XXIII-No me acuesto con estudiantes.

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Era un lindo lugar, tenía algún tema ochentero, poco iluminado, colores bronceados, paredes floreadas, ventanales en todas las paredes que se conectaban con el exterior y muchos de esos carteles de luces intermitentes con nombres en inglés, por alguna razón le recordaba a ese café de Friends.

Estaba totalmente vacío, como el restaurant de aquella vez.
Ella tomó un sorbo de su taza, lo analizó un rato pero al final se animó a preguntarle:
—¿Por qué siempre los lugares a los que vamos están vacíos?

Él le dedicó una pequeña sonrisa, casi burlona, solo consideró inocente que no lo supiera.
—Lo hago para terminar en una sola pieza, mis fanáticas son muy posesivas.—sacó algo de golpe planchándolo en la mesa, era un sobre, lo deslizó con dos dedos a su mano. Ella enarcó una ceja bajando el café de su boca.—Es una invitación.

—¿De qué?— se relamió la crema de los labios y chequeó el sobre de cada lado.

—El anunciamiento ante los medios del compromiso de Amin Alabi y Gabriela Báez, ofrecerán un baile la próxima sema...

—¿Un baile?—lo detuvo con las manos en alto para procesar la información. Le dio vueltas a la idea ¿Amin, invitando a Ross a su fiesta de compromiso? Arrugó la nariz inconscientemente. Sí, y los cerdos bailaban twerk—¿Él te invitó?

—Por supuesto que no—le aclaró con obviedad.—¿Crees que un asesino invitaría a su víctima?—chasqueó con una rillisa, fue algo incómodo—lo hizo Gabriela.

La noticia ciertamente la había cogido por sorpresa, es decir, todo el mundo lo sabía, pero ninguno de los dos se hubiese pronunciado al respecto.

—Sería un verdadero honor que me acompañes.—Ross tomó su mano, ella inclinó la cabeza haciendo círculos con un dedo en la orilla de su taza.—En realidad quiero formalizar nuestra relación, Alaya.

Su mano reaccionó por sí sola volteando la taza con el poco café que le quedaba, de inmediato recogió un servilleta de tela con nerviosismo del centro de la mesa, limpió el desorden entre temblores.

Juro que un día de estos mi corazón simplemente traspasará mi pecho.

Ross apoyó la barbilla contra su mano, contemplándola, con una sonrisa torcida.

—Yo...—le hizo un doblez casi profesional a la servilleta, aún de vista baja.— ¿Te importa si voy al baño?— se puso de pie en un movimiento mecánico.

—No, está bien, pero antes dime que me acompañarás por favor.—él se levantó, tomó su mano otra vez y la llevó a su boca, dejó un beso suave, delicado, propio de él.

Ross era así, dulce y esmerado, un caballero de cuento de hadas. Y sí, quizá valía la pena intentar, no le costaba reconocer que cualquier chica mataría por estar en su lugar.
Así que esa vocecilla molesta en su interior podía tener razón ''La vida es una, cógetelo''
No, eso no, lo otro.
La vida es una, vívela.

—Por supuesto, lo haré.—tomó su bolso de la mesa, sacó su mano de repente y salió casi a zancadas.

Entró al baño abanicándose el cuello, no sabía porqué la ponía tan nerviosa, parecía uno de esos animes japoneses que sangraban por la nariz cuando se excitaban.

Necesitaba refrescarse la cara y respirar con normalidad.

Escucho el timbre de mensajes de su celular mientras se fregaba las manos en la llave, arrancó un cuadro de papel del dispensador, se secó la cara y las manos, tomó el móvil de su cartera y abrió el buzón.

Jaden  {Bilogía El Príncipe de Dubái}Where stories live. Discover now