Capítulo VI

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Poco después de ver bailar a las chicas y haber terminado mi "descanso", salgo de la cancha resoplando. Me dirigí de nuevo al salón, sentada en clase, suspiré profundamente y puse mi cabeza sobre la mesa y cerré los ojos.

—¿Helena?, despierta—sentí como alguien movía lentamente mi hombro derecho, abrí lentamente los ojos y terminé viendo a Rafael, un compañero de clase, llamándome.

—¿Qué hora es?—le pregunté anonada, mientras pasaba unos dedos sobre la comisura de mis labios, tratando de eliminar cualquier rastro de saliva que estuviera, evidenciando que no sé cuantos minutos o inclusive horas estuve sobre los brazos de Morfeo.

—Son las 19:11, la clase terminó hace mucho tiempo, me quedé para adelantar un trabajo y cuando iba pasando por el pasillo noté que aún estabas aquí—él sonrió suavemente mientras acomodaba su mochila en su regazo—.Ten cuidado cuando vayas a casa—asentí y después me lleve la mano a mi boca, tratando de ocultar mi bostezar.

No puedo creer que me haya quedado dormida, pero está bien, al menos descansé.
Después de salir del salón, decidí ir al baño a lavarme la cara antes de irme a casa.

Al salir de la escuela, me detuve a medio camino mirando hacia arriba, había empezado a llover nuevamente. Sabiendo que me mojaría si intentaba irme en ese momento, me mordí el labio y corrí hacia el área cubierta que se encontraba en la salida de la escuela.

—¡Excelente!, lo que me faltaba— solté un suspiro y me dirigí a una pequeña silla que se encontraba en el mismo lugar cubierto, me dediqué a observar a esa nube oscura, la dueña de mis desgracias en estos momentos. Parecía que la lluvia nunca pararía. Mis padres llegarían tarde, y mi hermano ... Dios sabe dónde podría estar, igual nadie se percataría de mí ausencia, dije para mí.

Después de unos minutos, la lluvia solo empeoró, esta vez incluso se escuchaban truenos, y la oscuridad en las calles cada vez se hacia más presente. Decidida a ir bajo la lluvia, dejé el lugar cubierto y agarré mi mochila como si de una sombrilla se tratase. Empiezo a caminar rápido hasta que un auto se detiene frente a mí, tenía ventanas oscuras, así que no podía ver quién era.
Ignorando que casi me atropella, sigo mi camino, en estos momentos no estoy como para reclamarle o algo por el estilo, solo unas cuantas manzanas más para llegar a mi casa, me dije.
Mi cabello ya estaba empapado y lo podía sentir pegado a mi rostro, por no mencionar que mi uniforme se encontraba igual, incluso podía sentir mis pies chapotear dentro de los zapatos. Es como si estuviera debajo de un canalon de agua. Mientras caminaba rápidamente hacia la otra calle, miré a ambos lados con dificultad y crucé rápidamente.

De pronto, el mismo auto que casi me atropella se detiene a mi lado. Me quedé pasmada, ¿Podría esto llamarse una coincidencia?, ¿Querría secuestrarme?, miles de ideas se pasaron por mi mente, hasta que el conductor bajó el vidrio y así pude encontrarme con la profesora Zahir. Mi sorpresa se hizo evidente.

—¿Quieres que te lleve?

—No hay necesidad, profesora.

—Entra, pillaras una pulmonía—aquello sonaba más como una orden.
Sacudí mi cabeza y seguí caminando de nuevo.
Sería extraño para mí subirme a su auto y sería muy vergonzoso, me había costado sacarla de mis pensamientos esta semana, seguro que me sentiría incómoda.

Suspirando, camino lentamente de nuevo bajo la lluvia, ¡que más da!, empadada ya estaba. De repente, siento como una mano tira de mi muñeca hacia atrás, encontrándome con la profesora bajo la lluvia.
Sin decir nada, y sin soltar mi muñeca me condujo hacia su auto, abrió la puerta y puso una de sus manos en mi espalda para indicar que entrara y me sentara en el asiento del copiloto.

Cerró la puerta y caminó rápidamente hacia el otro lado para subir al auto. La profesora Zahir entró cerrando la puerta inmediatamente después, cerró los ojos, echó la cabeza hacia atrás y, con gotas de agua corriendo por su rostro, me miró.

—¡Joder!

Oh, my teacher. Where stories live. Discover now