Capítulo LXIV: "En el cielo hay relámpagos"

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🔹 ---> ponen la música
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-A medianoche llegará Su Santidad.

-¿Será bueno ir a recibirle? Podríamos quedarnos despiertos...

-¿Dónde están los niños?

-Dijeron que irían a jugar y nos verían en las cabañas

-Espero que no tarden mucho.

Los guardianes terminaron de recoger el comedor y salieron con rumbo a sus humildes viviendas; con Saga y Aioros fuera del Santuario no temían que nada extraño sucediese con sus protegidos.

No se imaginaban que los pequeños Santos ya se las arreglaban bastante bien sin sus dos miembros de más edad para meterse en líos; pues dada la enfermedad de Shaka, Milo y Aioria, bajo las órdenes de Shura, se dirigieron a la cocina a nada más que buscar problemas.

-Llévale ése- Dentro del almacén, Milo señaló un tarro blanco que estaba a la altura de su barriga.

Aioria se arrodilló para leer la etiqueta

-"Sem...semillas"- el niño miró incrédulo a su amigo, -¿Quieres darle de cenar semillas a Shaka! ¡Ni que fuera canario!

-¡Sólo era una idea!- Milo levantó las manos, -¿Qué tal ése?- sugirió apuntando a otro tarro al azar.

-¿Levadura?

-¿Y ése otro?-

-Vinagre blanco

-Y..

-Arroz integral- contestó Aioria antes de que su amigo pudiera terminar de formular la pregunta.

-Entonces...

-¡Ay no!- dijo Aioria en tono de urgencia, mientras se llevaba dramáticamente las manos a la cabeza cuando Milo destapó un barril e inclinándose peligrosamente se asomó al interior, -Eso es harina- anunció cuando vió la polvosa y blanca sustancia adherirse a las manitas de su amigo.

El pequeño Santo de Leo se cruzó de brazos y murmuró gruñonamente:

-No hay nada que le podamos llevar, no sé porque te hice caso de venir aquí-

-Eso es porque eres tonto- le respondió su interlocutor con tranquilidad, -¿Y eso qué es?- preguntó señalando un tarro en otro estante aledaño.

-"En...encurtidos"- respondió Aioria mirando la etiqueta, su lectura en voz alta se había desarrollado bastante gracias a la ayuda de su hermano mayor.

-¿Encu-qué? Aioria, si no sabes la respuesta, no inventes palabras- aconsejó Milo mientras bajaba del barril. -Oye, a Shaka le gusta la fruta ¿no?

Aioria asintió, todavía disgustado.

-¡Llevémosle fruta en conserva!

-Por una vez se te ocurre algo bueno...

-Bueno, y ahora ¿dónde está?

Historia de OroWhere stories live. Discover now