CAPÍTULO 47

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Estaba corriendo, en busca de una salida. 

—Se acabó, Elena—la voz de mi madre sonó a mis espaldas—Deja de huir. 

Mis pies ardían debido a la fuerza con la que pisaba el suelo. Pero no podía detenerme. 

"Vamos, pequeña borreguita. Entrégate a mi". 

—Necesito...—dije en un jadeo— Necesito ver...

Podía sentir cómo los jinetes corrían detrás de mi, con sus lanzas y espadas empuñadas. Intentaba llamar con todas mis fuerzas a él, pero no respondía a mi llamado. 

"Elena no puedes cambiar tu destino. Lo sellaste el día que dejaste que dominara sobre ti". 

Me detuve al borde de un precipicio, sintiendo cómo el viento golpeaba en mi rostro. Las olas del mar golpeaban con fuerza la pared de roca. El mar parecía estar furioso. 

—Mírame...

Alcé mi vista para toparme con una figura femenina, la cual portaba un vestido delgado sin mangas. Tenía un brazo blanco como la nieve, en el cual portaba una llama de color azulada. El otro brazo, el cual era el derecho, era de color negro. En él llevaba una cadena pesada la cual se enroscaba en su torso. Pero eso no fue lo que más me llamó la atención de ella, sino que, no tenía rostro alguno. 

Una máscara de hierro le cubría todo esa parte, apenas dejando una rendija donde sería la boca. 

—Tus cenizas nacieron del fuego...—dijo con voz ronca, casi gutural—Y al fuego regresarás. 

Una mano me tomó del hombro, haciendo que volteara hacia esa persona. Un gritó salió de las paredes de mi garganta al ver aquellos ojos verdes, esos ojos que siempre me miraron con odio. 

—Papá...—dije en un susurro. 

El inclinó su rostro hacia el mío, una sonrisa maliciosa en sus labios. Pude sentir el terror escalar por mi espina dorsal. 

—Te quemarás en las brasas del infierno, borreguita. 


Salí de mi trance cuando una chica del campamento me lanzó un cubo, diciéndome que fuera a llenarlo con agua para poner a cocer los cebollines. Solté un suspiro mientras emprendía mi caminata hacia el lago detrás de la nave. 

Ya había paso una hora aproximada desde que el grupo de Clarke se había ido de caza, dejando un raro presentimiento en mi. Uno que llevaba picándome en la nuca desde hace días. Hasta podría decir que me dejaba en vela todas las noches, por la incertidumbre de saber qué es lo que pasará. 

Llegué al lago viendo que le agua estaba más cristalina de lo normal, la luz del sol que se reflejaba en ella parecía ser el brillo de pequeños diamantes. Resistí el impulso de sumergirme en ella, pues se veía apetitosa para un baño. 

Me hinqué sobre mis rodillas y sumergí una parte del cubo para llenarlo con agua. Pude apreciar cómo aún el brillo se conservaba en ella, extrañándome un poco. Observé el lago por unos pequeños minutos más, apreciando la belleza del momento. 

Me puse de pie dispuesta a regresar al campamento, pero el sonido de hojas secas rompiéndose hizo que me quedara quieta en mi lugar. Voltee discretamente a ver a mi al rededor, intentando averiguar de dónde venía ese sonido. 

"¿Por qué tan asustadiza, pequeña borreguita?". 

Me siento en amenazada todo el tiempo. 

TORMENTA |Bellamy B.Where stories live. Discover now