Capítulo 21

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Después de que Zulema cerró la puerta del balcón, divagué unos minutos fuera hasta que tomé una decisión. Me levanté y lentamente, fui hacia el balcón, me encontraba frente a la puerta. Solo voy a disculparme, todo volverá a la normalidad, eso es todo, y después saldré de allí.

Abrí la puerta lentamente y la cerré. No había vuelta atrás. Me quedé parada unos segundos hasta que caminé hacia Zulema y me senté al borde de la tina. Zahir tenía los ojos cerrados y su cabello estaba húmedo.

La estuve observando por un rato, luego puse mis pies en el agua y no pasó mucho tiempo antes de que Zulema me mirara, estuvimos en silencio por unos minutos hasta que me resigné y comencé a hablar.

—Siento lo de hoy, Zule...—no pude mantener el contacto con sus ojos y bajé la cabeza, mirándome las manos—,debí haberme disculpado, tampoco debí comportarme mal contigo.—dije con una mirada arrepentida—.Solo estaba viendo mi versión de la historia y estaba furiosa, realmente no pensé si te haría daño ¿me perdonas, por favor?—me acarició el rostro con su pulgar y se me acercó.

—Todo está bien.

—Tampoco debí haberme ido sin decirte nada, lo siento.—susurré.

—Simplemente no lo vuelvas a hacer... —dijo Zulema con su mirada pasando sobre mi cuerpo y, sin pensar demasiado, comencé a retirarme la bata hasta que cayó al suelo, al hacerlo, produjo un sonido que me recordó a un suspiro, como si la bata también hubiera sido seducida por Zulema.
Me quedé solo con el camisón, y la vi pasar lentamente la lengua entre sus labios.

Ya no toleraba más el frío del lugar, así que me metí en la bañera, lo que me hizo jadear debido al cambio de temperatura. Decidí mojarme el cabello y, poco después de emerger, la mirada de Zulema no tardó en posarse en mí, parecía estar desentrañando mi alma.

Me acerqué tranquilamente a ella, que se apoyaba contra la bañera. Una de las correas de su sostén se deslizó sobre su hombro, aproveché la oportunidad para obtener más; sentí su mano deslizarse por mi pierna hasta que se detuvo en mi muslo, dándome un ligero apretón. Zulema me jaló y me hizo sentar en su regazo, pegando nuestros cuerpos aún más. Podía sentir su mano atravesar cada parte de mi cuerpo hasta que llegó a mi cuello, donde acercó su rostro, y depositó besos húmedos y mordiscos ligeros sobre el.

Sus labios bajaron a mi hombro, con su boca, ella quitó una correa de mi camisón, la otra fue quitada con su mano, haciendo que la tela se deslizara por mi cuerpo.

—Te necesito.

Después de que esas palabras salieron de la boca de mi profesora, nuestros ojos se encontraron y terminé besando sus labios que saborearon cada esquina de mi boca sin ningún temor, nuestras lenguas se enlazaban en un apasionado baile silencioso. El beso comenzó a ser más cálido y tentador, y en eso, sentí que Zulema me levantaba y caminábamos a ciegas hasta la habitación, su boca atacó mi cuello sin una pizca de pena.

Pronto sentí que mi espalda golpeaba el colchón, Zulema se paró frente a la cama y acercó sus manos a su espalda, luego vi su sostén cayendo sobre mi torso.

POV Zulema

Mientras sus ojos estaban atentos a mis senos, pasé lentamente mi mano sobre su pierna, dejando que Helena se tomara un tiempo. Pasé mi mano sobre su brazo y comencé a tirar de esa tela delgada que me impedía ver su hermoso cuerpo por completo.
La perfección erótica unida al rubor de la inocencia.

Mis dedos pasaron lentamente sobre su piel, como si quisiera grabar en mi memoria cada rincón, pude ver como su piel respondía con cada toque mío. Después de acercarme a su rostro, sentí una de sus manos ir a uno de mis pechos, sosteniéndolo entero, ella lo sintió lentamente con algo de miedo, haciéndome poner mi mano sobre la de ella y apretarla, mientras la besaba rápidamente. Me ardía el cuerpo como mil infiernos.

En la escuela, no podía soportar mirarla con ese uniforme y no poder tocarla. Quería verla de una manera en la que nunca antes la había visto y, a pesar de todo mi deseo por ella, tenía en mente un límite y lo tomaría con calma para no asustarla la primera vez.

Pude escuchar sus jadeos y sentir su corazón acelerado al mismo ritmo que el mío. Abrí sus piernas un poco más y me encaje en medio de ellas. Hice que mi boca fuera a todas partes de su cuerpo, lo que hizo que Helena se estremeciera ante mi contacto. Me estaba volviendo loca con sus gemidos llamándome. La expresión de Helena quedó grabada a fuego en mi memoria excitándome aun más y me atreví a dar el siguiente paso.

Capturé uno de sus pechos con mi boca mientras le acariciaba el otro con la mano. Después de darle un suave lametón, le succioné el pezón, sintiendo cómo se endurecia en mi boca.
Helena echó la cabeza hacia atrás, haciendo sonidos inarticulados, tenía los ojos cerrados y, simplemente me detuve a apreciar aquello. La lujuria estaba cada vez más presente mientras agarraba sus pechos, la acaricié con delicadeza y le besé detrás de la oreja, pasando la lengua por allí, y la ruta que siguen mis manos, junto con el contacto electrizante de sus pechos contra los míos me llevan a otro mundo.

Mi mano comenzó a bajar alrededor de su cintura, hasta que se detuvo en el elástico de la única prenda que quedaba en ella. Suspirando, deposité castos besos alrededor de su cuello y, sintiendo la mano de Helena pasar sobre mi brazo, apretándola, le quité las bragas.

Separé nuestros cuerpos y pude ver el cuerpo desnudo de Helena delante de mí, mientras ella tenía los ojos cerrados.

Es perfecta, en toda su gloria, la agarré por la cintura y la acomodé frente a mí, puse mi pulgar alrededor de su boca antes de que el entrara. Su lengua caliente rodeó mi dedo cuando Helena lo chupó, con los ojos aún cerrados

—Mírame, mi amor.—nuestros ojos se encontraron, sus ojos tenían un brillo único y, sellé con un beso nuestros labios, intercambiando el sabor de su piel por el de su saliva.

Helena pasó su mano por mi cintura y se acercó para pedirme más contacto, el roce de ambas cuando ella elevó la pelvis, buscándome, desató el caos. Con el empeño de quien le va la vida en ello, nuestros cuerpos se buscan en puntos muy concretos, sumiéndonos en un balanceo que se hace cada vez más desesperado por saciarnos mutuamente, pero solo logramos lo contrario, hasta que nuestra piel habla por sí misma, y mi mano recorre el camino hacia su húmeda intimidad, lo que me hace morderme los labios con fuerza.

De pronto comprendo lo mucho que necesito entregarle todo mi ser, lo mucho que necesito sentirla mía, y admiro su vulnerabilidad ante mí, completamente desnuda, por dentro y por fuera. Prosigo con las caricias, y decido pasar mi dedo índice contra
sus labios mayores, no tardé mucho en encontrar el clítoris, que se movió al compás contra mi mano.

Por Dios!...

Oh, my teacher. Where stories live. Discover now