CAPITULO 18

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—¡¿Es que no lo ves, Ágata?!—el grito desesperado de mi padre sonó por toda la habitación. Por todo el pequeño cuarto donde vivíamos. 

Escuché el sollozo de mi madre y un golpe en seco, cerré los ojos ante ese sonido, pues ya sabía que era lo que lo había ocasionado. Seguido de eso escuché cómo mi madre gritaba algo inentendible mientras el sonido de un recipiente de vidrio romperse se escuchaba. 

Asomé la cabeza por la abertura de la puerta del armario dónde estaba escondida; mi madre siempre me pedía esconderme en él cuándo mi padre llegaba por las noches de los viernes. 

—¡No pienso seguir viviendo con ese demonio!—pude ver cómo el rostro de mi padre estaba rojo de la furia, su cabello rubio estaba empapado en sudor y las venas de su cuello y frente estaban exaltadas. 

—¡Es tu hija!—gritó mi madre echándose el cabello negro hacia atrás. Ahora le llegaba a los hombros, se lo había cortado desde que mi padre lo utilizó para agarrarla y estamparla contra la pared. 

—¡Ella jamás será mi hija!—señaló hacia una foto familiar que colgaba de una pared—¡Jamás llevará mi apellido!. 

—¿Cómo puedes decir eso, Edmon?—la voz de mi madre, a pesar de sonar rota, sonaba decepcionada. 

—Esa... cosa—señaló hacia mi fotografía—Solo vino a arruinar mi vida. Solo vino a llevarse todo lo bueno que había logrado. 

—Es solo una niña...—mi padre alzó una mano para hacerla callar. 

—Ella no es una niña, es una maldición—dijo con desprecio—Solo es el recordatorio de una maldición que viene arrastrando mi familia por años. 

—¡Ella no tiene la culpa!—gritó mi mamá avanzando hacia él. Pero mi padre la empujó. 

Cerré la puerta cuando vi cómo se quitaba el cinto, me tapé los oídos para no escuchar los gritos ahogados de mi madre. Pero éstos nunca llegaron, en cambio, el lugar estaba en silencio. Justo cuando iba a abrir la puerta para ver qué estaba pasando, ésta se abrió dejando a vista el pantalón sucio de mi padre. 

—Aquí estás, pequeño demonio—su sonrisa amarillenta era tan larga como la de un demonio, como la de un psicópata. 

—¡No! ¡Suéltame!—grité cuando me tomó por el brazo y me aventaba junto a mi madre, quien yacía inconsciente en el suelo. 

Su frente estaba llena de sangre y aún en su estado, podía escuchar sus quejidos de dolor.  Voltee a ver a mi padre y este me miraba con mucho odio y desprecio. Sus ojos verdes demostraban todas las emociones negativas que sentía ante mi persona. 

—Eres una abominación, Elena—dijo tomando la botella de licor que había en la mesa, le dio un gran trago para después verme nuevamente—Un fenómeno que jamás debió nacer. Debí matarte cuando tuve la oportunidad. 

Sentí cómo el miedo iba recorriendo cada parte de mi ser, cómo el terror me picaba en la nuca. Mis lagrimas empezaban a acomularse en mis ojos dándome una visión borrosa de él, de mi padre... de la persona que me deseaba muerta. 

—Lo siento...—dije sollozando, mis piernas se arrastraron a mi pecho, intentando cubrirme de él. 

—Mi madre me lo advirtió en cuanto te vio—dijo acercándose a mi—Ella me dijo que tu tenías la mirada de él...

—¿De quién?—pregunté retrocediendo ante su cercanía. Mi padre me miró sin expresión. 

—Del demonio—sus ojos se oscurecieron—Eres el mismo mal en persona. 

TORMENTA |Bellamy B.Where stories live. Discover now