EPÍLOGO

2.6K 209 54
                                    

BELLAMY BLAKE

La vida en el Arca siempre fue dura para mi, desde que era niño. Tuve que cuidar de mi madre y de mi pequeña hermana Octavia, escondiéndola siempre de las visitas y actuando cómo si fuese hijo único. 

Recuerdo qué, cuando mi madre supo que estaba embarazada, no sabía que hacer. El Arca había establecido una ley la cual prohibía tener más de un hijo. Así que, mi madre, tuvo que ocultar su embarazo usando ropa más grande que su talla habitual. 

Cuando tenía 13 años, mi madre conoció a un guardia de la nave, con el cual duró varios años. Él no sabía de la existencia de Octavia, pero varias veces se quedaba en medio del comedor observando a su al rededor. 

"—Cuando cumplas los 18 años, Bellamy—dijo el hombre con una sonrisa en el rostro—Prometo darte un lugar en la guardia. "

Aún recordaba esa conversación y lo mucho que me había hecho ilusión pertenecer a la guardia, pues sabía que esto nos ayudaría mucho a mi madre, Octavia y a mi.  También recuerdo que ese día iba a la Biblioteca por un nuevo libro para leérselo a mi hermana, era de la Mitología Griega. 

Estaba cerca de volver a mi hogar, pero ese día, el destino tenía planes diferentes. Gritos y sollozos se escucharon a lo lejos, después el sonido de algo caer abruptamente al piso me alarmó. Sin saber por qué, corría hacia dónde se escuchaban los gritos. 

Una niña de la edad de mi hermana estaba en el suelo, con el rostro bañado en lágrimas. Delante de ella, un hombre con un cuchillo alzado la estaba amenazando. Sin pensarlo dos veces, corrí hacia ellos, golpeando en la cabeza al hombre con el libro. 

Mi vista se dirigió a mi frente, topándome con la niña más bonita que había visto. Estaba hecha un ovillo mirando asustada al hombre inconsciente enfrente de nosotros. Su cabello era negro, lo llevaba algo largo. Su piel era demasiado blanca, casi lechosa. Y sus ojos... eran de color gris, cómo una nebulosa con destellos ligeramente dorados en ellos. 

Le tendí la mano, sorprendiéndome de lo suave que era su piel. La miré disimuladamente de pies a cabeza. Parecía una pequeña y frágil muñeca de porcelana. 

Si alguien me preguntara cuál fue el mejor día de mi vida, diría que fue cuando la conocí. Ese día, había regresado con una sonrisa a casa. 

Pero después de ese día, no la volví a ver ni saber algo de ella. En algunas ocasiones volvía a pasar por aquel lugar, esperando volver a coincidir con ella. Pero eso jamás pasó, haciendo que toda esperanza se esfumara. 

Vaya sorpresa que me llevé años después al encontrármela en la Tierra. 

Lo único que había cambiado en ella fue que su cabello estaba más corto, y que esta vez, portaba una mirada fría e indiferente. Cuando supe quien era, lo primero que pensé fue en proteger a Octavia de ella. 

Pensamiento del cual me arrepiento, pues al final, Elena solo era una niña que se defendía del mundo atroz en el que tuvo que crecer. 

Elena jamás fue una maldición, ni ningún demonio. Ella fue mi salvación

Ese día, en el que supuestamente debí de haber muerto, vi la muerte antes y después de morir. Recuerdo que se sentó a un lado mío, llevando una de sus manos a mi frente. Una sensación de calma me invadió ese día, era cómo si en el fondo, yo ya supiera que eso iba a suceder. 

TORMENTA |Bellamy B.Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt