Capítulo LIII: "Donde sea que estemos" // Maratón 2/?

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-¿Qué pasó con tu cara?

-¿Qué pasó con la tuya?

-Oh, disculpa. Alguien me dejó encerrado en el baño- Saga hizo énfasis en la palabra como quien suelta una palabrota.

Los cinco niños estaban sentados junto a la fuente del patio, Aioros seguía secando el pelo de Shura con una toalla color oliva que Nahír le había dado. Aldebarán y Vittoria, después de haber sido duchados por las amazonas, metían los pies en el agua mientras Shura le daba de coscorrones al niño moreno, cuyo tamaño le igualaba.

- No sé de que estás hablando... ¡Ya déjalo en paz Shura!

El niño dejó de darle de tortazos a Aldebarán, quien apenas se vio libre de él, se giró y enseñándole la lengua, se sentó en la orilla del estanque de nuevo, desde donde Shura lo había derribado... unas cinco veces.

-Bueno, ahora que todo está en orden y volveremos a Grecia pronto ¿no quieres salir a ver la ciudad?

Aioros le miró entre incrédulo y asqueado

-No Saga, no quiero salir a una ciudad en la que hay peligro de encontrarme con un matón en cada esquina.

El chico extendió la toalla junto a él para que se secase y sentó a Shura en sus piernas para lograr controlar sus ataques sobre el nuevo niño.

-Vamos Aioros. Yo quiero un pan de pita. Lo venden cerca de aquí- anunció Saga dejando a la niña pelirroja, cuyo pelo se encontraba acariciando, sentada junto a Aioros. Los ojos de Shura se iluminaron al verla tan cerca de él.

-Acabamos de almorzar.

-Lo guardaré para la tarde.

-Mmm, entonces tráeme un kebab.

-¡Oh gorrón maloliente!- Saga fingió escandalizarse –¿No me acompañas? ¿Y encima te tengo que invitar?

-Así es- Aioros ni siquiera le miró, su banda color carmesí competía con los reflejos del cabello de la niña a su lado.

Saga se giró enfurruñado y se marchó con paso decidido hacia la calle, no notó la sonrisa que se formó en el rostro de su amigo cuando se fue.

Aioros ayudó a Aldebarán a salir del agua una vez más, mientras Shura ayudaba a Vittoria a incorporarse de la orilla.

-Eles malo Aiolos- dijo mientras procuraba agacharse para coger la toalla

Aioros se volvió y cargó a Vittoria en sus brazos, no podía pasar mucho tiempo sin sentirla cerca. Luego tomó de la mano a Aldebarán y mientras se encaminaban a una de las terrazas, preguntó a Shura:

-¿Por qué lo dices?

El Santo de Oro de Capricornio aún era muy pequeño para formular coherentemente una respuesta, a pesar de que Eko ya le había enseñado varias cosas. Por lo que simplemente se limitó a responder.

-Polque a ti tambén te gusta hacel enojarl a Saga.

-Tenemos que irnos a empates Shura, sino yo caería enfermo del disgusto.

-Ajá. ¡Oye!

Shura tironeó del brazo a Aldebarán quien a pesar de su tamaño, no pudo evitar tambalearse. Los largos meses dentro del barco en altamar desde su tierra natal habían entorpecido sus piernas, y acostumbrarse a caminar por el blanco empedrado le tomaría tiempo.

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