CAPITULO 34

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El Sol estaba más brillante que de costumbre, tuve que tapar mis ojos para que éste no me cegara por momentos. Los adolescentes estaban más felices que de costumbre, algunos hasta me saludaban  mientras pasaba. 

Todo era muy extraño. 

Me gustaría decir que la felicidad del momento me era contagiosa, pero la verdad es que no. Solo me tenía confundida y me daba cierta curiosidad saber el por qué de ese buen ánimo. ¿Sería el cumpleaños de alguien? 

—¡Feliz Día de la Unidad!—Jasper canturreó una vez que llegué a su lado. 

Alcé una ceja mientras sonreía ligeramente. La verdad es que yo nunca había festejado el Día de la Unidad, mi padre nunca quería que fuéramos. Así que esos días mi madre y yo nos dormíamos temprano a la espera de que el ruido que hacía mi padre al llegar nos despertara. Y de ahí, a escuchar sus balbuceos de lo borracho que estaba. 

—Gracias—agradecí a pesar de mi recuerdo, Jasper no se merecía una mala cara. 

El flacucho muchacho me sonrió aún más emocionado, mientras me ofrecía una bolsa de nueces. Alcé una ceja en su dirección, él se encogió de hombros mientras se echaba una a la boca. 

Fruncí el ceño al ver que Jasper estaba solo, abrí la boca para preguntarle donde estaba Monty. Pero éste salió de la nave con Harper detrás de él, ambos venían sonriendo ampliamente. 

—Ey Monty—Jasper llamó alzando la bolsa de nueces—¿Quieres recordar los viejos tiempos?—añadió haciendo su sonrisa aún más grande.

Según lo que me habían contado días atrás, su delito había sido consumir plantas alucinógenas. Reí al ver que Monty se acercaba a él mientras lo retaba a atrapar dos nueces en la boca. Harper se les unió. 

—¿Segura qué no quieres una, misteriosa Elena?—insistió Jasper. 

Sonreí mientras negaba con la cabeza. 

—Creo que prefiero comer otra cosa primero—dije mientras empezaba a caminar hacia la parte trasera de la nave. 

Sabía que allá atrás había un arbusto de arándanos, y un poco más adelante había un pequeño lago. Hace días que no tomaba una ducha, y la necesidad de sentirme limpia y tener un tiempo para mi sola era bastante. 

Caminé hacia el arbusto, tomando unos arándanos hasta llenar mi puño. Aún podía escuchar las risas y gritos de los adolescentes, así que no me preocupé por estar demasiado lejos. Di una última mirada hacia el campamento, observando cómo todos estaban absortos en sus mundos pero a la vez estaban conviviendo. 

"Tu deberías estar ahí."

Di media vuelta y seguí con mi camino, sonriendo levemente. Creo que sí me habían contagiado algo de su felicidad. Era extraño, casi nunca experimentaba esta sensación, esta emoción. 

"Sabes que Bellamy te hace sentir así."

Llegué al arroyo justo cuándo me había echado el último arándano a la boca. Suspiré mientras observaba a mi alrededor, estaba todo tranquilo, aparentemente. Inhalé el aire profundamente, mientras cerraba los ojos. Me sentía en paz. 

Necesitaba esto. 

Me quité mi chaqueta lentamente, observando y estando atenta a mi alrededor, pero cuando no vi nada fuera de lo usual procedí a despojar la ropa de mi cuerpo. Dejándola en una roca a la cual le daba el sol. 

Solté un ligero gemido al sentir la temperatura del agua, estaba fría, pero sentí como mi cuerpo se relajó al instante. El agua estaba cristalina, así que podía ver cómo ésta brillaba ante los rayos del Sol. Era algo totalmente hermoso. 

TORMENTA |Bellamy B.Kde žijí příběhy. Začni objevovat