CAPITULO 4

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—¿Cómo qué alguien?—preguntó el hijo de Jaha después de que Finn contestara. 

—Terrestres—se limitó a responder Monty mientras miraba al suelo. Sus manos temblaban y podía sentir su miedo carcomiendo cada parte de su ser. 

Sentí pena por Monty, es decir, solo llevábamos un día en la Tierra y él ya había perdido a su mejor amigo. 

Y yo perdí a mi primer amigo...

—Resulta que cuando el último hombre de la Tierra murió en el Arca...—hizo una pausa Finn— No era el último en realidad. 

—¿Me están diciendo que nos han mentido?— preguntó el chico guardia haciendo acto de presencia. 

Sus ojos conectaron conmigo pero yo escondí mi mirada detrás de mi cabello. Aún sentía miedo por esas personas. ¡Vamos! Maté a unos de los suyos antes de bajar. 

Maté a muchas personas, en realidad. 

—Todo lo que sabíamos de la Tierra está mal— la hija de Abby apareció mientras se cruzaba de brazos y ponía su mirada en nosotros. Pero su rostro cambió de una mueca confundida a una molesta—¿Por qué te has quitado el brazalete?.

Sostuvo la mano del chico Jaha en el aire. Relevando que su muñeca estaba magullada y, efectivamente, sin el brazalete. 

—Pregúntale a él— con una mirada de desprecio señaló al guardia. Este sonrió con sorna. 

—¿Cuántas más?—preguntó agresiva la hija de Abby. Un chico de ojos azules se acercó con una sonrisa orgullosa. 

—¡24 y contando!-exclamó como cual hijo enseñando una nota de excelencia a sus padres. 

Pero, espera. A éste yo lo conozco. 

John Murphy. Un chico problema. 

—¡Pero sí son idiotas!—gritó molestia la rubia. Miró al moreno con más enojo aún—¡Y tu debiste de poner más resistencia, Wells!. 

Dio media vuelta y se fue echando humos a la nave, Wells la siguió corriendo mientras gritaba su nombre. 

—Que pesada—dijo Murphy mientras miraba hacia donde la rubia había corrido.—Tengo hambre, veré que cosas hay en este basurero verde—dijo para después retirarse. 

Ahí fue cuando me di cuenta que solo quedamos el guardia y yo. Sentí su intensa mirada sobre mi, podría sentir como sus ojos atravesaban todas y cada unas de mis barreras. Cuando iba abrir la boca el grito de Octavia se hizo sonar por todo el lugar. 

¡Bellamy!— el chico giró en dirección de Octavia. Me dedicó una última mirada y se fue. 

Solté el aire contenido en mis pulmones y sentí que un peso en mis hombros se soltó. Había sido más difícil de lo que pensé el poder estar cerca de un guardia. Pero, si había sido mandado para cuidarnos, ¿qué hacía quitando las pulseras? ¿No debería evitar que nos la quitemos?. 

Sacudí mi cabeza y decidí ir a dar una vuelta por el campamento, me alejé a los árboles para poder descansar un rato del bullicio. Era todo un caos ahí, todos eran groseros e irrespetuosos. 

Demasiada libertad será un problema. 

Alcé la cabeza y pude ver como el Sol se filtraba por los huecos que dejaban las hojas del árbol. Se veía muy bonito. Parecía un mundo de fantasía cuando lograbas estar en silencio. Una pequeña brisa cayó sobre mi rostro, cerré los ojos y sonreí. La sensación era única. 

TORMENTA |Bellamy B.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora