Capítulo 24

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—Me controlo para no tocarte, no mirarte o decirles a esas mujeres que no hablen así de ti. Así que por favor, vuelve adentro.

Me mordí el labio y elegí callarme. Girándome de espaldas, subí los escalones del porche para entrar en la casa, pero terminé resbalando y cayendo sobre mi pierna, haciéndome gruñir.

Sentí los brazos de Zulema llevarme en su regazo y le dije dónde estaban las vendas. Pensamos que era solo una caída. Ella terminó pasando por la sala, en medio de todos y subiendo las escaleras, le pedí que fuera a mi habitación, donde estaban los apósitos. En medio de la desesperación, ni mi madre ni el resto de los invitados habían presenciado la escena, y honestamente, no quiero pensar en eso, solo puedo sentir un dolor insoportable en mi pierna.

—Se está poniendo peor— dije presionando una de las almohadas y Zahir las arregló, apoyándolas en la cama para acomodarme.

Poco después de sentarse junto a mis piernas y tocarlas lentamente, comenzó a examinarlas, preguntando si me dolía donde tocaba. Yo solo asentí ante los toques.

—Algo grave puede haber sucedido, pero mantén la calma mi amor— dijo  acercándome y abrazándome. Maldita lluvia y maldito piso mojado.

—Hija, ¿qué pasó?— mi madre se apresuró a entrar en la habitación y pude ver a algunas personas asomándose en la puerta. Yo solo trataba de ocultar mi cara de dolor.

—Terminó perdiendo el equilibrio y cayó sobre su pierna, tenemos que ir al hospital.

Después de que Zulema habló, sentí que alguien me tomaba entre sus brazos y salíamos de la habitación.  Por el olor del perfume, inmediatamente supe que era ella, suspiré profundamente, tratando de controlar el dolor, mi rostro estaba en su cuello. Espero no haber arruinado la noche de mi madre, sinceramente.

Zulema me puso en el asiento trasero de su auto, y por la ventana pude ver a mi hermano apartar la mirada con una cara medio confundida. Mi madre nos había dicho que fuéramos primero, ya que iba a cerrar la casa y despedir a los invitados. Con el auto en movimiento, miré a Zulema.

—Zule, me duele mucho la pierna— dejé escapar algunos gemidos de dolor y con cada minuto que pasaba, el dolor solo empeoraba. Ciertamente mi adrenalina estaba bajando.

—Lo sé amor, ya casi llegamos, resiste ¿ok?— se dio la vuelta cuando nos detuvimos en la luz roja. Su mirada se notaba realmente preocupada. Tomó mi mano y le dio un ligero apretón.

POV Zulema

En la recepción, les pedí que la atendieran rápidamente, y le di un vistazo al papel que tenía frente a mí, tenía que ser completado con datos personales sobre Helena, no podía hacer nada, tendría que esperar a que su madre llegara.

Cuando fueron a examinarla, no me dejaron permanecer a su lado, no sin antes registrarla. Podía escuchar sus gritos desde la recepción y mi corazón se apretaba en mi pecho. Pude ver la reacción de su hermano, no sé si escuchó o vio algo, pero me miró de manera extraña.
De todos modos, desafortunadamente preferí que Helena entrara sola.

Siento que al final del día, las dos nos vamos a lastimar en este asunto. Mientras esperaba afuera, incliné mi cabeza hacia atrás con los ojos puestos sobre  la puerta principal, habían muchas personas entrando con heridas. Era Horrible.

Tenía la cabeza en varios pensamientos y, cuando volví a escuchar el nombre de Helena me levanté rápidamente, pero me detuve a medio camino. Debes quedarte aquí, Zulema.
Después de unos buenos minutos, veo llegar a la señora Fran.

—Ella está dentro de esa habitación— señalé la puerta frente a mí y me mordí el labio cuando vi a Helena salir de esa puerta, en una silla de ruedas. Su pierna aún estaba expuesta—.Fran, tu tienes que ir a la recepción para completar los datos en el archivo de Helena, me quedaré con ella.

Oh, my teacher. Where stories live. Discover now