Capítulo IV

2.8K 188 4
                                    

Recuerdo lo difícil que fue para mí el año pasado, adaptarme a una nueva escuela, permanecer en algún grupo para poder socializar y lograr hacer algún amigo. Después de conocer a Annie, quien se convirtió en mi mejor amiga aquí en España. Ella fue la que me ayudó a perder la timidez y poder relacionarme más con la gente.
Ella era un ángel.

En estos días, me he quedado hasta tarde en la escuela, siempre tratando de adelantar todos los trabajos que tengo pendientes, para poder descansar el fin de semana. Desde mi casa hasta la escuela no me llevo muchos minutos y, siempre que era posible, mi amiga me acompañaba a casa, ya que la suya solo quedaba a una calle de la mía.

Sentadas en el último pasillo de la biblioteca, con un libro en mi regazo, miré como mi amiga leía atentamente un libro que contenía dibujos animados.

—¿Qué estás leyendo que te tiene tan entretenida?— pregunté, poco después ella me mostró la portada.

—¡Frozen!, es lo mejor que encontré aquí. Prefiero leer esto a lo que tú estás revisando. Además mira estos dibujos—respondió enseñándome el libro, solté una carcajada un poco fuerte, y me cubrí la cara con el libro que sostenía.

—Buena elección, Annie. Muy educativo—dije mientras pasaba de página.

—Frozen es un clásico— escuché una voz conocida en el pasillo junto con el sonido de unos zapatos de tacón, gire rápidamente para encontrarme a la maestra de árabe—.Son las 8:03 pm, ¿Por qué siguen en la escuela?

—No nos habíamos percatado de la hora, buenas noches, profesora Zahir—dijo mi amiga mirándome y mordiéndose el labio, sacudí la cabeza y volví a leer mi libro en silencio.

—Buenas noches, chicas. No se vayan a casa demasiado tarde—dijo la mujer tomando un libro del estante.

Aparté la vista del libro que sostenía en mis manos y la observé. Algo sobre ella me llamaba la atención, vestida siempre de manera tan impecable y con esa mirada tan profunda, es extraño.
Es una persona muy cerrada, ni siquiera sabemos si está casada o algo así, solo su edad. A diferencia de otros maestros, sabemos cuándo y a dónde viajarán el próximo verano. Pero de ella no.

—Helena, ¿tu brazo ya mejoró?, por cierto, ¿qué te pasó?—preguntó, mientras me miraba fijamente.

—Un estante cayó sobre mi brazo.

—¿Estás bien? ¿Todavía te duele mucho?— demonios, su voz es fascinante..todo de ella lo es.

—El dolor aún continúa, pero no es muy fuerte—digo con una sonrisa débil.

—Ten más cuidado la próxima vez—respondió para después dejar el pasillo y dirigirse al frente. Inmediatamente mi amiga señaló mis mejillas que estaban rojas. Teniendo solo en mi visión el cuerpo de la profesora, aparté la vista de ella y seguí leyendo, hasta que ella comenzó a reír por lo bajo.

—Eso fue raro.

—Sí—decidí que era suficiente por hoy y cerré el libro, suspiré y miré a un lado. Creo que la profesora se ha ido, pienso.

Giré hacia la derecha y me encontré con la profesora Zahir apoyada en un estante mientras me miraba fijamente. Su mirada logró su cometido, incomodarme, así que giré rápidamente y miré a mi amiga. ¿Hace cuánto llevaba mirándome?
Admito que a veces yo hacia lo mismo, pero siempre tratando de pasar desapercibida sin que ella lo notara, a veces la miraba cuando recogía una manzana en la cafetería, o cuando caminaba por el patio en la hora del receso con algunos profesores. Ella había estado llamando mi atención durante meses.

Encuentro el coraje de mirarla de nuevo, pero la profesora ahora tenía un libro abierto que sostenía frente a ella. Respiré hondo, me puse de pie y coloqué el libro en su lugar y miré a Annie señalando la salida.

—Ella piensa que Frozen es un clásico, brillante— mi amiga se echó a reír. Qué chica tan feliz, dios mío. De camino a casa, miré el cielo mientras hablaba con ella-. ¿Nos vemos en clase mañana?

—Sí, mañana, uno de mis amigos va a ingresar a la escuela, Marcel, te lo presentaré, lo disfrutarás—la empujé un poco y la maldije, al cabo de unos minutos llegamos a mi casa. Puse una de mis manos sobre su hombro.

—Ni siquiera lo pienses, simplemente no estoy lista para una relación—dije encogiendome de hombros.

—Eso lo veremos, estoy segura que no terminas el año sola—hizo un ruido misterio y la empuje débilmente
a la acera de la otra casa.

—Buenas noches, para ti también.

Oh, my teacher. Where stories live. Discover now