Capítulo 41

1.4K 113 78
                                    

—Aquí está muy oscuro, ¡yo no tengo la culpa de haber caído sobre ti!— me quejé, sentí que me dolía la pierna porque la golpeé fuerte contra el sofá. Resoplando, traté de levantarme pero la mujer me sostuvo—.¿Puedes dejarme ir?

—¿Qué tramas contra Zule?—preguntó Saray, su rostro estaba muy cerca del mío.

Me alejé de ella, murmurando.

—¿Qué tramo con ella? ¿De qué mierda estás hablando? ¿Crees que estoy con Zulema solo por su dinero?.— Esto era justo lo que faltaba. Terminé riéndome entre dientes y encendí la linterna del teléfono en su cara.—Ella me gusta.

—Te gusta lo que tiene en la billetera, no me engañas, niña— ella se sentó en el sofá. Saray vestía una playera sin mangas blanca y su cabello estaba suelto y voluminoso. Vaya, sí que sabía delinearse bien los ojos.

—Ni siquiera me conoces bien para decir eso, te consta.— Le di la espalda y me dirigí a la salida del jardín, cuando sonó mi nombre.

—Ven aquí, estaba bromeando, chica— volví junto a ella—. Te he visto en el teléfono de Zule.

—¿Me has visto en su celular? Tú ...

—Por favor, ¿has visto cómo esa mujer usa su celular? Incluso una tortuga le gana.—Saray encendió una pequeña lámpara que estaba en la mesa junto al sofá, donde me invitó a unirme a ella.

—¿Qué viste en su celular?— pregunté, inmediatamente sentí como empezaba a sonreír como tonta, mierda.

—No te contaré eso tan fácilmente.— Puso los ojos en blanco y continuó gesticulando.—Dime, Helena, ¿qué le hiciste a Zulema para que esté tan loquita por ti?

—Oye, no bromees con eso.

—Sus ojos estaban hinchados, de hecho, los tuyos también lo estaban. Lo que pasó, dudo que Zulema me lo cuente, se guarda muchas cosas.

—No sé si debería decirte...—Observé bien los rasgos de Saray, estaba seria, esperando que yo le respondiera—. Apenas te conocí hoy, no puedo ir por la vida contándote estas cosas...— Negué con la cabeza.

—¿Sabes cuántos años llevo conociendo a Zule? Somos socias desde hace más de diez años, ¿sabes? ¿Lo entiendes?— al hablar movía mucho sus manos.

—¿Por cierto, qué edad tienes?— pregunté. Parecía tener unos dieciocho años por la forma en que hablaba.

—Treinta y dos, ¿por qué la pregunta?

—Curiosidad. Parece que tienes menos— digo.

—Gracias por el elogio.—Sonrió ampliamente y me golpeó la pierna ligeramente, feliz con mi respuesta.

—No fue un cumplido.

—Entonces vete a la mierda. ¿Me lo contarás o no?

—Mi hermano se enteró de nuestra relación y se lo contó a mis padres.— Hablé un poco bajo, con solo recordarlo mi corazón comenzó a acelerarse nuevamente, estaba muy tensa.

—Chica, ¿por qué decidiste meterte con Zulema? Mira la mujer que es, la diferencia de edad es enorme, ¿no?

Asentí con la cabeza antes de contestar.

—Me enamoré de ella Saray, no es mi culpa.— Me di un espacio de tiempo antes de continuar.—Mi padre, principalmente, estaba muy enojado con esto y ...— Mi voz se rompió y solo bajé la cabeza.

—Oye, no llores, eh. Si querías meter tu lengua en su boca ahora afronta las consecuencias.—Dijo Saray con voz irritada. Solo la miré y me reí.

Oh, my teacher. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora