«LIZZU; SE MONSTA X» #4

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Despertó aturdida, encontrándose a Changkyun agachado a su lado, despertandola con cuidado. No supo en qué momento había llegado a la cama, si lo último que recuerda era llorar abrazada a Hoseok mientras la cantaba una boba canción de cuna en el suelo de la sala.

— Junnie, vamos – pidió. Ella frunció el ceño con confusión mientras se frotaba un ojo, mirando como todo Monsta X se había quedado a dormir en su habitación, haciendo una especie de campaña de ocho–. Debemos ir a la agencia.

— ¿Qué hora es?

Shownu se acercó. Tenía ojeras y mala cara, pero cuando hizo contacto visual con ella, sonrió y la acarició la cabeza, colocando un par de cabellos despeinados.

— Las seis menos cuarto, debemos estar ahí a las seis – explicó, agachandose igual que Changkyun, aunque el maknae murmuró algo de comenzar a recoger, y se alejó–. Jooheon está desayunando ya, Kihyun te ha preparado también tu desayuno para que podamos irnos rápido a acabar con todo esto.

— ¿Y Wonho? ¿Dónde está?

— Aquí – murmuró, asomado a la puerta y mirándolos a todos con una sonrisa. Junhee estuvo a punto de comenzar a llorar de nuevo, pero se dijo a si misma que debía ser fuerte por Hoseok, por Shownu, por todos. Si ella caía, no había nadie que pudiera levantarlos, y si Hoseok había hecho esto por ellos, no iba a hacer que fuera un sacrificio en vano.

Se quitó las sábanas con firmeza, haciendo crujir su espalda de manera sonora, y fue directamente al baño para prepararse rápido y aclararse la mente con una ducha. Debía llamar a sus amigas, responder a las llamadas perdidas de otros de sus amigos preocupados por la noticia, y explicarle a su padre la situación. Todo era un jodido caos, pero ella debía arreglarlo con madurez, porque ya no era la niña inocente de JYP que dejó que su madre decidiera por ella.

— ¿Listos?– preguntó colgándose el bolso, mirándolos con atención. Los contó de manera rápida, y una presión se instaló en su pecho al pensar que ya no serían siete chicos y una chica.

— No – negó Kihyun, tomándola de los hombros para guiarla a la cocina–. Faltas tú, desayuna algo.

— No tengo apetito, oppa – evitó mirarle directamente–. Prometo llevarme...– miró a su alrededor, encontrando una manzana–. ¡Una manzana! Desayunaré esto, lo prometo.

Suspiró sin creerla ni un poco, y la abrazó con fuerza unos segundos. Todos estaban derrotados con lo que estaba pasando, y eso era imposible de disimular.

— G-Gracias – susurró.

— ¿Por qué?

— Por mantenerte fuerte, no sé qué haría sin ti.

¿Por qué eso la dolió aún más?

— Hyung, Junnie, vamos – llamó Jooheon.

...