️Libro #0Where stories live. Discover now