Capítulo II

3.7K 207 24
                                    

A veces me preguntaba por qué las cosas tenían tal nombre, por qué la mesa se llamaba mesa o por qué me costaba atarme bien las agujetas.

Me acomodé frente al espejo, tratando de atarme las agujetas de mis All Stars, y escuché a Annie gritar desde la sala. Un suspiro salió de mi boca y admiré con atención el vestido que encajaba a la perfección con mis curvas, la parte de arriba estaba ceñida a mi torso, y la falda me quedaba unos dedos arriba de mi muslo. Era nuevo, me lo habían regalado en mi cumpleaños, apenas y lo usaba.

El color de la tela era de un púrpura ténue y tenía diminutas flores tejidas, que trabajo debió costar aquello.

Abandoné lo que estaba tratando de hacer y bajé las escaleras, no entendía mi problema de no poder atarme bien los tennis. Annie estaba acurrucada en el sofá, veía su teléfono celular con atención y ni siquiera se percató de que ya había bajado.

—Shh ...

A diferencia de mí, Annie eligió unos leggings negros y por unos segundos pensé en cambiarme. Eran solo las siete con veinte de la mañana y hacía un calor infernal.

Su mirada se paró en mí y sentándome a su lado, puse mis piernas encima de las suyas, ella tomó las agujetas y las amarró. Mi cuerpo estaba completamente tirado en el sofá color beige, me estaba quedando dormida.

Me encontraba mirando el techo mientras los dedos de Annie trabajaban en las agujetas. Mi casa era sencilla, pero seguía siendo elegante con pocos detalles, las paredes terminaban destacando por tener un color más oscuro y los muebles seguían acompañando en tono. Una de las partes que más me gustaba era mi habitación, era como yo quería sin muchos detalles.

—Estas actividades nos acercan a otras clases.
Genial— Annie dijo, la seguí fuera de la casa. Hoy el comedor del colegio nos ofrecería un desayuno especial, que buena noticia.

Annie ya llevaba mucho tiempo en el colegio y fue ella quien me ayudó a encajar en todo.

Al entrar por el portón del estacionamiento que conducía a la puerta principal, algunos de los estudiantes ya se encontraban allí y eran muchos. La sonrisa se Annie se agrandó cuando la profesora de química se acercó a nuestro lado.

La profesora Miranda era una de las más queridas por Annie, enseñaba tan bien que su único deseo era estudiar solo su materia.

—Buenos días, Miranda, ¿cómo estás?— preguntó Annie, seguidamente entró en los brazos de la mujer y siguiendo esa escena, no me detuve a saludarla de la misma manera.

—Te extrañamos, de verdad. Ayer le dije eso a Helena.

—-Si no me equivoco mañana tengo un tercer año, ¿301?— levantó las cejas y algunos mechones grises cayeron sobre su frente. Recuerdo la primera clase que tuvimos con ella, había mencionado que solo seguía enseñando a sus sesenta años porque no quería estar sola en casa. Su esposo había fallecido hace mucho tiempo y sus hijos vivían al otro lado del mundo. Ella estaba sola.

—Está bien. Es nuestra
clase— dijo Annie y habló un poco más con ella, quien pronto se excusó diciendo que tenía cosas que preparar.

Caminamos hasta la cancha de deportes de la escuela, ya estaba totalmente llena de gente.

Como ya habíamos llegado tarde unos buenos minutos, nos dirigimos a la cafetería. Las mesas ya estaban llenas y haciendo fila para conseguir lo que estaba disponible, me puse frente a Annie.

—El equipo al que apoyaste perdió— dije riendo mientras me giraba a ver su rostro enojado y volviendo al frente, terminé chocando contra la espalda de alguien.—Lo siento, no fue mi intención— dije poco después de ver el acto y la persona con la que había chocado ni siquiera se inmutó.

Oh, my teacher. जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें